前言

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Esa mañana en la cafetería estaba siendo un día tan común que cualquiera podría pensar que no iba a pasar nada más allá de un día normal de trabajo. Un par de clientes entraban y salían del establecimiento, así como un par de personas que salían con sus desayunos listos en bolsas de papel para comer en el trabajo o un par de cafés que llevaban para compartir con sus compañeros de trabajo.

Soyeon atendía a los clientes de manera cotidiana, al igual que Soojin, quien estaba entregando cafés en las mesas de las personas que estaban desayunando en la cafetería esa mañana, colocando los platos y tazas de café con elegancia y una sonrisa a cada uno de los clientes que atendía.

—Por favor, cinco cafés latte, tres para llevar y dos colgados. — pidió uno de los hombres que había entrado a la cafetería esa mañana con total naturalidad, ya conocía muy bien la estrategia que se llevaba a cabo en el lugar, así como su propia rutina al momento de pedir su café cada mañana.

—Perfecto, enseguida salen. — anunció con una sonrisa la coreana, quien detrás de la caja y en el computador donde registraba los pedidos, procesaba los recibos, recibía el pago y finalmente, imprimía los tickets de cada uno de los cafés que se habían pagado.

Soyeon imprimió dos tickets, los cuales se los entregó a Soojin, quien estaba a un lado de ella esperando a que los dos recibos se imprimieran para poder colgarlos en su respectivo sitio. La castaña, quien tomó los dos recibos cuando ya estaban listos, se acercó a una de las carteleras que reposaba en una de las paredes del local, colgando los tickets en ella con un pequeño adhesivo, manteniéndose a la vista de todos.

Aquella cartelera era una que resaltaba en el lugar, siendo una linda cartelera con un borde de madera oscura y un par de pegatinas como decoración y en el centro de la misma, sobre la madera blanca que resaltaba con su color claro, se pegaban los recibos. Arriba había letras hechas de cartulina que rezaban "Cafés colgados".

El establecimiento era uno bastante conocido en aquella pequeña calle de Seúl, pudiendo pasar fácilmente desapercibido debido a su falta de luces de neón o carteles excesivamente grandes, pero siendo popular gracias a los clientes habituales que no faltaban en pedir sus cafés o desayunos cada día o en su lugar, los clientes que disfrutaban de tomar una merienda junto a un buen café junto a sus amigos en una tarde tranquila.

La fachada de la cafetería era una clásica: paredes de color gris, un par de plantas de colores delante de los dos cristales que permitían ver dentro del establecimiento, un toldo de color blanco con rayas verdes que cubría la puerta de cristal del sol y la lluvia y un pequeño cartel en la puerta que decía "abierto". Por encima del toldo y de la puerta, había otro cartel, uno un poco pequeño para ser el principal del lugar, estaba pintado a mano con letras color café que decía "café y postres"; la falta de un nombre para el establecimiento era curiosa, pero nadie nunca se preguntó el porqué de ello. 

Como vemos, una mañana completamente tranquila, al menos hasta el momento en el que la campanilla de la puerta principal sonó, recibiendo a una chica de cabellos oscuros y ropa elegante, una que nunca había pasado por el local antes. Para Soyeon, era bastante común conocer a sus clientes, porque generalmente, siempre se pasaban los mismos por la cafetería y de vez en cuando, se asomaba una que otra cara nueva, las cuales reconocía en un instante como rostros nuevos.

Una camisa blanca abotonada hasta el cuello, una corbata de color oscuro, unos pantalones de vestir negros ceñidos al cuerpo y unos lentes redondos que se posaban por encima de sus ojos y reflejaban sus pupilas marrones a través del cristal era la vestimenta que aquella mujer llevaba, parecía ir en camino al trabajo o a algún lugar que requiera de un atuendo tan formal como ese. Su cabello oscuro y largo, llegando hasta su espalda baja, parecía ligeramente despeinado, un detalle que parecía ser a propósito. 

Aquella chica parecía un poco perdida, caminaba por la cafetería como si estuviera buscando un lugar o a alguien, tal vez como si no tuviera ningún rumbo claro. Soyeon, quien notó enseguida a la chica y el cómo parecía perdida, le pidió a Soojin a través de una mirada disimulada que le ayudará.

Soojin se acercó amablemente preguntándole a la chica que si necesitaba algo. La chica no respondió, tal vez sin realmente saber qué hacía allí, pero la castaña la dirigió hasta la caja para que, al menos así, pudiera hablar con Soyeon y pedir algo, si es que eso era lo que quería.

Soyeon recibió a la chica con muchos ánimos, aunque la contraria no parecía muy animada, al menos eso se denotaba por su mirada triste o cansada, tal vez las dos cosas unidas.

—Buen día. — sonrió.  —¿En qué te puedo ayudar?

—¿Hay algo que pueda comer con esto? — preguntó apenada y con su mirada baja, intentando aplacar su tono de voz y evitar que alguien más pudiera escuchar.

Después de ello, sacó un billete de mil wones, extendiéndoselo a la cajera, quien lo tomó y lo miró de cerca, notando que aquella cantidad era realmente poca. Si era sincera, no iba a poder comprar nada con esa cantidad, así que simplemente pensó en que era el momento de ofrecer un café colgado y la chica de cabellos oscuros tenía suerte de que había un par esperando para ser pedidos.

—Hm, ¿No te parece mejor que pidas un café colgado? — ofreció con ánimos.

—¿Qué es eso? — preguntó con curiosidad, nunca había escuchado ese término.

—Se trata de comidas o cafés que las personas pagan por adelantado, dejando un ticket para las personas que lo necesiten. — apuntó a donde estaban todos los recibos colgados, dirigiendo la mirada de la chica hacia el lugar.  —Justamente, antes de que llegaras, un hombre dejó un par de cafés ya pagados.

La chica creyó que aquello era una broma y río por lo bajo.  — ¿Esto es acaso una broma? — se quedó callada por un momento, hasta que decidió hablar de nuevo.  —Tengo una entrevista de trabajo dentro de poco, no tuve tiempo de desayunar y esto es todo lo que tenía para comprar comida fuera. — admitió.

Aquella chica era realmente desconfiada, a pesar de que Soyeon le había explicado de qué se trataban los cafés colgados, ella simplemente no creía y pensaba que se trataba de una broma pesada por parte de la chica que atendía la cafetería.

—No, no es una broma, puedes acercarte a la cartelera y traerme uno de los recibos y yo simplemente lo serviré por ti. — insistió con una sonrisa.

Lo pensó por un momento mientras veía la cartelera que se posaba a sus espaldas. Tímidamente, la chica caminó hasta la cartelera y comenzó a leer cada uno de los recibos; pudo notar que había un par de recibos para cafés, así como había también un recibo para un sándwich de atún. Mientras se veía inmersa en los tickets, la misma chica que le había recibido en un principio, cuando entró a la cafetería, se acercó, insistiéndole en que tomara lo que necesitara.

Después de dudar por un rato, tomó dos recibos que estaban colgados en la pared y caminó tímidamente hasta la caja donde se los extendió a la cajera.

—Bien, un café y un sándwich de atún ya salen, por favor, espera un minuto. — explicó con una sonrisa, a lo que la chica del otro lado solo asintió.

Después de un par de minutos, el pedido de la chica de vestimenta formal estaba listo. La campanilla sonó y la mujer se acercó al lugar, donde Soyeon le entregó una bolsa de papel con el sándwich caliente y un vaso con el café para llevar.

—No llegues tarde a tu entrevista. — sonrió.  —Oh, y esto es tuyo también. — agregó, extendiendo el billete a la chica nuevamente. 

—Bien, gracias. — respondió brevemente, con una pequeña sonrisa que parecía salir con dificultad, pero que se mostró brevemente para la chica de la cafetería que había sido amable con ella. 

La mujer se aferró a la bolsa con la comida y salió de la cafetería con pasos apresurados, estaba claro que quería llegar rápido a su entrevista, así que no tardó en abandonar la cafetería. 

La puerta se cerró y el día continuó tal y como había empezado, siendo normal y corriente. Soyeon atendió a la siguiente persona de la fila, así como Soojin seguía preparando cafés y sirviendo las mesas.

Todo seguiría siendo normal o al menos, eso era lo que ambas creían.

𝑪𝒂𝒇é𝒔 𝑪𝒐𝒍𝒈𝒂𝒅𝒐𝒔 » 𝘠𝘜𝘠𝘌𝘖𝘕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora