Cap 6: El gran escape

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La sangre de Elisabetta y las lágrimas de Drácula crearon 14 rubíes con poderes especiales, durante la guerra de los clanes la mayoría de los rubíes se perdieron, poco clanes sobrevivieron.

Los Arabyan, los Dracas, los Lycana, los Nosferas, los Pyras, los Vyras y los Vamalia.

La noche caía nuevamente en Italia, en un pequeño pueblo cerca del puerto, en la prisión dos jóvenes, de mundos diferentes, buscaban una escapatoria a aquella situación, Nicu tenía una expresión relativamente relajada, pues al fin y al cabo no entendía el peligro que corría a su alrededor, pero Artemisa si, no podía borrar la expresión de aquella vampiro que le robo momentos atrás, aquella bestia que no era diferente a ella, excepto por algo muy importante, La Sed de Sangre, en los ojos de la ladrona podía ver aquel destello de satisfacción por su miedo, pues aunque intentara ocultarlo, no solo tenía miedo, estaba aterrada, temblorosa de aquella mujer que los mataría sin dudar vuelva y termine aquello que todavía no empezó, volvió a insistir en que debían escapar de allí lo más pronto posible.

Lejos de allí, aquella ladrona quemaba las páginas del libro a un costado de un fuego improvisado, ignorando el barullo del pueblo

- ¿Qué haces? – pregunto Artemisa al ver como Nicu con un pequeño broche intentaba abrir la celda, sin embargo, el trabajo fue interrumpido por la llegada de un guardia

- ¿Qué sucede? – pregunto al no comprender la conversación entre el guardia y el carcelero

- Parece que encontraron algo en la camarera – contesto al comprender el idioma Vampire fue la única palabra que el humano logro comprender

- ¿Vampiros? Debe ser una broma – rio, sin embargo, la expresión seria de Artemisa lo hizo recapacitar

- Mordieron a la mesera – tradujo – y le robaron lo que traía puesto

- Oye... la mujer que te robo – comenzó a decir, ambos se miraron angustiados, pero volvieron su vista a los guarias

- Mascaras Rojas, buscaran a los Mascaras Rojas – la mirada del chico se oscureció – no parecen ser sus grandes admiradores, los buscaran para arrestarlos – explico – tenemos que salir de aquí, ahora – dijeron al unísono, Nicu volvió a agacharse, mientras Artemisa tomaba la banca para ir a la ventana, tomo las dos barras del centro, sus ojos destellaron en violeta, y con una fuerza sobrehumana, quito los barrotes, volvió a colocarlos – Nicu – llamo – están sueltos – bajo, dejándole espacio al muchacho – tú tienes más fuerza, crees poder quitarlos – él no se veía muy convencido – por favor – suplico, al final las barras salieron con facilidad, dejando al chico pasmado – eres fuerte – rio y ambos salieron por aquel agujero antes de que alguien los viera.

Ambos jóvenes corrían por las calles de Italia, una vez estuvieron seguros. En el barco, dos jóvenes estaban despiertos, intentando olvidarse de sus problemas, a uno de ellos le costaba más, pues las palabras de la Arabyan aun rondaban en su cabeza "Pues no le haces mucho honor a tu nombre", cerro los ojos, pero otra imagen apareció "¿Qué es lo que intentas probar?", recordó de la última clase, el momento se desvaneció siendo remplazado por aquella pequeña persecución en los callejones del pueblo, una peña sonrisa apareció en su rostro, la cual fue borrada de inmediato por aquellas palabras "... Eso no te convierte en alguien honorable, sino en alguien egoísta... aunque lo niegues, eres alguien egoísta y orgulloso, y eso te llevara a tu propio final..." abrió aquellos ojos azules cielo, aquellos ojos que podrían hipnotizar a cualquier chica, que ahora ardían de dolor, aquellas palabras lo habían golpeado como una bala de plata, tan fuerte que comenzó a cuestionarse a sí mismo, otra imagen apareció en su tormentosa mente "sí prometes cambiar vallamos juntos, sino que los dioses se apiaden de tu alma" allí estaba, su oportunidad de redimirse, sin embargo la veía partir, sola y sin mirar atrás, aquel orgullo, el asqueroso orgullo, tan característico de su clan, lo estaba torturando, de una forma que ni Calvina o Van Helsing podrían hacer, pues aquella tortura era provocada por el mismo, tortura que tal vez lo ayudara a cambiar. Aun en medio de su ensoñación los ataúdes fueron abiertos con brusquedad, llevando a todos los herederos a cubierta, ninguno de ellos entendía el motivo.

El encanto de los ArabyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora