-Levántate.
No puedo.
Más bien, no quiero. Ahora mismo me encuentro bocabajo en el suelo después de que Killian me haya hecho caer por cuarta vez. Según él, tengo que mejorar mis técnicas de defensa y ataque, y yo no estoy nada de acuerdo.
Sí, estoy en el suelo por su culpa, pero eso no quiere decir que sea mala peleando. Todo lo contrario, soy excelente, y en cuanto pueda levantarme se lo voy a demostrar.
-Creía que me ibas a enseñar a utilizar mis habilidades. Ya sé cómo pelear.
-Lo dudo.
Idiota.
-Levántate. – repite.
Lo hago de mala gana, sacudiéndome la tierra de la ropa, y cojo la daga por acto reflejo cuando me la lanza.
-Veamos que tan buena eres con un arma.
Sonrío ampliamente, mis ganas por empezar cada vez más fuertes a cada segundo que pasa.
Me coloco en posición defensiva, y comienzo a acercarme a él poco a poco, que tiene su propia daga en la mano.
-El objetivo es desarmar al otro, querida, no matar. – dice cuando ve mis intenciones.
-Eso ya se verá. – digo, abalanzándome sobre él.
Para mi mala suerte, en el momento en el que la punta de mi daga está a punto de hacer contacto con su piel, da un paso atrás, dejando mi brazo estirado.
Dándome cuenta de mi error, intento alejarme, pero es demasiado tarde. Killian me coje de la muñeca tira hacia atrás. Mi espalada choca con su pecho desnudo con brusquedad, la punta de su daga a punto de incrustarse en mi cuello.
-Muerta.
Me quito su brazo de encima y me doy la vuelta, encontrándome una expresión divertida en su cara que no dura mucho.
-Otra vez. – exijo.
No me contesta, simplemente se aleja de mí, el reto presente en su expresión.
Vuelvo a colocarme en posición defensiva, esta vez con la mente más despejada. No puedo perder otra vez. No contra él. Ada está en peligro. Tengo que hacerlo bien.
No me muevo. Quiero ver qué hace. Cuáles son sus movimientos. Su estilo. Cómo piensa empezar la pelea.
Espero pacientemente, el viento helado haciendo que escalofríos viajen por mi cuerpo. Killian sigue sin moverse, su mirada fija en la mía.
Debería sentirme incómoda por la forma en la que me está observado, detallando, intentando descifrarme, pero no es así, pues yo estoy haciendo lo mismo.
Tiene una postura tranquila, pero su mirada me dice lo contrario. Hay algo de nerviosismo oculto en ese frío azul. Algo que sólo puedes ver si miras muy detenidamente, tal y como lo estoy haciendo yo.
Bajo la mirada un momento, una gota de sudor cayendo por su pecho desnudo llamando mi atención, haciendo que se me enrojezcan las mejillas, de repente todo el frío sustituido por un ardiente calor.
Céntrate, Ella.
¿Cómo?
Una especie de burbuja nos envuelve en este momento, tal y como lo hizo en el bosque aquella noche, esa conexión que no entiendo volviendo. Todo se difumina y solo quedamos los dos, nada a nuestro alrededor.
Canto victoria internamente cuando por fin se mueve primero, acercándose a mí lentamente. Yo mantengo mi posición, mi mirada fija en la suya.
Su primer movimiento es rápido, y apenas me da tiempo a esquivarlo. Me alejo rápidamente, empezando a moverme en círculos a su alrededor.
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El Anillo Brakund
FantasyEl anillo Brakund. El objeto más valioso que ha existido nunca. Esta historia comienza cuando nuestra protagonista, Ella, se cuela en el palacio para intentar robarlo y las cosas no salen como pensaba. Su misión falla estrepitosamente al ser descubi...