Capítulo 8🧡

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—¿Caleb es bipolar? —le pregunté a Harper cuando finalmente estuvimos solas

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—¿Caleb es bipolar? —le pregunté a Harper cuando finalmente estuvimos solas.

Luego de Arteterapia, almorzamos y la pelinegra estuvo toda la tarde en Reiki. Apareció, renovaba y con ganas de echarse una siesta, sin embargo, la entretuve jugando a las cartas con un par de chicos, que incluía a Marco Lombardi, su Nakama. En todo ese tiempo, yo trataba de adquirir la valentía necesaria para preguntarle acerca del diagnóstico de Cal.

—¿Bipolar? ¿Caleb? —Se echó a reír escandalosamente—. ¿De dónde sacaste eso, Mimi? Por favor, es como si me estuvieras preguntando si tiene tres brazos o si es feo.

Me rasqué el cuello con nerviosismo, sacarle información a Harper no resultaba tan fácil como imaginaba.

—Es que últimamente se ha comportado de manera muy rara conmigo, como si yo le molestara o algo parecido. Se fue una semana, ¿recuerdas? Y hace unas horas se marchó enfadado de Arteterapia, dejándome sola.

—¿Dijiste algo fuera de lugar? —inquirió ordenando las cartas por colores.

—No.

—Debiste hacer algo que le molestó.

—No, te juro que no. Solo hice un dibujo simbólico, que le revelara cómo lo percibía a través de mis ojos.

—¿Y qué dibujaste?, dime que un diamante, por favor

—Un corazón.

Harper se detuvo y dejó todas las cartas desparramadas en la mesita antes de alzar sus ojos azules hacia mí alarmada.

—¡Un corazón!

—Shhh... —Puse el dedo en sus labios haciéndola callar. Nos encontramos en los sofás de la sala, y, a pesar de que la mayoría de los chicos se encontraban en terapias, algunos se paseaban por el lugar—. ¡Baja la voz!

—¡Mimi, tus ojos lo perciben como un corazón! Con razón se fue corriendo. Seguramente cree que tienes un trastorno obsesivo hacia él y ahora no lo dejarás tranquilo, porque te enamoraste y no te detendrás hasta tenerlo amarrado en un sótano obligándole a amarte el resto de tus días.

Entreabrí la boca estupefacta, a veces Harper me dejaba sin palabras.

—¿Crees que se haya enfadado porque pensó eso?

—¡Claro! Hasta yo pensaría que estás loca por mí.

Apreté los ojos con fuerza y solté un gruñido por lo bajo.

—¡Dios, qué estúpida! No debí dibujar eso —me regañé—. Es que no sabía que más hacer...

—Bueno, podrías haber dibujado un sol, la luna, una aurora boreal, a él sin camiseta... Cualquier cosa que significará precioso y maravilloso.

Resoplé abatida y escondí el rostro entre mis piernas. Si realmente Caleb había creído que me gustaba, estaba en serios problemas. No quería darle a conocer algo erróneo y tampoco qué pensará que era una obsesiva psicótica —sin ofender a las obsesivas psicóticas—. Tenía que arreglarlo de algún modo y aclararle que el dibujo no significaba nada de lo que él creía.

A través de tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora