Capítulo veinte: Redada

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La sonrisa de Ronnie Meyers perdió intensidad cuando un patrón muy específico de pulsaciones se hizo notar en la vibración de su móvil, anunciando una llamada entrante en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero

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La sonrisa de Ronnie Meyers perdió intensidad cuando un patrón muy específico de pulsaciones se hizo notar en la vibración de su móvil, anunciando una llamada entrante en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero.

Retiró el ansioso dedo ya dispuesto a presionar el gatillo del revólver, para así atender la llamada.

Ni siquiera tendría precaución, ya que la música de la llorona sonaba tan fuerte en el dispositivo de audio, que incluso él podía oírla en conjunto con los patéticos sollozos.

—¿Señor Crossford?

—Si aún no has cumplido con la orden que te he dado, detente.

—¿Puedo preguntar el por qué, señor? La tengo a menos de dos metros de distancia de espaldas a mí.

—¿En serio? —inquirió, desplegando una sonrisa macabra—. ¿Está asustada?

—Ni siquiera me ha visto o escuchado. Tiene puestos unos audífonos de diadema con música retumbando en sus tímpanos. Llora. Quién sabe la razón. Pero está llorando en medio de la acera con las manos cubriéndole la cara.

Reginald Crossford, que se hallaba sentado en su sillón ortopédico de piel de color negro, ya usando el pijama de seda que constaba en pantalones y camisa manga larga cuya tonalidad era tan azul como sus ojos, se puso de pie mirando los documentos ordenados sobre su amplio y reluciente escritorio de madera rojiza.

—Quiero que la traigas ante mí, Ronnie —dijo. Suspiró jugando con un grueso anillo en su dedo corazón de la mano derecha. Miró el cuadrado zafiro y después vio la alianza de oro en su anular—. Que la mates sin que siquiera se dé cuenta sería demasiado... —su macabra sonrisa regresó con un horrible matiz de sadismo—, misericordioso. Y yo quiero que sufra.

Ronnie guardó silencio por un breve instante en el que pensaba que la señora Azura Bloom (esposa de Reginald Crossford) se hallaba —inconvenientemente para [Tn]—, de paseo por Bali junto a Suzanne Delacroix. «Un retiro solo para chicas», había dicho la última, antes de plantear el viaje a la otra.

—Entendido, señor Crossford —dijo, bajando el arma.

—Llévala a la casa de la colina —ordenó, girándose hacia su ventana de cristal para contemplar el gigantesco jardín trasero de su mansión en las afueras del centro de la ciudad—. Mi hermano está de camino. Nos encontraremos allá.

—Perdone que lo pregunte, señor —murmuró, con la esperanza de obtener una negativa—. ¿Los gemelos vienen con él?

—No —respondió, mirando hacia las distantes luces de la ciudad—. Mis sobrinos se han ido de campamento con su abuelo —informó, refiriéndose al padre de Suzanne Delacroix—. Están en Canadá.

De haber podido, Ronnie habría celebrado con un obsceno ademán. Odiaba servir de niñera cada vez que los mocosos mimados venían de visita, pues Ronald y Reginald siempre lo dejaban a cargo de ellos.

DEL LIENZO AL CORAZÓN ━━ [FINALIZADA] 《76》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora