二十

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Un mes en cama podía parecer algo digno de una persona enferma, pero ese era el estado de Song Yuqi. 

Aunque, si hablamos en términos estrictos, ella estaba enferma.

Soyeon no podía permitirse faltar tanto tiempo al trabajo, así que después de una semana sin trabajar, volvió a la cafetería. 

Visitaba a la china al menos dos veces al día, sentía que era lo mínimo que podía hacer, para asegurarse de que comiera y atendiera sus necesidades básicas, pasar tanto tiempo en cama no era nada sano. 

Esa mañana, se había despertado temprano. Iba a trabajar y como siempre, intentaba despertar y levantarse de la cama en silencio, evitando interrumpir el sueño de la china a su lado. Después de tanto tiempo, no había dejado de dormir con ella. 

Se sentía somnolienta, así como su visión era borrosa. Iba de camino al baño, esperando lavarse la cara con agua fría para retirar el sueño de sus ojos, pero la luz de la pantalla del teléfono de Yuqi sobre la mesa de la peinadora llamó su atención. 

No quería ser entrometida, pero de alguna manera, la curiosidad le ganó y se acercó al aparato para ver qué notificación había llegado, tal vez era cualquier cosa sin importancia. 

Tenía suerte de que el teléfono no tenía contraseña, así que pudo desbloquearlo fácilmente y ver el último mensaje que había llegado a su bandeja de mensajes. 

Se sintió mareada, como si perdiera el equilibrio, así como una sensación increíblemente extraña, como un hueco en su estómago, al ver un mensaje de Hyunjin, avisándole a la china que estaba despedida. Aquello tenía sentido después de todo, Yuqi no había ido a trabajar en un mes, tampoco había sido capaz de dar una explicación por ello, simplemente, dejó de ir. 

Dejó el teléfono en su sitio nuevamente cuando escuchó a la china moverse en la cama, no quería ser descubierta así que se giró y miró a la chica quién parece había despertado temprano ese día. 

—Hey, buen día. — saludó, a lo que Yuqi respondió sin ánimos.  —Oye, estuve pensando en algo, ¿Te gustaría trabajar conmigo en la cafetería? — ofreció repentinamente.  —Digo, tendrías un horario muchísimo mejor, te pagaré mejor y podremos pasar más tiempo juntas. 

—¿Por qué me ofreces eso de repente? — preguntó.

—Hm, no lo sé. Pensé en que podrías querer, además que cada día que pasa, la cafetería tiene nuevos clientes y solo dos personas no damos abasto para eso. — ofreció.

—No lo sé, no cuentes conmigo tampoco, puedes buscar algún otro trabajador. — explicó sin ganas.

—¿No quisieras trabajar conmigo? — insistió en ello.

—No creo estar en condiciones. 

—Hazlo cuando te sientas preparada, puedo esperar todo el tiempo que necesites. — respondió con una sonrisa. 

Y como era de esperarse, Yuqi no respondió a ello y en su lugar, se levantó de la cama. Aquello tomó por sorpresa a Soyeon, quien había visto pocas veces a la china levantarse de la cama durante el último mes. Podía suponer que iría al baño o algo así, pero se acercó a ella y tímidamente se disponía a pedirle algo a Soyeon.

—Oye, eh... ¿Sería mucho pedir que me lleves a Jeolla? Quiero visitar la tumba de mi tío, sé dónde está enterrado porque el dijo donde quería estar una vez muriera mientras estaba vivo. 

Era una petición justa, pues ni siquiera había podido visitar a su tío en todos estos meses desde que partió. A Soyeon no le molestaba y, de hecho, pensó en que podría ser el inicio del momento de superación de Yuqi, pues sería una forma de despedirse. 

𝑪𝒂𝒇é𝒔 𝑪𝒐𝒍𝒈𝒂𝒅𝒐𝒔 » 𝘠𝘜𝘠𝘌𝘖𝘕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora