16. Vaivén Líneal

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Volvió a abrazarla, aprovechando el gesto para besarle en la sien y volver a sentir el perfume de rosas en su interior

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Volvió a abrazarla, aprovechando el gesto para besarle en la sien y volver a sentir el perfume de rosas en su interior.

-Te dije que estoy bien- susurró Leanne, un poco sonrojada.

¿Sabía ella que se veía tan hermosa? ¿Que sus ojos brillaban y aceleraba su corazón con cada mirada?

-Ya lo sé, Leanne- dijo Arsène-, pero últimamente las cosas han ido de mal en peor desde la ceremonia...

-Te dije que no me han hecho nada- se incorporó en la cama de sábanas rosas y blancas-. Además, ya ves cómo te trata ahora mi padre. Siempre pensó que eras... Un poco loco, aunque alejado de la realidad no está.

Arrodillada en su cama, Leanne le mostró una sonrisa a Arsène acostado y aún preocupado por ella. Como si ir a visitarla a al menos tres días por medio seguido por las tardes no fuera suficiente se encargaba de traer una rosa y un frasco de pintura todos los días que venía y al terminar la visita le daba un marco para pintar si no había terminado el anterior.

Pero había unos cuantos que Leanne no había querido mostrarle por privacidad.

-Loca estarás tú- le dió unos golpecitos con el dedo en la cabeza-, tramposa.

-Mal perdedor. Terminé el mar.

-¿El mar?- Tardó en comprender que hablaba de una pintura.

-Sí, aunque ese se lo pienso regalar a Nero, mejor. Más grande quizá y a tí... ¿Qué te gustaría?- Se dejó caer en él.

Con ella rodeada en su brazo, Arsène se permitió una sonrisa viendo las pequeñas estrellas, corazones y otras figuras en el techo de la habitación de Leanne que habían pintado juntos uns vez.

-Creo que... Me gustaría una pradera de rosas.

-¿De rosas?

-Sí, o tal vez un jardín.

Ella se movió para darle un abrazo, estirando su brazo para rodearlo y apoyar el rostro delicado y hermoso sobre su pecho a punto de dejar liberar su corazón por los latidos descontrolados que ella le provocaba.

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El ascensor se abrió y las antorchas se encendieron en un pasillo eterno de piedra y tierra.

-¿Nunca conociste las catacumbas?- Le preguntó Verena a Nore.

-Pero... Son eternas. La historia...

-La historia que tú conoces la manipulo yo.

Empezó a caminar por el pasillo con Nore detrás sintiendo un escalofrío que la invitaba a llorar y a gritar. Lo habría hecho de no haber sido porqué había más de cien personas a su alrededor y no encontraba un espacio seguro en ninguno.

Génesis De Imperio: Precuela [Saga Elementos] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora