Capítulo veintiuno: Redención

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Saboreándose los labios en tanto gruñía, ceñuda, [Tn] se removió entregada en un estado de sopor en el que, poco a poco comenzaba a resentir punzadas de dolor en diferentes sitios de su cuerpo

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Saboreándose los labios en tanto gruñía, ceñuda, [Tn] se removió entregada en un estado de sopor en el que, poco a poco comenzaba a resentir punzadas de dolor en diferentes sitios de su cuerpo.

Los pesados párpados no se elevaban, cautivos de decenas de fragmentos de los últimos recuerdos que sin derecho a tregua la atormentaban.

Un hombre le daba dos puñetazos en la cara y otro en la sien; era el mismo que enseguida la arrastraba del cabello hacia un coche negro, donde, sin consideración la lanzaba en el asiento del copiloto. Seguía viendo a ese tipo, que ahora se hallaba confesándole que era él quien la había mantenido vigilada y que, de hecho la había rondado muy de cerca deseando arrollarla. En nada, se percibía saltando de un coche en marcha que era seguido por el Plymouth de Waleska.

—No... —masculló aterrorizada, temblando—. ¡No!

El repentino grito alertó al hombre que hacía un instante se encontraba profundamente dormido en el sillón junto a la pared, y que se levantó de un respingo para acercarse al catre.

—Tranquila —murmuró una voz que ella conocía muy bien, justo cuando una cálida mano envolvió la suya.

Abrió los ojos con la maldita pesadez que antes no la dejaba despertar, e hizo un esfuerzo para que su visión borrosa enfocara los varoniles rasgos del rostro que ella tanto amaba.

Aturdida y creyendo que a lo mejor estaba soñando con una cegadora luz blanca en el techo, miró a su alrededor dándose cuenta de que se hallaba en el hospital.

El hombro le dolía al igual que el brazo, el costado, una pierna, la cabeza y también la cara. Pudo sentir el líquido fluyendo en la intravenosa, y echó un vistazo a la pantalla que marcaba sus signos vitales.

Su atención volvió a posarse en aquel hombre que formaba parte de un extraño sueño.

—Zoro... —logró articular arrugando el gesto.

—Estoy aquí —murmuró con semblante aliviado y dolorido. Se inclinó a abrazarla con sumo cuidado de no lastimarla. Cuánto odiaba verla en ese estado. Lo que daría por cambiar su suerte y ser él quien yaciera convaleciente en ese catre.

—Zoro... —repitió, esta vez sin lograr contener el llanto—. Estás aquí —chilló con voz trémula, casi ahogada.

—Estoy aquí, mi amor.

El gesto de [Tn], antes tembloroso a causa de la mezcla de emociones tomando el control, fue endureciéndose poco a poco debido a lo recientemente escuchado.

«¿"Mi amor"?», reflexionó [Tn]. ¿En serio era ella «su amor»?, ¿después de lo que había visto?, ¿a pesar de lo que él le había hecho traicionándola... humillándola de ese modo?

Los ojos se le enrojecieron anegándosele de lágrimas en el proceso. No sin incomodidad por efecto del collarín en su cuello, [Tn] apartó el rostro.

Zoro tensó la mandíbula sufriendo el rechazo y entendiendo el porqué de ello.

DEL LIENZO AL CORAZÓN ━━ [FINALIZADA] 《76》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora