Hermione exhaló un profundo suspiro y se llevó los brazos al pecho para cubrirse los senos. Sabía que ya era un poco tarde para aquello, pero una vez pasado que el fuego se sentía de alguna manera un poco desnuda.
-Mmm-susurró Draco-. Será mejor que no te muevas mucho, ¿de acuerdo?
-Tal vez sea mejor que me baje de tu regazo.
-¿Lo mejor para quién?-preguntó él-. Yo estoy disfrutando.
-¿Es que eres masoquista?-bromeo Hermione con una sonrisa-. Sabes que no puedo...
-Sí, lo sé-aseguró él sujetandola con firmeza.
Hermione lo miró fijamente. Y Draco sabía que no podía hacer el amor, y sin embargo había llevado la situación hasta un punto en el que si ella no hubiera alcanzado el orgasmo, habría explotado. Y seguro que él se sentía igual.
-Entonces, ¿por qué?
-Por qué necesitaba tocarte-aseguró Draco acariciandole la espina dorsal-. Necesitaba besarte. Me estaba volviendo loco, Hermione. Sólo podía pensar en ti, en tenerte cerca.
Ella sintió cómo se le formaba un nudo en el estómago. Lo miró a los ojos y se pregunto cómo habia logrado vivir veintiséis años sin ellos, sin perder la belleza y la calidez que brillaba en su interior y entonces se pregunto cómo demonios iba a vivir el resto de su vida sin verlo.
Hermione le echó los brazos al cuello y lo beso despacio, profundamente, con ternura, demostrandole sin palabras lo importante que era para ella estar entre sus brazos.
Draco la había llevado más lejos, más alto que nadie. Y pronto sintió el deseó de hacerle a él mismo regalo.
-Y ahora -susurró dejando de besarlo y cubriéndole el rostro con las manos-. ¿Quieres que haga algo yo por ti?
-No-aseguró Draco tomándole la mano y besándole la palma.
-¿Por qué?
-Porque puedo esperar. Te deseo, Hermione, pero esperaré hasta que pueda tenerte toda.
Aquello no era una promesa de amor eterno pero tampoco ella estaba esperando ninguna. Draco la deseaba, y al menos era sincero.
Por el momento él era suyo, disfrutaría de la sensación de estar en brazos de un hombre como nunca pensó que encontraría ninguno.
Y disfrutaría de ellos el tiempo que durase.
Ya lloraría su pérdida cuando todo terminara.
Cuando estuviera sola.
-Vale la pena esperarte-aseguró Draco atrayendola hacía sí para que descansará sobre su pecho.
Ella escucho el latido de su corazón y se prometió a sí misma que lo recordaría todo.
Lo recordaría para el momento en que Draco sólo fuera un recuerdo y las noches demasiado largas y solitarias.
Narcissa sonrió y saludo con la mano a Hermione cuando ella y la niña se acercaron a la terracita del café.
-¡Morgana!-exclamó Narcissa levantándose para mirar de cerca el cochecito-. Lo que ha crecido.
Hermione sonrió con orgullo mientras la otra mujer le hacía carotas a su hija. El tiempo transcurría muy deprisa. Había pasado ya más de una semana desde la noche del sofá, y la tensión sexual entre ella y Draco no había hecho más que incrementarse. Ambos sabían que enseguida Hermione estaría físicamente preparada para hacer el amor, pero la verdadera cuestión era otra:¿Lo estaba emocionalmente?
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Como un rayo de luz
Romance¿Realmente todo está perdido? ¿Aún puedo volver a empezar? Esa eran las preguntas que, Draco Malfoy se hacia todas las noches antes de dormir, pero eso cambio aquella noche cuando decidio ayudar a Hermione Granger.