El mediodía había llegado y Yuqi apenas estaba despertando después de una larga sesión de trabajo durante la madrugada. Nunca había trabajado en un horario nocturno, por lo cual se le estaba dificultando un poco acostumbrarse a sus horarios de sueño, se le estaban descontrolando. Despertar tan tarde no era algo común para ella, pero necesitaba dormir después de regresar a su casa a las cinco de la mañana.
Tenía suerte de que el transporte público en Seúl comenzaba su jornada desde muy temprano —o tal vez nunca paraba, no lo sabía—, por lo cual, a pesar de que pensó que no sería posible y que tendría que pedir un taxi, pudo conseguir un autobús que la llevó hasta el frente de su edificio, pudo llegar a su hogar y dormir sobre su colchón.
Después de las cinco horas de sueño y de todo el trabajo que tuvo durante la noche, despertó bastante hambrienta, así que decidió tomar uno de los envases de ramyeon que había comprado anteriormente, les colocó el agua hirviendo y una vez estaban listos, decidió comer.
Por alguna razón, se sentía más cómoda comiendo sobre su colchón, así que llevó el plato caliente y se sentó sobre el colchón en el suelo y comenzó a comer.
También, aprovecho a tomar uno de los cafés que el dueño de la tienda de conveniencia le había dejado para tomar durante su turno. Ya que se había tomado el café que Soyeon le había dado, aquel café le había sobrado y se lo había llevado a casa.
Mientras comía, estando sentada sobre el colchón con sus piernas cruzadas, se encontró con el bote de pastillas que reposaba en una de las esquinas de la habitación sobre el suelo, tiradas ahí, ya que había olvidado recogerlas —o tal vez lo había ignorado—. Se trataba de pastillas de ibuprofeno y ella sabía muy bien el objetivo con las cuales las había comprado, gastando parte de sus últimos diez mil wones de ese día.
Se sintió un poco mal después de ver aquellas pastillas y por recordar la decisión que había tomado en un pasado, pero se sintió tranquila de no haberlo hecho. Decidió tomar el bote de las pastillas para quitarlo de su vista, ya que verlas le estaba causando malestar y decidió guardarlas en uno de los cajones de la mesita de su habitación.
Una vez terminó de comer, decidió caminar hasta la única ventana que había en su casa, la cual se ubicaba junto a la cocina, donde abrió la ventana deslizando el cristal y pudiendo recibir el aire fresco de la ciudad. Tenía su café caliente en la mano, así que tomó de él mientras veía la ciudad y sentía las gotas de lluvia que comenzaban a caer y meterse ligeramente a la casa, así como cayendo sobre su rostro, pero lo ignoraba, mientras fuera poca agua, no le importaría.
Era un día bastante frío, su café caliente le ayudó a mantener la temperatura, aunque ello no era suficiente, por lo cual decidió tomar la misma chaqueta rasgada y con huecos de siempre y ponérsela por encima de sus hombros, lo cual le ayudó a sentirse más caliente.
Mientras veía la ciudad, recordó aquel libro que estaba leyendo, ese de Howard Phillips Lovecraft. Recordó que en su adolescencia, una vez pudo comprarse un libro del autor, uno de sus muchos cuentos, con una de las pocas mesadas que recibió; a partir de ese día, leía los libros del autor en la biblioteca de la secundaria. Fue de los pocos entretenimientos que tuvo durante su adolescencia, por lo cual tenía cierta conexión con aquellos libros y es también la razón por la cual decidió tomar ese en lugar de cualquier otro de la estantería de la cafetería.
Tenía ganas de leerlo, pero sabía que para poder hacerlo debía ir a la cafetería y tomar o comer algo, pues sería de mala educación el simplemente ir a leer sin comprar nada. También, recordó que podía pedir un café colgado, pero le daba vergüenza ir simplemente a pedir uno de ellos, pues no sería la primera vez que lo hacía. Pensó en comprar un café sencillo, pero aún no le pagaban, puesto que apenas era su primer día de trabajo, tendría que esperar al menos una semana para recibir su primer pago semanal, así que comprar un café por su cuenta no sería una opción, debía guardar el dinero para comida.
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𝑪𝒂𝒇é𝒔 𝑪𝒐𝒍𝒈𝒂𝒅𝒐𝒔 » 𝘠𝘜𝘠𝘌𝘖𝘕
FanfictionJeon Soyeon servía el café del desayuno de sus clientes con una sonrisa. Song Yuqi, solo buscaba sin rumbo cuál era su destino, incluso cuando la vida se le escurría de las manos. Lo que ninguna de las dos sabía, es que un café caliente en una maña...