Capítulo 2

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Hermione apenas tuvo tiempo de saludar antes de que la madre de Draco la colocara sobre la cama.

En cuestión de minutos, las dos .mujeres la ayudaron a ponerse un camisón y la volvieron a tumbar en la cama, Hermione se incorporó ligeramente sobre los cojines y miró a su alrededor. Había un gran armario de madera de cerezo en una de las paredes de la habitación, y los suelos de madera estaban cubiertos con ricas alfombras de persas. Era un dormitorio espacioso y muy bonito. Nada que ver con su pequeño apartamento.

-No me parece estar aquí-consiguió decir Hermione mirando alternativamente a las hermanas Black  que estaban colocadas al lado de la cama.

-No te preocupes, Hermione-dijo Nymphadora mamá ba traído muchos niños al mundo,  es más yo nací en esta casa.

-No sé si...

Pero entonces el niño que llevas dentro hizo un amago de salir y Hermione se olvidó de la sensación de sentirse fuera de lugar. No había nada más importante que el inminente nacimiento. Nada.

-¿Quieres que llame a alguien?

-A Ginny-contestó.

-Lo tengo-dijo Nymphadora. ¿Alguien más? ¿ tú esposo?

-No te preocupes. Concentrate sólo en el bebé-dijo Narcissa colocándole las almohadas mientras Nymphadora salía a toda prisa del dormitorio-. Se que debe ser duro, pero te aseguro que vamos a cuidar de ti. Y recuerda que Andrómeda fue enfermera.

-Gracias murmuró Hermione mientras la última contracción se desvanecía para dar paso a otra más dolorosa.

Narcissa anduvo al rededor estirando las sábanas y acariciando nerviosamente la mano de Hermione.

-Voy hacerte un té-dijo.

Cuando Narcisaa salió,  Hermione pensó que aquello no estaba saliendo en absoluto según lo previsto. Había pensado muchas veces en el nacimiento de su hija. Había quedado incluso con una partera para que vaya a su departamento para ayudar a su bebé a nacer. Algunos de sus amigos se habían escandalizado al conocer su intención de dar a luz en casa. Pero una partera experimentada la ayudaría. Era una opción excelente y mucho más barata que una estancia innecesaria en el hospital.

Draco se detuvo en el umbral de la puerta. Se miraron a los ojos y Hermione se sintió un poco mejor al verlo cruza la estancia. Era curioso pensar que dos horas atrás no supiera que ni existía,  y ahora era el único rostro familiar en un mundo que de pronto se había vuelto muy extraño.

-¿Qué tal estas?-le preguntó inclinándose sobre ella y apartándole el pelo de la cara.

-He estado mejor-aseguró Hermione mordiéndose el labio inferior cuando se sintió azotada por la siguiente oleada de dolor.

Draco la tomó de la mano, estrechandola entre las suyas. El solo hecho de sentir su contacto la ayudaba.

-Aprietame la mano-susurró Hermione apretando los dientes.

La partera le había dicho que durante el parto tenía que tratar de mantener los músculos los más relajados posibles. Así que ella no podía apretarle.

-No quiero hacerte daño-aseguró Draco presionándole sólo ligeramente.-No me lo haces. Más fuerte.

Él la apretó con más fuerza y eso contribuyó a distraerla de los espasmos que la estaban atravesando por la mitad. Hermione cerró los ojos y se dobló de dolor, tratando de recordar que cuando todo acabará ya tendría a su hija. Nunca más volvería a estar sola.

Tendría a alguien a quien amar, alguien que también la querría a ella.

Andrómeda entró en la habitación,  Draco sal debo examinarla.

Como un rayo de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora