𝓓𝓸𝓼 𝓬𝓪𝓻𝓪𝓼 𝓽𝓲𝓮𝓷𝓮 𝓮𝓵 𝓭𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝓸

Capitulo 14. Una enamorada

El sol de la mañana filtraba a través de las ventanas del auto, pintando patrones dorados en el interior mientras Jennie conducía. El ambiente dentro del vehículo estaba impregnado de una mezcla dulce y ligera de perfume de Haewon y el suave aroma a café que Jenhun había preparado para llevar. La radio jugaba suavemente una melodía suave que complementaba la tranquilidad de la escena.

Haewon, sentada en su silla de seguridad en el asiento trasero, balanceaba sus pies diminutos mientras sostenía con cuidado su mochila rosa. Sus ojos curiosos observaban todo a su alrededor, maravillada por las formas y colores que pasaban rápidamente fuera de la ventana.

Jennie, con una sonrisa gentil en su rostro, ocasionalmente echaba un vistazo al espejo retrovisor para asegurarse de que Haewon estuviera cómoda y feliz. A veces, entrelazaba sus dedos con los de ella mientras esperaban pacientemente en el tráfico ligero de la mañana. La conversación entre ellos era simple pero llena de afecto, con Haewon contando historias de sus juguetes favoritos y Jennie escuchando atentamente, respondiendo con entusiasmo y ternura.

El viaje hacia la escuela se sentía más como una aventura compartida que una obligación. Para Jennie, cada momento con su pequeña Haewon era una oportunidad para fortalecer su vínculo y disfrutar de la belleza de los pequeños momentos de la vida cotidiana.

A medida que el auto avanzaba por las calles familiares del vecindario, Haewon señalaba emocionada lugares conocidos: el parque donde solían comenzar a jugar juntos los fines de semana, la tienda de dulces donde a veces compraban golosinas después de la escuela, y la pequeña librería que visitaban para buscar nuevos cuentos antes de dormir.

Jennie disfrutaba cada uno de estos momentos compartidos, sintiendo cómo cada detalle se convertía en un preciado recuerdo. Le encantaba ver cómo Haewon se iluminaba con cada descubrimiento, cómo su risa llenaba el auto de alegría y cómo sus conversaciones simples pero profundas llenaban su corazón de amor paternal.

Cuando llegaron a la escuela, Jennie ayudó a Haewon a bajar de manera segura del auto, ajustando su mochila y asegurándose de que estuviera lista para el día escolar. Haewon le dio un abrazo fuerte antes de correr hacia sus amigos que la esperaban en la puerta.

-Adiós, Papi

Jennie miró con orgullo a su pequeña mientras se alejaba, sabiendo que cada mañana como esta era una oportunidad para construir no solo recuerdos, sino también un lazo indestructible entre padre e hija.

Haewon amaba ahora a su padre. Y si el paso numero uno ya estaba echo, Jennie recibia apresio de su hija

Jennie llegó al bufete de abogados, un edificio moderno de cristal y acero donde la actividad matutina ya estaba en pleno apogeo. Mientras caminaba por el vestíbulo hacia los elevadores, se encontró con Leedo, su compañero de trabajo desde hace años.

-¿Y qué tal las últimas semanas, Jenhun? -preguntó Leedo con curiosidad genuina mientras ajustaba su corbata.

-Tranquilas, nada fuera de lo normal -respondió Jennie con una sonrisa leve, presionando el botón del ascensor.

Leedo frunció ligeramente el ceño, observando a Jennie detenidamente.

-Últimamente estás más alegre y ese olor... -olfateó el hombre de traje gris, mientras trataba de identificar el aroma que había notado antes.

Jennie sintió una mezcla de incomodidad y determinación. Decidió compartir un poco más con su colega, aunque sabía que podría ser malinterpretado.

-Es la loción de Haewon -dijo tranquilamente, manteniendo la mirada fija en las puertas del ascensor que se abrían lentamente.

Leedo se quedó momentáneamente en silencio, sorprendido por la revelación. Sabía que Jenhun y su hija habían tenido dificultades en el pasado, y nunca antes había escuchado a Jennie mencionarla con tanta naturalidad.