21.BORGON

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Está claro que cuando Killian dijo que yo tenía razón estaba mintiendo.

Ya ha pasado el límite de la semana, y todavía seguimos aquí. Ya ha pasado el límite de la semana, y Ada sigue allí, encerrada.

Killian lleva cuatro días sin salir de su habitación, y no entiendo por qué. No ha dicho ni una sola palabra desde aquel día en el entrenamiento. Se niega a hablarme o a abrirme la puerta y me estoy desesperando.

No puedo esperar más. Estoy perdiendo demasiado tiempo. Ada podría estar muerta, y yo estoy aquí, yendo detrás de un tío para que me diga de una vez por todas la verdad.

Patético.

Me acuesto en mi cama después de haberme dado una ducha caliente. Tengo pensado darle como máximo hasta mañana. Si mañana por la noche todavía no se ha dignado a hablar conmigo, tendré que intentar rescatar a Ada por mi cuenta.

Será arriesgado, y probablemente no acabe bien para ninguna de las dos, pero es mi última opción. La única, si las cosas llegan a ese punto.

Apago la luz y cierro los ojos buscando descansar. Estos últimos días se me ha complicado bastante con todas las pesadillas que estoy teniendo. Lo peor es que últimamente siempre es la misma.

Una y otra vez Thomas me repite lo inútil que fui al confiar en él mientras me desangro. Una y otra vez Thomas me recuerda que todo fue mentira mientras me desangro. Una y otra vez mi corazón se rompe al escuchar sus palabras. La realidad.

Porque, aunque me duela, sé que tiene razón. Sí que fui una estúpida al confiar en él. Sí que fui una estúpida al pensar que una persona como él podría llegar a querer a una persona como yo.

***

Un par de horas después, me levanto de la cama de un salto, dispuesta a entrar en la habitación de Killian.

Me debe respuestas, y se las voy a reclamar. Llevo dos horas sin poder parar de pensar en la situación, y he llegado a la conclusión de que es hora de saber la verdad. Toda ella. No debería haber esperado tanto.

Me visto con rapidez, pues no me apetece que me vea en camisón y abro la puerta con brusquedad, solo para tener que pararme abruptamente cuando casi me choco con su pecho.

Suelto un grito, sobresaltada por el encuentro, y levanto mi cabeza para que mi mirada llena de ira se encuentre con la suya, que aparenta tranquilidad.

Aparenta, sí, porque tal y como pasó la otra vez, puedo ver ese toque de nerviosismo en el frío azul de su iris.

Estamos muy cerca, tanto que puedo sentir el calor que emana de su cuerpo, pero estoy demasiado cabreada como para apartarme. Demasiado cabreada como para pararme a pensar en ello.

- ¿Al fin te dignas a hablarme? – pregunto, cruzando los brazos sobre mi pecho.

-No seas dramática.

- ¡¿Qué no sea dramática?! ¡Llevas cuatro días encerrado en tu habitación!

-Necesitaba pensar.

- ¿Sobre qué? Lo único que te pido es la verdad. ¿Es tan difícil que me la cuentes?

-Sí.

- ¡¿Por qué?!

-Deja de gritar de una vez. Te escucho perfectamente.

Cierro los ojos e inspiro profundamente, buscando algo de paciencia y tranquilidad. Este chico me la está quitando toda, y ahora mismo me está costando todo mi esfuerzo no ahorcarle. Se lo merece, pero necesito la verdad.

El Anillo BrakundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora