Capítulo 3

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Argentina siempre había sido un obsesivo de la limpieza. UK sabía eso desde hace muchos años, no había nunca en presencia del argentino un mueble sin lustrar, pero viendo el estado de aquella casa, UK supo de antemano que la mente del argentino estaba caótica y desordenada. No es que hubiera tanto desorden, pero comparado a lo que Argentina solía tener, aquello era preocupante.

—No estuve mucho tiempo en casa —explicó el argentino, previendo desde ya los pensamientos del británico —hasta acá huelo el polvo.

Reino Unido solo se alzó de hombros indicando que no le daba mucha importancia a eso, y simplemente se apoyó en la parte de atrás del respando del sofá de la sala mirando al argentino.

—No hay problema, en realidad —aclaró —si vieras lo desordenada que tengo mi propia oficina creo que te daría un infarto —rió ligeramente ante eso y Argentina le sonrió en respuesa.

—En realidad este lugar es deprimente —habló el albiceleste —debería hacer varias remodelanciones, la mayoría de cosas son antiguas...

—Solo dime que este sofá no es el mismo que tenías en mil nueve cuarenta y cinco, por favor.

Argentina largó finalmente una risotada.

—¡No sé! ¿Quizás...? —respondió con burla, y viendo el rostro del británico volvió a reír y se posó a un lado suyo —nah, mentira. Este es nuevito de hace poco.

—Y supongo que tendré que dormir aquí.

—En efecto.

El británico sonrió ladinamente mientras daba un ligero codazo juguetón al argentino a un lado suyo. En respuesta, Argentina se lo devolvió y poco a poco comenzaron una pequeña pelea de manotazos mientras reían y luchaban para ver quien se caía primero.

Argentina tropezó con sus propios pasos y fue el primero en perder el equilibrio y terminar en el sofá con UK encima suyo sonriendole con burla. Entre suspiros para recuperar el aire, Argentina le sonrió con diversión.

—Para ser tan enano tenes fuerza, eh —alagó. Dió un soplido en la frente del contrario para sacarle un par de mechones de la cara —quien lo diría...

—Es un don, aunque tu tambien eres fuerte —respondió, quitandose de encima del argentino para sentarse en el sofá viendo como Argentina hacía lo mismo.

—Aprendí varias cosas en la guerra, tuve que entrenar bastante y gané fuerza —explicó, y luego le dió una mirada de reojo —aprendí también a pilotar aviones, aunque no es mi área.

—¿Aviones? ¿De esos que tu ejercito maneja a raz del mar?

La palabra "mar" bastaba por si sola para que Argentina hiciera una mueca de desagrado. Le tenia una fobia tan impresionante que con siquiera nombrarlo ya tenía una sensación de mareo.

—Sí... si de por si subirme a un barco es todo un desafío para mi, imaginate un avión en medio del agua —Le dió un ligero escalofrío de solo pensarlo —a mi me derivaron al área médica, todos los tipos de heridas que te puedas imaginar las vi todas juntas en cinco minutos... pero también hubo algunos soldados que me enseñaron a manejar los aviones solo en caso de emergencia.

UK no pudo evitar sentir cierta incomodidad en el pecho ante las palabras del argentino, como una culpa presente en si mismo que sabía que iba a ser difícil quitar.

—Todo sigue igual entre nosotros, ¿verdad? —preguntó, cauteloso, con un tono de voz que demostraba toda su inseguridad —es decir, estamos en guerra pero...

Argentina lo interrumpió.

—Nuestros gobiernos estan en guerra, Reino. No nosotros...

UK asintió ante eso sintiendo que sus defensas se quebraban ante Argentina. De repente sentía ganas de llorar pero no iba a hacerlo, no de esa forma tan débil.

—¡Lo sé! ¡sí! ¡yo solo...! —comenzó a decir rápidamente buscando no sonar afectado —Tenía miedo de que me empezaras a odiar por eso y...

Sintió como Argentina lo rodeó repentinamente y sin avisar en sus brazos. Lo estaba abrazando dandole una calidez indescriptible a su pecho, disipando la culpa de sus borrosos pensamientos y convirtiendola en una sensación agradable de calma.

—Ya todo el mundo piensa que nos odiamos desde tiempos inmemorables, ¿les vamos a dar el gusto de que eso sea verdad? —murmuró el latino apoyado en su hombro, con la voz calma.

—No... —respondió UK, saliendo de su pequeño shock y correspondiendo el abrazo —tienes razón, nosotros no estamos en guerra.

Argentina asintió.

—Somos un equipo, siempre lo fuimos.

***

Con una almohada y un par de frasadas polvorientas, UK había logrado hacer de ese sofá incómodo una perfecta cama improvisada. Era curiosa esa colcha con patrón de tigre, pero abrigaba como ningúna otra. Argentina bajaba del piso de arriba con algo de ropa y un par de libros que sabía que le gustaban.

—Bueno, el trato es este —pactó el argentino, dejando todo en la mesa ratona frente al sofá-cama —te podes quedar todo el tiempo que quieras, pero ni pienses en salir.

UK frunció el ceño ante eso, si tenía en cuenta que había ido ilegalmente allí, pero no era la primera vez que lo hacía y generalmente podía andar libremente por ahí sin causar mucha sospecha, ¿por qué ahora las cosas cambiaban?

Además, su forma humana tampoco era la gran cosa, y había aprendido a dominar el español bastante bien.

—¿Por qué no puedo? —preguntó, confundido —se que me matarían si supieran que soy británico pero...

—Tu identificación es falsa y si los militares se enteran, te voy a perder el rastro —se sinceró Argentina, preocupado —puede que en tu forma humana no sepan quien sos en verdad, pero tener una identidad falsa o no llevar el documento si te preguntan es excusa suficiente para... no sé, llevarte a algún lugar donde no te voy a encontrar. A mi también me tienen amenazado, pero no me meten tanta presión.

—No tenía idea...

El argentino le sonrió con pesadez y cambió de tema.

—Bueno, acá traje ropa que quizas te entre, seguro que trajiste pero no tanta. Ya que te vas a quedar unos cuantos días supongo que podrías elegir algo que se te haga cómodo.

—Gracias —agradeció el británico, de forma sincera.

—No es nada...

Los siguientes minutos fueron cortos y rápidos. Argentina apagó las luces de la cocina, la sala y la escalera. UK se recostó tranquilo en el sofá que cubierto de sábanas era bastante cómodo y luego de un saludo de "buenas noches" sintió a Argentina subir las escaleras a su habitación y suspiró.

Vaya que las cosas estaban complicadas.

UK sabía que Argentina fingía que no, pero podía notar dentro de si que estaba mal. Había perdido su brillo en la mirada, y a pesar de que estaba seguro de que otros lo negarían, él no. Sabía ver a través de los ojos de ese argentino que conocía hace tiempo: tenía un brillo único y especial, uno que se mantenía incluso en las reuniones donde se mostraba serio y malhumorado. Era un brillo que desprendía viveza y astucia, un brillo elegante propio de el.

Y ahora ya no lo notaba, Argentina había perdido ese "algo" que solía tener. Su mirada, aparte de ojerosa, parecía desesperanzada.

Respiró profundamente. Tal vez el no era la gran cosa cuando de ayudar al resto se trataba, pero estabamos hablando de que el que necesitaba ayuda era Argentina. No iba a dejarlo tirado así como así.

Iba a ayudarlo como fuera. Ambos eran dos personas que siempre habían latido en una sintonia completamente distinta, pero así mismo, siempre se habían llevado bien.

Quería que Argentina volviera a recuperar su brillo.

Latir Desigual [UkArg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora