8. Eclecticismo Mental

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Había rezado por sus músculos durante toda la semana

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Había rezado por sus músculos durante toda la semana. No encontraba excusas para faltar a sus entrenamientos, por lo que esperaba su pronta recuperación.

Pero aquello que le había dado Verena y la sanadora había sido casi milagroso. Una herida de tal magnitud habría necesitado tiempo y sería visible, pero estaba en proceso de cicatrizar. Aún se preguntaba qué la detenía de encomendarle su caso a una segunda o tercera opinión médica que no involucrara ni a Verena ni a la sanadora, pero no le encontraba respuesta a su pregunta.

Recogió sus rizos una tomate alto acompañado con unos alfileres para cabello en forma de espada y dejo los mechones de adelante en libertad.

Dejó que sus ojos, un poco nublados, combinarán con el mantoncillo azul rey que dejaba sus hombros al descubierto y creaba un efecto simétrico con el vestido de tonos dorados, nude y bronce ajustado en su cintura y  brazos que se liberaba más abajo sin poseer tanto volumen. Al final, aquel dorado se complementaba con pequeñas figuras azules.

Se escuchó un toque en su puerta.

–Tus padres esperan por tí, Nore– le informó su abuela con los ojos castaños brillantes.

–Enseguida– sonrió Nore.

Se acercó a su abuela, vestida con un poncho azul turqui de seda sobre su vestido del mismo color y el cabello castaño canoso en unas trenzas delicadas que formaban ton tomate en su nuca.

–Qué nieta tan hermosa tengo– sujetó sus brazos con una sonrisa.

–Qué abuela tan hermosa tengo– entrelazó sus brazos para dirigirse a la sala principal, dónde estaban sus padres.

Los rizos castaños de su madre estaban sueltos en la parte inferior de su cabeza, pero los pelos de al frente habían formado una corona de trenzas entrelazadas con un listón azul rey, al igual que su vestido de seda ajustado al cuerpo con patrones dorados de escote bardot que mostraba un collar de oro con el símbolo de su linaje y seguía con unas mangas largas que no cubrían sus hombros.

Mientras, el pelo azabache de su padre estaba recogido de forma perfecta y elegante hacia atrás, la barba bien cortada y una camisa con los dos primeros botones abierto y el esmoquin y pantalones de azul turqui que resaltaba su mirada color zafiro, con el escudo de su familia en el traje.

Azul. El color del clan Frackt.

Aquel escudo, con forma de endecágono, era representantado con dumortierita, en el caso del collar de su madre, con un triángulo señalando a la parte inferior y de fondo un patrón de olas. Era idéntico a la insignia que acompañaba el traje de su padre, con excepción del dorado en las líneas. Claro, que el broche era acompañado por múltiples medallas e insignias de honor ganadas a través de los años en la marina.

–Nymeria, hija– la miró su madre–, luces hermosa.

Ella también.

Su madre era una persona muy radiante, aún sin esos lujos. Todo de ella lo era, el cabello, el rostro, los ojos... Esa figura tan divina que Nore agradecía haber heredado.

Génesis De Imperio: Precuela [Saga Elementos] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora