Capítulo nueve: Peligro al anochecer

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La media hora del almuerzo en la que [Tn] por lo general marcaba descanso en la asistencia diaria, casi siempre le permitía tener el comedor solo para ella

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La media hora del almuerzo en la que [Tn] por lo general marcaba descanso en la asistencia diaria, casi siempre le permitía tener el comedor solo para ella.

El pago no era la gran cosa, pero al menos lograba mantenerse a flote por sí sola. Lo que ella adoraba de su permanencia en el sitio, era que podía salir a su lonche a la hora que mejor le conviniera a su estómago; aunque por supuesto, no le era permitido hacer tal cual cuando faltaban dos horas para que su día terminara.

Sintió el mismo placer que usualmente le provocaba saberse sola al momento de comer sus alimentos.

No era consuelo, pero ya no tenía que comer sopas instantáneas porque algo había guardado de los pagos recibidos con el innombrable que la había drogado.

Se sentó a la mesa mirando con ansias el pollo ṭikka masālā que había encargado ese día. DoorDash se lo acababa de entregar. Sabía que no a menudo podía darse el lujo de gastar en comida de restaurantes, pero el platillo británico-indio se le había estado antojando desde hacía varios meses.

Sonrió cuando cogió la cubertería de plástico, porque esa mañana había hecho un envío de dinero a su madre. Escucharla tan contenta nunca perdía su toque.

Además de todo, la mujer le dio la noticia de que su padre había decidido (y por fin, logrado) lotificar un terreno en una zona conveniente, y que ya contaba con la primera propuesta, que, les ayudaría a salir del bache económico en el que habían caído por la situación que se vivía en el país. Con eso escuchado, [Tn] tenía la certeza de que el negocio de su mencionada madre entraría a zona segura, y que pronto no tendría que preocuparse por ello. Rezaba porque todo fuese para bien en la nueva empresa que su padre había gestionado.

Mientras comía con gusto lo que había en su plato, meditaba en el hecho de que parecía que por el momento, todo volvía a su cause, pero no por eso iba a confiarse. Todavía tenía que aportar su grano de arena para asegurarse de que su familia estuviese a salvo.

Por un momento, dejó de lado los problemas económicos que giraban en torno a su bolsillo y al de su familia. Una sonrisa confiada y misteriosa a partes iguales vino a su mente.

Se sonrojó, dado que tomó en cuenta los pensamientos para nada decentes que había tenido durante la sesión con Zoro.

Dejó la cubertería en el cuadrado plato desechable y colocó las manos con dedos entrelazados en medio de las rodillas. Mantenía las piernas cerradas con algo de fuerza.

Tragó saliva, experimentando las mismas sensaciones que hacía varios días, cuando se hallaba desnuda en el alargado sofá de Zoro.

«Lo sentí por todo el cuerpo...», reconoció en su fuero interno.

Sylvanna, que se asomaba por la puerta en compañía de su amiga Waleska; la chica alta, blanca y esbelta que siempre mantenía el cabello teñido de rosa; esbozó una sonrisa de complicidad cuando notó la rojez en las mejillas y orejas de [Tn], que parecía sumida en su propio mundo.

DEL LIENZO AL CORAZÓN ━━ [FINALIZADA] 《76》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora