Los deseos se enredan en el roce de un suspiro, mientras la melodía teje la distancia entre lo que fue y lo que anhelamos ser.
Un corazón que no sabe esperar.
Me volteo y ahí está él, como una visión sacada de un sueño febril. «Padre bendito...» musito, incapaz de apartar la mirada de su torso desnudo. Los pantalones de pijama cuelgan precariamente de su cintura, como si amenazara con deslizarse y revelar aún más.
Mis ojos recorren, sin pudor, el relieve de sus abdominales, tallados con la precisión de un escultor divino. Cada músculo tenso es un verso en la poesía de su anatomía, robándome el aliento y acelerando el latido de mi corazón hasta convertirlo en un tambor de guerra en mi pecho. Mis ojos se detienen, fascinados, en la V que se marca en la parte baja de su abdomen, un sendero que conduce a...
— ¿Quieres? — Su voz me saca de mis pensamientos, y la proximidad de su cuerpo corta mi respiración.
Parpadeo, desconcertada, mientras mi cerebro intenta procesar sus palabras.
—¿Qué...?— La pregunta se escapa de mis labios antes de que pueda capturarla, sintiendo cómo mi inteligencia se evapora ante el calor que emana de su piel. El aroma de su perfume inunda mis fosas nasales «El aroma sigue siendo exquisito» pienso, mientras intento mantener la compostura.
— Te pregunté si quieres sentarte, pareces un poco sofocada — repite, y su voz es una caricia que parece burlarse gentilmente de mi aturdimiento. Arquea una ceja y siento cómo mis mejillas se tiñen de rojo, avergonzada por las estupideces que cruzan mi mente.
Nuestros ojos se encuentran y siento que mi corazón podría escaparse en cualquier momento. Sus ojos azules son dos lagos profundos y serenos, reflejando el cielo en un día claro. Me encuentro sumergida en la profundidad de su mirada, incapaz de resistir la corriente que me arrastra hacia él.
Él esboza una sonrisa burlona mientras se acerca a la alacena detrás de mí. Puedo sentir la proximidad de su cuerpo, una presencia casi tangible que envía ondas a través de mi ser. Su sonrisa juguetona parece desafiarme a ver quién cederá primero ante la emoción palpable que nos rodea.
Con un movimiento suave, extiende su brazo y abre la puerta de la alacena sin apartar la mirada de mí, y por un momento, el mundo se reduce a este pequeño espacio compartido, a la tensión que hay entre nosotros.
Él alcanza lo que busca y aunque su atención está dividida entre la alacena y yo, hay una electricidad en el aire, un zumbido que parece decir que cada movimiento suyo está cargado de intención.
Con un gesto casual, él se aleja. No hay un adiós, ni siquiera un gesto de despedida, dejándome con un vacío inesperado. «Cómo que despedirse no es su fuerte...» Siento cómo la frustración se cierne sobre mí, y aunque trato de rechazarla, no puedo evitar sentirme un poco menospreciada.
Mis ojos siguen su espalda marcada, deteniéndose en el tatuaje que adorna su piel. La oscuridad de la cocina me impide discernir los detalles, pero la mera idea de su existencia me intriga.
Suspiro, sintiendo cómo las sensaciones que él despierta en mí se agitan como mariposas en mi estómago.
Intento comer, pero el apetito me ha abandonado.
Camino hacia mi alcoba y los pasillos resuenan con el eco de mis propios pasos, siento que me pierdo en los pasillos oscuros. «No me gusta la soledad y tristeza que emana de esta casa» un escalofrío recorre mi espina dorsal. Es una sensación palpable, casi como si la casa misma estuviera viva y compartiera mi desasosiego.
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Todo fue una mentira
Mystery / ThrillerEn un rincón olvidado del universo, donde las estrellas parpadean con secretos y las sombras susurran verdades a medias, existe un mundo que desafía la realidad. Aquí, cada alma es un enigma y cada verdad, una fachada. Leah, una joven cuya vida pare...