El secreto es los condimentos-estaba diciendo Draco-. A la gente le gusta el sason, el sabor fuerte.
-Intentare recordarlo.
-¿te ocurre algo?-preguntó Draco apartando los ojos del fuego.
-No. Estaba pensando.
-En nada agradable, supongo.
-Auror y adivino ¿eh?-respondió ella sonriendo para disimular.
-No me hace falta leerte el pensamiento para ver nubes de tormenta en esos ojos bonitos que tienes.
Ella se resolvió incómoda en la silla.
-Bueno-dijo Draco sirviendose un vaso de vino y otro de agua para ella-. Háblame de ti.
-No hay mucho que contar.
-Entonces tardaré un poco -respondió Draco.
-Termine Hogwarts, y me fui Australia.
-Estas lejos de casa.
En realidad Hermione, Hermione sentía que no había tenido casa hasta que volvió a Inglaterra varios años atrás.
-No respondió suavemente. Está es mí casa. Mis padres murieron en un accidente y termine de crecer sola.
Pero ahora tienes una casa muy bonita, un buen trabajo una hija maravillosa.
Hermione se sintió invadida por una oleada de orgullo. Había trabajado muy duro para construir una vida propia y se alegraba que Draco la reconociera.
-Pero una cosa no quita la otra-señalo él-. Sería una mala persona si no sintiera simpatía por la niña que una vez fuiste Hermione. Ninguno niño debe crecer sin familia.
Eso era lo que ella había pensado, siempre, pero escuchar a Draco decirlo despertó en ella una punzada de culpabilidad. Chloe crecería sin una familia, al menos en el sentido tradicional de la palabra. Pero en cuanto aquel pensamiento se le pasó por la cabeza, Hermione lo rechazó. Aquello era distinto. Ella tendría a su madre. Siempre. Y eso sería suficiente. Hermione haría que fuera suficiente. Negándose a seguir por aquel caminó.
-Lo sé -dijo Draco-. Pero a veces parece que fue ayer, ¿verdad?
-En algún momento-admitio ella antes de darle un sorbo a su vaso de agua-. Pero no me dejó llevar.
Draco asintió con la cabeza mientras la observaba.
-En cualquier caso-dijo Hermione, dejando atrás todo aquel asunto de la pobre huerfanita-me marche cuando fui lo suficiente mayor. Conseguí graduarme y me mudé al otro lado del país para empezar de nuevo.
Draco sirvió la cena y aspiró el aquel aroma.
-Australia debió ser todo un cambio para ti, ¿Qué tal pasaste tu primer invierno?
-Fue todo un impacto -respondió ella soltando una carcajada-. No había vista nunca tanta nieve.
-Dicen que los invierno son muy crudo en Australia.
-Nada que un hechizo no solucione. Aque el invierno es más calido mirando por la ventana.
Es preciosa. Y serena. Silenciosa de algún modo. Es como si la tierra aspirara con fuerza el aire y lo retuviera.
Draco la miró y pensó que si el mundo se estuviera en aquel instante podría pasarse toda la eternidad contemplandola. El dibujo de los rayos de sol en sus facciones, el modo enbque su cabello castaño parecía convertirse en oro, sus labios entreabiertos en una sonrisa que era el mismo tiempo seductora e inocente.... Hermione Granger le estaba calando hondo. Muy hondo. Y Draco no estaba completamente seguro de querer tenerlo. Y eso debería preocuparlo.
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Como un rayo de luz
Romantizm¿Realmente todo está perdido? ¿Aún puedo volver a empezar? Esa eran las preguntas que, Draco Malfoy se hacia todas las noches antes de dormir, pero eso cambio aquella noche cuando decidio ayudar a Hermione Granger.