Park Jimin no se avergonzaba de vender imágenes sexuales a quienes quisieran pagar. No era lo mismo que vender su cuerpo. Pero tampoco lo compartía con nadie de su círculo cercano. Era su secreto. Y como el dinero no salía de los árboles, era una buena forma de tener ahorros para vivir tranquilo. Aunque el sueño de la casa propia seguía pareciendo imposible.
Pero por el momento, trabajaba de lunes a viernes en una cafetería no tan popular, pero a la que asistía una buena cantidad de clientela. A la vez que mantenía a su público privado de Twitter feliz con interacciones sencillas. Él agradecía que sus seguidores estuvieran dispuestos a comprar su material, y que no fuesen agresivos ni nada por el estilo. Al contrario, había logrado establecer buenas relaciones (no muy estrechas, por supuesto), en las que los chicos le preguntaban por su día y lo elogiaban todo el tiempo. Se sentía bendecido por haber logrado una buena experiencia. Aunque nunca fue el objetivo de su perfil. Él sólo lo había creado para desahogar su frustración sexual. Los seguidores empezaron a llegar de a poco. Y de alguna forma, quisieron pagar por su contenido erótico.
A veces se sentía muy superficial, pero los buenos comentarios de sus seguidores lo hacían sentir atractivo. Aunque nunca compartía imágenes de su rostro, o detalles que pusieran en evidencia su identidad.
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—Buenos días, gente — saludó a sus compañeros de trabajo, al llegar a la cocina.
—Buenos días, Jimin — Hye le devolvió el saludo, con una gran sonrisa brillante.
El otro chico, de cabellera negra y personalidad seria, lo ignoró como siempre.
Jimin ya ni siquiera se sorprendía, aunque sí era frustrante. Pero todo parecía indicar que a jk le generaba alergia su presencia.
En un comienzo, Jimin intentó acercarse al pelinegro. De verdad quiso ser amable, sin dobles intenciones, aunque le pareciera sumamente atractivo. Pero jk no quería nada con él. Después de siete meses, en los que Jimin twitteaba sobre él y su constante rechazo, y cómo lo hacía sentir pequeño e indeseable, se cansó. Y es que todos tenían un límite. Y Jimin no quería seguir sintiendo vergüenza por sí mismo. Si el chico no quería nada con él, perfecto. Y si Jimin fantaseaba con el pelinegro y su tosca actitud, perfecto también. Sería su otro secreto.
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୨୧ . * Be my pretty babe * . ୨୧ Kookmin;
Hayran KurguJimin vende contenido erótico en Internet. Jungkook es un cliente frecuente No saben que se conocen en la vida real