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POV Lily:

Acababa de llegar a mi apartamento, aún sin poder apartar de mi mente a esa chica. Era imposible deshacerme de sus recuerdos. Aquella tarde había sido espectacular. A pesar de ser un poco tímida, la conversación fluía naturalmente con ella; me sentía en paz. Hundida en mis pensamientos, caí dormida. Después de todo, la universidad suele agotar a sus estudiantes, y yo no era una excepción.

Al despertar al día siguiente, me sentía más feliz de lo normal. Tal vez porque sabía que volvería a ver a esa chica que últimamente ocupaba mis pensamientos. Mientras me bañaba, recordé el sueño de la noche anterior. Aunque no podía recordarlo con exactitud, sabía que había soñado con ella. Lo curioso es que, cuando sueño con personas, suele ser porque algo importante está por ocurrir con ellas, lo cual me dejó muy pensativa.

Antes de salir de mi apartamento, consideré si sería una buena idea llevar a Sofía a su casa. Decidí que sí y tomé el casco del copiloto.

Al llegar a la universidad, no tuve tiempo de buscarla, pero decidí enviarle un mensaje de texto:

-Buen día, ¿cómo amaneciste?

Por fortuna, me respondió al minuto. Al ver su mensaje, me sonrojé como un tomate, aunque su respuesta fue muy normal.

-Buenos días, amanecí muy bien. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

Sentí un cosquilleo extraño y suspiré mientras le sonreía a la pantalla.

-Me alegra mucho. Yo también amanecí bien, aunque hay algo que quiero preguntarte.

-Muchas gracias, y sí, claro, dime.

-¿Te gustaría dar una vuelta conmigo después de la jornada?

¡Por supuesto! Me encantaría. Su respuesta me llenó de emoción y, sin decir más, me despedí diciéndole:

-Entonces así será. Nos vemos más tarde. Suerte en tus clases.

Guardé el teléfono en la mochila para poder prestar atención en mi clase de gastronomía internacional.

Al finalizar las clases, me dirigí al aula donde ella tenía su última clase para llevarla al lugar que había planeado. Finalmente, la vi salir del salón y le sonreí como si fuera un niño viendo un dulce. Hoy lucía hermosa con unos jeans holgados, una camiseta oversize blanca y unos zapatos Jordan. Noté que en sus manos traía mi sudadera, y al estar frente a mí, me saludó.

-Hola, aquí tienes tu sudadera. Muchas gracias por prestármela.

-Hola, ey, no te preocupes. Quédatela, te la regalo para que recuerdes a tu primera guía turística cada vez que la veas.

Ella aceptó la sudadera con una sonrisa agradecida, y juntas nos dirigimos hacia fuera del campus. El sol comenzaba a descender, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados. Mientras caminábamos al lugar,nuevamente nuestras conversaciones se fluían de manera natural, como si ya nos conociéramos desde hace mucho tiempo.

Al llegar a mi destino planeado, un pequeño café acogedor , nos sentamos en una mesa junto a la ventana. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, creando un ambiente acogedor y confortable.

Nos sumergimos en una conversación que fluía como un río, llevándonos a los rincones más profundos de nuestras vidas. Entre sorbos de café y miradas cómplices, nos conocíamos más y más.

-¿Cuál es tu color favorito?

preguntó ella, curiosa por descubrir esos pequeños detalles que nos hacen únicos. Sonreí, mis ojos brillaban con una chispa de emoción a lo cual respondí:

-puede sonar raro, pero realmente no tengo color favorito, pero debo admitirlo odio el rosa jaja. ¿ y el tuyo?

Asentío con una sonrisa.

-increiblemente tampoco tengo color favorito, pero me agrada el azul, me recuerda la inmensidad del cielo y del océano, evocando una sensación de libertad y expansión que me inspira a seguir adelante con confianza.

Sonreí al escuchar su respuesta.

Nuestras miradas se encontraron en un momento de entendimiento mutuo, una conexión que trascendía las palabras. Había algo especial en compartir nuestros gustos, como si estuviéramos revelando una parte esencial de nosotras mismas a la otra.

Después de hablar sobre nuestros colores favoritos, el tema cambió hacia la música.

-¿Cuál es tu cantante o banda favorita? Pregunté, ansiosa por conocer más sobre sus gustos musicales.

Sofía se tomó un momento para pensar, sus labios curvándose en una sonrisa reflexiva. "Tengo muchos, pero si tuviera que elegir uno, diría que karol G. Sus canciones, siempre logran hacerme sentir bien.

Asentí con interés, compartiendo su admiración por la música de Karol

-Yo también admiro mucho su talento. Respondí.

-Aunque mi cantante favorito es Sebastián Yatra, realmente Su voz tiene un poder único para transmitir emociones, y sus canciones siempre me llegan al corazón, aunque también me gusta mucho Maggie Lindemann  y maluma

Entre risas y anécdotas, compartimos nuestras canciones favoritas y los conciertos que habíamos disfrutado. Descubrimos que teníamos gustos musicales un poco similares, lo cual nos acercó aún más.

Después de hablar sobre música, el tema se desvió hacia nuestros pasatiempos favoritos.

-¿Cuáles son tus hobbies preferidos?"

Preguntó, intrigada por descubrir qué actividades disfrutaba hacer en mi tiempo libre.

.-Me encanta dibujar y jugar fútbol dije.

-Sumergirme en un lápiz y una hoja o un balón y un campo de 90 metros es como escapar a un mundo totalmente diferente, lleno de aventuras y emociones.

Asentío con complicidad, compartiendo su amor por el deporte. ¡A mi también me gusta el futbol!", exclamo.

-Es una de mis actividades favoritas. Me encanta la emoción que transmite.

Entre risas y confidencias, compartimos mas gustos y las historias que más nos habían marcado. Descubrimos que teníamos intereses similares , lo cual nos unió aún más.

Después de compartir nuestros pasatiempos, nos dimos cuenta de que a pesar de tener algunos gustos diferentes, Nos sentimos conectadas de una manera que no habíamos experimentado antes, como si hubiéramos encontrado a una especie de alma gemela en la otra.

El tiempo parecía detenerse mientras nos sumergíamos en esa conexión especial que habíamos encontrado. Nos perdimos en conversaciones profundas y en risas , olvidando por un momento el mundo exterior.

Cuando el sol estaba a punto de ocultarse en el horizonte, me ofrecí a llevarla a casa. Aceptó mi invitación con una sonrisa, y el trayecto pareció fugarse en un instante, quizás porque no deseaba alejarme de su presencia. Al llegar a su hogar, me presentó a su madre, Ruth Andrade. Debo confesar que su madre me impresionó, a pesar de su apariencia algo estricta, su calidez era innegable.

Poco después, llegó su hermana, Aurora, a quien me presentó con una risa contagiosa. A simple vista, parecía tener dieciséis años, con una energía juvenil que iluminaba la habitación.

Me despedí de su familia, mientras encendía mi moto. Me dirigí hacia mi hogar, pero una voz en mi cabeza susurraba: "No te enamores". Resultaba extraño, apenas la estaba conociendo, pero ya sentía una conexión inexplicable. Quizás era el miedo arraigado por las heridas de relaciones pasadas, una sombra que se alzaba en mi interior. Aun así, me encontraba dispuesta a desafiar esos temores, a arriesgarme una vez más por la posibilidad de un nuevo comienzo.

Nuestras salidas se volvieron más frecuentes, empezamos a desarrollar un profundo afecto mutuo, y juntas vivimos numerosas aventuras y momentos memorables. Con cada experiencia compartida, nuestra unión se fortalecía y el deseo de estar juntas crecía aún más fuerte.

Mi Casualidad Más Hermosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora