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Las olas golpeaban las rocas una otra y otra vez, el atardecer era uno solo con pandora, la aldea Metkayina estaba sumamente pacífica y las respiraciones de los lugareños se volvían uno mismo con la briza.

- No tienes ni idea de cuanto amo esto - Una muy pacífica y relajada Tsireya menciono mientras estaba acostada bajo las sombras de una palmera en la orilla de la playa.

- Ni que lo digas, hace mucho que no tenía esté tipo de momento tan relajantes - Kiri, quien acompañaba a la otra chica menciono.

- Sí, mi madre se ha estado sobre pasando contigo con respecto al trabajo que ha puesto en tus hombros. - Se sentó, recargando su peso en sus brazos por detrás -. Me imagino que los entrenamientos de Tsahík deben ser difíciles.

- Pues, no te voy a mentir diciendo que no, porque claro que si - Imitó a Tsireya.

- Estoy segura de que serás la mejor Tsahík, a lado de mi hermano, serán los mejores líderes que pueda tener la aldea desde las primeras canciones - Hablo entusiasmada, Kiri por otro lado, sintió ese comentario caer en su espalda como un bote de agua helada y gélida.

Sus deseos verdaderos no los tenía claros, a decir verdad, jamás en su vida se había puesto a pensar que era de lo que quería vivir el resto de sus días, a que ocupación se quería dedicar, por eso mismo, el hecho de que de un momento para otro le dijeran que sería la siguiente Tsahík, la hacía sentir incomoda o incluso algo presionada.

- Hablando de él, mira, ahí vienen - Tsireya señalo hacía el mar a la izquierda, donde Kiri pudo divisar a un grupo de guerreros, donde además de estos, venían Rotxo, Lo'ak, Neteyam y Ao'nung.

Habían pasado aproximadamente tres ciclos lunares (meses) desde que Ao'nung había tomado el mando de la aldea, o sea, que también había pasado ese mismo tiempo, desde que Kiri y él, se habían hecho una pareja.

Ella estaba cada día más enamorada de él, por eso cuando se trataba de pensar en su futuro no tenía idea de que era lo que quería hacer, pero de que, si quería hacer, y eso era estar con Ao'nung, compartir su vida con él. Él por otro lado, cada día se hundía mucho más en su culpa de hacer todo lo que estaba haciendo, engañar a esa chica era algo sumamente cruel y lleno de maldad, dos cosas que el manejaba tan bien a la perfección.

Era por eso mismo, que, aunque ya llevaran tres ciclos lunares, Ao'nung con el pretexto de que tenía que salir debido a sus responsabilidades como líder, se excusaba con Kiri y la evitaba con frecuencia, yéndose y viniendo cada semana, llegaba un día, pasaba dos en la aldea y se iba de nuevo.

Eso, era algo que a Ao'nung lo tenía lleno de preocupación, pues, temía que ella se diera cuenta de que la estaba evitando, debido a que incluso cuando estaba en la aldea, solo almorzaban juntos, o pasaban máximo una hora juntos y de nuevo era un adiós, ni siquiera se había dado el tiempo de conocerla al cien por ciento.

Además, de que día con día se dedicaba a estar al pendiente de no tener algún error que le pudiera costar el mandato, sobre todo, tener en cuenta y en suma observación los movimientos de aquella amenazante, Psi'key.

Para la chica, eso no era algo malo, se dedicaba por completo a entenderlo y saber que eso era un gaje del oficio de ser la pareja del líder, ¿que si lo extrañaba? por supuesto, cada que él partía se sentía completamente triste, hecha un nudo de sentimientos de abandono, así que, para no sentirse así, lo que hacía era trabajar el doble, quedándose algunas veces incluso en el mauri de la Tsahík Ronal aprendiendo de todo ella sola, sin dormir si quiera un poco.

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