UNA DECISIÓN COMPLICADA

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BRUNO

Hoy tengo que ir a por las notas finales del curso.

Estoy muy nervioso y odio decir esto, pero tengo miedo porque no quiero volver a perder otro año de mi vida en recuperar un curso que he suspendido.

Es bien pronto por la mañana y he quedado con Álvaro en su casa para ir juntos a por las notas. Hoy es sábado y por lo tanto mi madre no se ha despertado pronto como siempre, ya que mis hermanos, más pequeños que yo, no van a estudiar. Así que me levanto como puedo, me hago mi desayuno a duras penas y con todavía legañas en los ojos cojo aire profundamente, salgo a la calle y dejo caer mi skate en el suelo, subiéndome encima para ir en dirección a casa de Álvaro.

Son las nueve de la mañana y hasta las doce no dan las notas, hay una pequeña reunión orientativa y la idea era ir y para saber que hacer una vez nos den las notas. Pero al pasar por al lado de un skatepark, Álvaro y yo no dudamos en estar un buen rato practicando trucos.

No somos de hacer trucos, solo usamos el skate para movernos por la ciudad, pero me dieron muchas ganas de practicar. Intento fallido tras intento fallido, consigo hacer mi primer Ollie.

—¿HAS VISTO ESO? —le digo gritando con ilusión.

—¡Ha sido increíble! Dios Bruno ¿Cómo lo has hecho?

Que sensación tan increíble cuando después de meses de esfuerzo y dedicación consigues hacer algo que te había costado tanto tiempo y tanto trabajo.

Una sensación de euforia recorre mi cuerpo. No puedo dejar de sonreír, siento que soy el rey del mundo por un instante y que soy capaz de cualquier cosa. No puedo dejar de moverme y mirar a todos lados para ver si alguien más lo ha visto, pero solo estábamos Álvaro y yo.

Sin darnos cuenta se nos fue el tiempo completamente.

—¡Álvaro! —le levanto la mano para que me vea a lo lejos—. ¡Quedan 10 minutos para la entrega de las notas y aún seguimos aquí, vamos a llegar tardísimo!

La euforia pasa a ser estrés y la felicidad a agobio. Otra vez llegando tarde a los sitios. Como lo odio.

Por suerte, con skate no tardamos tanto y llegamos justo a la doce en punto.

Ya está todo lleno de alumnos y somos los últimos en llegar.

La profesora, Carmen, se pone a repartir por orden del alfabeto las notas y Álvaro es de los primeros, ya que su apellido empieza por A.

—La verdad es que ya sabía que iba a aprobar, literalmente no he suspendido ninguna materia —dice Álvaro con cierto ego y con un tono muy creído.

Yo no estoy seguro de dos asignaturas. Física y matemáticas.

Son las asignaturas que desde que tengo uso de razón más me han costado.

No he aprobado ningún examen de este curso en ninguno de los dos casos, pero por suerte son acumulativas y si apruebo el examen de recuperación que hice hace unas semanas, apruebo todo el curso.

El problema es matemáticas, porque física...

Nos están repartiendo los exámenes de recuperación de física y la mitad de la clase está recuperando. Álvaro se sienta a mi lado, ya que nos sientan junto a quien no tiene que recuperar, él ya tiene el curso aprobado y según sus cálculos con un ocho de nota global.
El profesor, Javier, reparte hojas en blanco a todos los alumnos que deber recuperar. Y luego procede a dar clase normal para los que han aprobado.

Álvaro me sisea y yo me giro.

—Pst. Bruno. —susurra lo más tenue y disimulado posible. Me señala mi examen y me sonríe.

Lágrimas prohibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora