Capítulo seis: Alegoría sin simbolismo

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Según la perspectiva de Zoro, cada pincelada en el cuadro frente a él se percibía desubicada; como puntos unidos por líneas que ni siquiera tenían conexión

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Según la perspectiva de Zoro, cada pincelada en el cuadro frente a él se percibía desubicada; como puntos unidos por líneas que ni siquiera tenían conexión.

Era vano, como algún conjunto de garabatos que ni siquiera el menos bendecido por el arte habría producido.

Suspiró en negación casi increpándose por su dura crítica en contra de un hermoso resultado.

Los vaqueros azules y la camisa blanca sin mangas estaban salpicados de pintura al igual que los crocs negros.

Se colocó el pincel entre los labios antes de coger el cuadro, apreciando más de cerca cada trazo.

«Lo veo, y no siento nada...» Pensó.

Quiso creer que el problema radicaba en la ausencia de armonía de los colores, pero rápidamente se dijo que no podía engañarse, porque ni siquiera se trataba de eso.

Se desembarazó del absurdo e infructuoso esfuerzo que ningún beneficio le traía.

El cuadro no le transmitía nada: era simple, vacío, trazos por ser trazos sin importar la técnica empleada. De hecho, tampoco percibía su propia técnica.

Le pareció que era el desdichado resultado del arte de otro pintor, que en un despechado arrebato por haber perdido su musa, simplemente cubrió el lienzo con capas sobre capas de óleo sepultando su anhelo en un paraje deshabitado. Una alegoría carente de sentimiento y significado.

—Es todo por hoy —dijo áspero, poniéndose de pie—. Gracias Monet.

—¿Puedo ver el cuadro? —inquirió, mirando que Zoro colocaba el objeto de su atención en un estante especial.

—Si quieres —respondió girándose hacia ella.

La desnuda joven de ondulados cabellos verdes se levantó del sillón derrochando una sensualidad dedicada a los ojos marrones que sin interés alguno la veían.

Caminó hacia Zoro yendo de puntillas; lentamente, como si sus pies no tocaran el suelo, pero él le restó importancia a la coquetería y se dio la media vuelta con destino hacia la mini cocina para servirse un trago.

Monet rodó los ojos.

Le cabreó pensar que llevaba casi tres años posando desnuda para Zoro, y que él jamás había sucumbido ante sus encantos.

Supo disimular su sentimiento negativo y dirigió su atención hacia el cuadro.

—Vaya... —murmuró, con ojos que rápidamente se llenaron de brillo y emoción—. ¡Es perfecto!

DEL LIENZO AL CORAZÓN ━━ [FINALIZADA] 《76》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora