Cap 9: Monstruo

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La sangre de Elisabetta y las lágrimas de Drácula crearon 14 rubíes con poderes especiales, durante la guerra de los clanes la mayoría de los rubíes se perdieron, pocos clanes sobrevivieron.

Los Arabyan, los Dracas, los Lycana, los Nosferas, los Pyras, los Vyras y los Vamalia.

Era casi mediodía en Nápoles, por lo que Vampiros, Sombras y Herederos estarían durmiendo, pero dos de ellos no podían conciliar ese preciado sueño, pues, aunque los vampiros no podían imaginar y crear fantasías en sus cabezas, mientras duermen, necesitan aquel consuelo que les permite no pensar en nada. Sin embargo, era difícil para aquel Arabyan, su reciente ruptura con su novio lo estaba consumiendo, no saber si hizo lo correcto al dejarlo, pensar si volvería a ser aquel chico dulce y cálido, que le prometió reescribir las estrellas, para que todos conocieran su amor, también estaba la precedencia de aquella Vampiro que estaba dispuesta a matar a su hermana con tal de conseguir ese estúpido rubí, él sabía que Atenea no iba a dejar que ningún Vampiro, Sombra o Mortal, se acercara al rubí que su padre le había entregado, sus padres, esa era otra de las cosas que pasaba por su cabeza, ¿Ellos habrían estado de acuerdo con su relación? ¿Ellos habrían aceptado a Malcom como su pareja? ¿Estarían de acuerdo con su elección para su Pareja Eterna? Eran demasiadas las dudas y pensamientos que pasaban en su cabeza, que decidió salir de su ataúd y tal vez tomar aire fresco.

- Oh, Alisa – exclamo al ver que la chica también salía de su "cama" – ¿No puedes dormir? – pregunto calmado, ella negó – tampoco yo, ¿Quieres ir a dar una vuelta?

- Tal vez mas tarde, ahora quería preguntarle algo a Luciano – contesto amable

- Puedo preguntar ¿Qué cosa?

- Quería saber cómo funcionaba el rubí de la Condesa, el del clan Arrufat

- Oh, ¿El que te permite hablar con los difuntos? – Alisa asintió – bueno, si descubres como hacerlo, y puedes comunicarte con ellos, ¿Podrías decirles a mis padres que los extraño mucho? – ella asintió y susurro un "Claro" – muchas gracias Al – sonrío y comenzó a caminar fuera de la habitación – si necesitas algo, estaré en La Plaza

- Espera – dijo antes de que él se fuera – dime como son, tus padres – él se la pensó un momento

- Mi madre, tiene el cabello oscuro, como Art y yo, ojos violetas casi lilas y una mirada gentil, como si supiera lo que pasa en tu interior e intentara apoyarte – suspiro con nostalgia – mi padre es más parecido a Atenea, su mirada muestra firmeza y determinación, aunque también es alguien gentil, tiene cabello pelirrojo y sus ojos son verdes a diferencia de nosotros, se llaman Eileen y Cormarc – sonrío con tristeza y comenzó a caminar en dirección a los paraguas para ir al exterior – te deseo suerte Alisa

- Gracias Apolo, ojalá encuentres lo que buscas – con una sonrisa vio la puerta de la habitación cerrarse detrás del chico, quien con calma subía por las escaleras y dejaba que la brisa del mediodía lo llenara

Apolo caminaba por las calles del pueblo, sus ojos habían cambiado al habitual marrón que todos los Mortales estaban acostumbrados a ver, rondaba por los puestos ocultos del rayo del letal sol, una muchacha de piel bronceada y ojos de un verde amarronado, se acercó a él, pidiendo que la acompañara a ver a una supuesta vidente

- Vamos niño bonito, será divertido – dijo coqueta – prometo que no te hare nada – y con una suave risa lo tomo del brazo, levándolo por un callejón apartado

- Oye enserio suéltame – se quejó, intentando soltarse del agarre de la chica sin demasiada fuerza, pero ella no cedió – enserio, quiero que me sueltes – volvió a tirar y ella apretó más fuerte – es la última vez que te lo digo, o me sueltas o esto acabara mal – advirtió furioso

El encanto de los ArabyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora