Capítulo 9: Un nuevo amigo

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Layla Anderson.

Hasta ahora nuestro plan parecía triunfante, pero aún así había, conflictos en el grupo. Por ejemplo: teníamos que hablar del intento de homicidio de Carl.

Él se fue enojado solamente dejando preocupado a su padre. No pude darme la oportunidad de seguirlo porque yo también tenía que decirle algo importante a Rick.

-Voy a decirte algo, pero no te enojes -murmuré a su lado tirando levemente de su camiseta. Se dio media vuelta mirándome con curiosidad.

-¿Qué hiciste? -preguntó con seriedad. Tenía una gran sorpresa para darle.

Suspiré, mentalizándome para el regaño que recibiría de su parte. Buffee un poco acariciando mi propia frente antes de dirigirme hacia uno de los autos en el que habíamos vuelto. Rick me siguió a paso decidido y cuando abrí la cajuela para enseñarle lo que vi ahí, suspiró decepcionado.

-¿Por qué? ¿Por qué de todas las cosas que puedes hacer mal tienes que hacer esta? -cuestionó frustrado, llevando una mano a su frente tratando de entender la situación.

-Lo siento... -susurré apenada.

Mirábamos fijamente al cuerpo atado que ya hacía sobre nuestra cajuela. El chico nos veía con indiferencia, cansancio más que nada. Hace frío, por lo que no se moría de calor, pero si de desesperación.

-¿Cuántos tiene? ¿Doce? -preguntó Rickde forma agresiva, algo desesperado, más no de forma invasiva hacia mí.

-Tiene como catorce... -murmuré con disgusto, mirando al chico. El frunció el ceño ofendido.

Como no me gustaba las caras que me estaba haciendo, decidí que le daría el don de la vocalidad. Que se expresara todo lo que quisiera. Yo soy Jesucristo, revivo muertos y salvo vidas como si fuera el mismo Papa Francisco

-¿Quince? Habla, maldita rata -le pedí, ante su tan grosera reacción, y él rodó los ojos con ironía, ya que no podía hablar por la cinta adhesiva que cubría sus labios.

Rick, ya hartó, lo tomó de los hombros sacándole la cajuela obligando a la que se pusiera de pie. Le arrancó de un tirón la cinta asustándolo.

-¿Te quieres morir? -preguntó con frialdad sujetando sus hombros acercando su rostro al suyo mirandolo atentamente.

-No, gracias, así estoy bien -respondió, algo nervioso ante la seriedad de Rick.

-Entonces obedecerás todo lo que te digamos, ¿Entendiste? -susurró de forma amenazante.

-Si, señor -respondió con seriedad, tratando de mostrarse recto, pero sabía que su cordura estaba a punto de quebrarse. Rick lo soltó, excepción de las cuerdas que aún ataban sus manos y dio media vuelta hacia mí.

-Y tú, cómo te encanta adoptar conejos, lo cuidarás.

Hice una mueca de asco mientras cubría mi rostro con las palmas de mis manos, soltando un jadeo de disgusto.

-Oh si, señorita -respondió Rick a mi berrinche. -¿Querías una fiesta de quince años? Aquí tienes un chambelán, consigue otro dos y te compró el vestido.

Dió un golpecito en mi hombro antes de volver a adentrarse en la prisión, ya que tenía asuntos más importantes que atender en este momento.

-Casi te orinas en los pantalones -susurré al chico a mi lado, en forma de burla.

-Cierra la boca -exclamó fastidiado.

Muy bien. Ahora, invitaría a cada zombie a nuestro alrededor a mi hermosa fiesta de 15 años, ¿Temática? Dora la exploradora.

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⏰ Última actualización: Sep 24 ⏰

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