12.EL BAILE

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21 de septiembre.

Cumple del principito.

Estoy súper nerviosa.

Los últimos dos días he estado acompañándolo a todas partes. En las reuniones me ignoran, como si fuera un fantasma que no está ahí. La verdad es que lo agradezco, pues no me apetece relacionarme con esa gente, cosa que por desgracia voy a tener que hacer hoy.

Ninguno de los dos ha mencionado nada de lo ocurrido en su habitación, cuando sus labios casi se posaron sobre los míos, pero no puedo parar de darle vueltas. Si Mason no hubiese llamado a la puerta, hubiera pasado, estoy segura, y en verdad no sé si estar enfadada o agradecida con él. Con cada día que pasa, mis ganas de lanzarme sobre él sólo aumentan, y eso es malo. Muy malo. Entre nosotros no puede pasar nada.

Llevo estos dos días intentando hablar con él lo menos posible, pero es inútil. Al ser su guardaespaldas, lo de poner distancia no puedo hacerlo muy bien, pero he estado procurando no acercarme mucho. Eso tan poco es que haya ido demasiado bien, pero la intención es lo que cuenta.

Cada día estoy más confusa en cuanto a mis sentimientos hacia él, y el cómo hay algo que hace que cada vez que lo tenga al lado lo único que quiera sea acercarme más. Y sé que yo también provoco algo en él, pues de lo contrario no se hubiera acercado en primer lugar.

Unos golpes en la puerta interrumpen el hilo de mis pensamientos y hacen que me levante de la cama. Estoy esperando que me entreguen mi vestido. Espero que me quede bien, porque ya no hay tiempo para cambiarlo.

Cuando la abro me entregan una bolsa de tela negra que pesa bastante. Como al ponérmelo pese tanto no creo que pueda aguantar toda la noche. Le doy las gracias al sirviente y cierro la puerta, ansiosa por descubrir lo que hay dentro.

Lo cuelgo sobre mi armario y abro la cremallera para ver lo que hay en el interior.

Joder.

Creo que es el vestido más bonito que he visto nunca: es rojo, la parte superior se ajusta perfectamente a mi torso al probármelo. Tiene una banda plateada en la cintura, y de ésta salen pequeños puntos del mismo color, lo que hace que parezcan estrellas. La falda de gasa se alarga hasta el final de mis piernas, y ¡tiene bolsillos! Me encanta ese detalle. Los hombros son caídos, pero no tengo la sensación de que se me vaya a caer en cualquier momento. Y no pesa tanto. Es perfecto.

Para mi pelo he escogido dejármelo suelto a excepción de dos mechones que se juntan al final de mi cabeza. Quedan genial con mi vestido.

Holly me ha dejado un poco de maquillaje, por lo que decido pintarme los labios de un rojo parecido al tono de mi vestimenta, y me pongo un poco de sombra plateada en el párpado. Mis pestañas ya son largas de por sí, por lo que decido no arriesgarme a poner algo sobre ellas.

- ¿Estás lista, Ella? – pregunta Mason desde detrás de la puerta – El príncipe te está esperando en el vestíbulo.

- ¡Ya salgo! – contesto.

Me hecho un último vistazo en el espejo, y lo que veo no me disgusta en absoluto. Estoy diferente. El maquillaje, el peinado y el vestido hace que parezca una persona totalmente distinta, pero eso me gusta.

Aunque nunca lo admitiré en voz alta, en el orfanato me gustaba imaginarme que era una princesa, y bailaba cuando nadie estaba presente por mi habitación, imaginando que mi camisón era un vestido de gala. Ahora estoy en uno de verdad, y no me siento una princesa, pero luzco como una.

Me pongo los tacones plateados que me han traído y, al salir, Mason me mira con asombro.

-Estás increíble. – dice con una sonrisa en los labios.

El Anillo BrakundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora