Capitulo 5

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A finales de aquella semana, Hermione decidió que no podía seguir prolongando su estacia.

Necesito volver al mundo real,por muy difícil que le resultara dejar atrás la comodidad y el calor de aquella casa.

Andrómeda y Narcissa se portaron de maravillosamente. Se habían hecho amigas muy deprisa, pero la madre de Draco comprendía su necesidad de regresar a su propia casa.

Sin embargo, Draco parecía no entenderlo.

-No lo comprendo-repitió por cuarta vez en la última media hora-. ¿Porqué tiene tanta prisa por marcharte?

-Llevo aquí una semana, Draco-le recordó Hermione mientras ponía a la niña sobre la cama para cambiar el pañal.

-¿Y?-preguntó él colocándose al lado de Chloe para acariciarle la cabecita.

-Tengo una vida y un apartamento, y es hora de que regrese a el.

-¿Y no puedes hacer tu vida aquí?

Hermione lo miro y sintió algo cálido recorreriendole las venas.

-Podría aseguro ella abrochandole el pañal a su hija. Pero no sería mío.

-De acuerdo-respondió Draco tras una larga pausa. Tu ganas.

-Al fin. Gracias.

-Deberías apuntar lo que te acabo de decir. Mí familia puede asegúrarte lo raro es que yo pronuncie esas palabras.

-Te lo agradezco.

-No me gusta perder.

-No has perdido nada-le aseguro Hermione mientras tomaba a la niña en brazos y la acunaba contra su pecho.

Hermione sintió algo parecido a un enjambre de abeja en su estómago, pero se dijo así misma que no debía tomarse aquello demasiado en serio. Draco solo la estaba tratando de ser amable, y no pretendía ser a lo que las agitadas hormonas de Hermione le hubiera gustado que dijera.

-Bueno-dijo él poniéndose en pie sujetando a la niña como si formara parte de él-. ¿Has recogido ya todo?

-Si, no me ha llevado mucho tiempo. No traje muchas cosas.

Draco estiró la mano para retirarle el cabello y dejo que la yema de los dedos resbalaran por la mejilla de Hermione. Ella levantó ligeramente la cabeza y sus miradas se cruzaron. Cuando Draco salió de la habitación con la niña en brazos, Hermione se dejó caer sobre la cama.

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El edificio en el que estaba su apartamento no era nada del otro mundo. No tenía personalidad pero estaba limpió. Las paredes del recibidor estaban pintadas de un color marrón claro, estaban decoradas únicamente con una fila de buzones por todo el corredor.

Hermione se detuvo delante suyo, y Draco se sorprendió del poco correo que había slmacenado durante toda una semana. Un par de facturas y nada más. Nada personal. Nada que demostrar que alguien la hubiera hechado de menos en alguna parte.

Draco había crecido en una familia lo suficiente numerosa como para formar un ejército de Quidditch, y le resultaba difícil imagínarse lo que sería estar completamente solo. Y no le gustaría pensar que Hermione estuviera sola.

Subieron el ascensor y el aparto comenzó hacer ruidos extraños. Draco frunció el ceño y se escribió una nota mental para echarle un vistazo con el portero del edificio antes de marcharse.

El ascensor se detuvo en el tercer piso. Las puertas se abrieron y subió un tipo y posó sus ojos sobre Hermione una mirada lasciva, y Draco estuvo apuntó de pegarle un puñetazo. Pero ella no le prestó atención. Estaba tan ocupada mirando a su hija. Lo que preocupaba más aún a Draco. No estaba en casa de su tía, ¿Cómo iba a cuidarlas?

Como un rayo de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora