SOLO UNO MÁS

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Trabajar durante todo el verano en un trabajo tan aburrido y poco gratificante como el de mis padres, es muy duro. Sé que no debería quejarme, porque hay trabajos peores. Y con "peores" me refiero a trabajos más duros físicamente o más aburridos. Pero mi vida se ha basado en tres mundos distintos. Estudios, fútbol y el trabajo de mis padres.

Si bien es verdad, sé hacer muchas cosas. Estoy en constante aprendizaje y renovándome constantemente. Ahora, por ejemplo, llevo meses tocando el piano por mi propia cuenta. Estoy amando el poder tocar un instrumento tan bonito y me llena muchísimo. En mi instituto había un piano en el aula de música y siempre que podía iba ahí a pasar la media hora de descanso junto a más gente que tocaba una gran diversidad de instrumentos.
Estoy pensando muy seriamente en comprarme uno para ir aprendiendo por mi cuenta en casa, pero para ello tengo que seguir trabajando aunque no me guste.

Siempre que he necesitado algo la respuesta de mis padres ha sido muy clara:

"Si quieres algo, trabaja y cómprartelo con tu dinero."

Y pues claro, siempre que he querido algo, he tenido que trabajar en verano para poder comprarlo.
Por suerte o por desgracia, en verano hacemos dos semanas de vacaciones. Eso son dos semanas sin cobrar. Pero no me pongo quisquilloso porque son dos semanas de relax.

Sobre finales de julio nos vamos de vacaciones cada año durante un par de semanas; por suerte quedan dos días para irnos. Normalmente, me preparo una maleta enorme con una gran cantidad de cosas inútiles y mucha ropa, pero esta vez pienso llevar una maleta pequeña con a penas poca ropa y tan solo mi ordenador portátil. Nada más.

Como indispensable siempre es el móvil y su respectivo cargador, tanta ropa interior como días esté fuera, bañador y esta vez llevaré tres conjuntos de ropa más el que lleve puesto el día de salida. También obviamente el portátil con su cargador, ya que tengo planeado practicar para entrar a la universidad con algo de conocimientos. Me dispongo a preparar todo sobre la cama para organizarme de forma más visual.

—A ver... Tres outfits para combinar, doce calzoncillos, doce pares de calcetines... —voy pensando que necesito para estos días. No paro de dar vueltas a mil cosas que me llevaría, pero sé que no debería llevar más de lo que tenía pensado—. Ay, pero ¿Y si hace frío de noche? Necesito una sudadera. También pantalón largo, el cubo de Rubik por si me aburro ¡cargador portátil! Obviamente. No puedo quedarme sin batería en el camino de ida y vuelta —al final me voy tanto por las ramas que finalmente acabo llevando tanto como siempre en la maleta. Soy un desastre.

Intento cerrar la maleta y no puedo, está a punto de reventar. Así que me siento encima e intento cerrarla. Uso todas mis fuerzas para que la cremallera se mueva, pero sigue quieta porque todavía no están lo suficiente cerca los dientes de esta para poder moverla, pero no lo consigo.
Llamo a mi padre para que me ayude y así entre los dos lo consigamos, pero no solo no sirve sino que lo agrava todo, ya que rompo la cremallera haciéndose salir del carril y quedándome en la mano una parte y en la maleta la otra. Estoy una hora intentando arreglarlo y cuando por fin lo consigo, me veo obligado a coger menos objetos para que está vez no reviente la maleta.

— Lo que no me pase a mí no le pasa a nadie —suspiro.

Mis hermanos tienen todo preparado desde hace días así que ellos solo tienen que coger sus maletas y dejarlas en el coche. Yo, en cambio, he tenido que armar todo este desastre. A veces simplemente me rio de como soy y lo que me pasa por ser así, no soy una persona que le dé muchas vueltas a las cosas, y menos si eso me provoca malestar.

Por fin tengo todo organizado y preparado para irme, así que lo llevo al maletero del coche de mi padre y se lo hago saber para qué por fin podamos irnos.

— ¡Chicos! ¿Todos preparados? —dice mi madre a pleno pulmón para qué todos en la casa les escuchemos.

— ¡Sí! —respondemos al unísono todos a la vez. Incluido mi padre, que estaba en el baño.

— Cuando queráis ¡eh! —digo con tono burlesco. Sé que nos hemos retrasado por mi culpa y mi "problema" con la maleta—. ¡Llevo horas esperando!

— Mira Bruno, no me toques los cojones.

— Ey Pablo, tranquilo, era solo una broma —me rio a carcajadas— ¿Vamos?

Pablo es mi hermano mediano, tiene carácter cuando quiere (casi siempre).

— ¡Let's go! ¡Chavales, el último en llegar paga la gasolina! —dice Gabriel, mi hermano pequeño. Siempre es el encargado de romper los momentos de tensión en casa, tiene el don.

— ¿Pagar la gasolina? —mi padre abre la puerta del baño repentinamente— haberlo dicho antes de que llevase el coche a por gasolina esta mañana, así sabría que alguno de vosotros me hubiera pagado la gasolina —se ríe y vuelve a cerrar la puerta—.

<igualmente la hubieras pagado tu, estás encerrado en el baño desde hace diez minutos> —pienso mientras levanto una ceja—

Finalmente, vamos todos al coche y nuestro padre nos lleva a los cinco dirección al lugar donde iremos este año.
Cada año en vacaciones no nos dicen a dónde vamos de vacaciones hasta el día que nos vamos.

—Redoble de tambores, por favor. —todos nos ponemos a dar golpes con la palma de nuestras manos a nuestras piernas simulando un redoble. Sabemos que lo dice porque va a revelar a donde nos vamos este año— este año... Nos vamos... ¡A la playa!

— ¿¡A LA PLAYA?! ¿OTRA VEZ? —decimos todos a la vez—.

— Otra vez no, papa.

— Dios llevamos como cinco años seguidos yendo a la playa ¿no podemos cambiar un poco?

— Sabéis que amo la montaña —digo algo tímido—. Ya podríamos cambiar de vez en cuando...

Mis hermanos y yo pedimos explicaciones y expresamos nuestro malestar. Es obvio, tenemos un pequeño apartamento familiar al lado de la playa y siempre que no coincidimos con algún otro familiar nuestro, "pedimos" tener el apartamento las dos semanas para nosotros.

— Chicos, chicos. Oye, tranquilos. Este año va a ser diferente —mi padre habla con un tono relajado, intentando apaciguar nuestras quejas—. Este año iremos a un camping en una playa totalmente distinta a la que vamos normalmente. Seguro que os gustará. Ya veréis.

Por un momento se crea un silencio. Mis hermanos y yo nos empezamos a mirar el uno al otro sin saber qué pensar o decir. Nos hemos quedado un poco descolocados porque no recordamos la última vez que fuimos a un camping. A mí, personalmente, me hace mucha ilusión la idea de ir a uno después de tantos años.

— Hay piscina, canchas de fútbol y baloncesto, eventos durante el día y la noche. ¡Seguro lo pasamos genial! —Dice mi madre para romper el silencio—.

A todos nos acaba pareciendo bien la idea y aunque sea en un "entorno" parecido al de cada año, tiene pinta que está vez será todo diferente.

Lágrimas prohibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora