十一

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Un par de días habían pasado y ambas chicas volvían a sus rutinas en un día lunes.

Temprano por la mañana, Yuqi dormía plácidamente, esperando que su alarma sonara al mediodía. Sabiendo que debía trabajar durante altas horas de la noche, había logrado acostumbrarse a ese horario de sueño, incluso siendo uno no tan convencional.

Cuando la alarma sonó, apagó el aparato con el botón del reloj digital y se levantó al baño. Lavó su cara, se arregló un poco y salió a la cocina para hacerse su desayuno correspondiente.

Algo que se había vuelto normal y de hecho, una costumbre, era encontrarse con la cocina sucia después de los desayunos rápidos que se hacía la coreana antes de irse al trabajo. Ese día esperaba encontrarse con el mismo escenario, pero su sorpresa llegó en el momento que encontró la cocina perfectamente limpia, así como ella la había dejado la noche anterior.

Cuando comenzó a sospechar, decidió caminar hasta el pasillo de la puerta principal y buscar por rastros de la coreana. Encontró que su chaqueta de cuerina café seguía colgando del gancho, así como las llaves de la casa con aquel llavero de One Piece colgada de otro gancho al lado de la chaqueta. 

Con ello, pudo deducir que Soyeon no había salido de casa, pero entonces, ¿Dónde estaba realmente? 

Tenía un poco de vergüenza en hacer lo que quería hacer, pero prefirió asegurarse de que no le había pasado nada malo a la chica. Caminó hasta su habitación al otro lado de la casa y tocó la puerta con delicadeza, pidiendo permiso para entrar.

—¿Soyeon? ¿Estás ahí? — preguntó tímidamente y escuchó una voz ronca al otro lado de la puerta.

—Pasa, Yuqi. — exclamó con esfuerzo, junto al sonido de tos proviniendo de la misma chica justo al terminar la frase. 

Abrió la puerta gentilmente, hasta ahora, era la segunda vez que entraba a la habitación de la chica. Ahora, su principal objetivo, era saber qué le pasaba a Soyeon, pues el estar un lunes por la mañana en casa significaba que algo malo había pasado, pues no había ido a trabajar.

Miró a la cama que se posaba en el centro de la habitación y se encontró a la coreana recostada en la cama y cubierta de todas sus sábanas, acurrucada entre ellas como si la habitación estuviera congelada. 

—¿Estás bien? — preguntó preocupada, a lo que pasó hasta el fondo de la habitación y se sentó a un lado de la chica en la cama.

Sus instintos le ayudaron sobrellevar aquella situación y decidió afrontar aquello como ella lo sabía hacer. Colocó su mano sobre la frente de la chica para comprobar la temperatura y pudo notar que, efectivamente, estaba ardiendo. 

—Creo que estoy resfriada. — comentó con aquella voz débil.  —Tengo frío. — agregó, junto a la tos característica. 

—Estás ardiendo. — comentó, comenzó a pensar en opciones para bajar la fiebre de la coreana, pues sería lo primero para hacerla sentir mejor. 

—Se me olvidó reponer los medicamentos, ¿Puedes ir a la farmacia y comprar unos cuantos? — pidió, a lo que Yuqi asintió rápidamente.

—Voy a colocarte paños de agua fría para que baje la fiebre, ¿Bien? — aviso, a lo que Soyeon solo asintió, pues poca fuerza tenía para hablar. 

Antes de salir de la habitación, la coreana desde su espalda la llamó y Yuqi giró su mirada, esperando que tenía por decir la chica.

—Yuqi. — llamó y la china se giró.  —Toma de mi cartera un par de billetes y compra las medicinas. — sonrió débilmente.

La china asintió y caminó hasta la cocina. Allí, tomó un paño y lo colocó dentro de un bowl de agua con hielo. Regresó a la habitación.

Se arrodilló al lado de la chica y luego de humedecer el paño, lo colocó sobre su frente. 

𝑪𝒂𝒇é𝒔 𝑪𝒐𝒍𝒈𝒂𝒅𝒐𝒔 » 𝘠𝘜𝘠𝘌𝘖𝘕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora