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El filo del acero acariciaba su cuello con una suave delicadeza, derramando las primeras gotas de sangre que descendían en un lento goteo a través de su cuerpo, uniéndose al extenso río de lágrimas que brotaban de sus débiles párpados superiores, como una respuesta inmediata al terror que la muerte le infundía.

No podía creer que el fuego de su existencia estuviera a punto de extinguirse por obra de sus propias manos, condenadas a obedecer la última sentencia de esa odiosa mujer élfica que se alejaba indiferente, sin importarle menos la trágica ejecución que había osado dictar.

-Eres... ¡¡Eres una maldita perra!! -ella gritó, atónita por el horrible castigo que sufría, desesperada por el constante forcejeo que realizaba contra sus propios brazos.

No quería morir.

Su mente se vio inundada por pensamientos de absoluta incredulidad, incapaz de aceptar que su vida fuera arrebatada de manera tan cruel y despiadada, como si fuera la víctima de un verdadero verdugo infernal.

- "No... ¡No puedo morir!" -pensó, atormentada por la herramienta afilada que continuaba profundizando en su piel, causando un dolor inenarrable que apenas podía soportar.

La angustia que se reflejaba en los orbes cerúleos de su rostro, vidriosos ante el cruel escenario que la envolvía, era solo una parte de la amalgama de emociones que la devoraban desde las profundidades de su mente.

Perdida y sin saber cómo reaccionar, su fuerza menguaba bajo la constante presión que sus propios brazos ejercían, incrementando el terror que latía en lo más profundo de su corazón.

Su final estaba tan cerca, pero no lo quería aceptar.

El deseo de evitar el arrebato más inconcebible que jamás pudo haber imaginado era tan abrumador que, por un breve instante, no le importó entregarse al destino fantasioso de una posible salvación.

Sin embargo, ese efímero momento de esperanza se desvaneció rápidamente cuando presenció cómo su mundo era destruido y consumido por la negrura del vacío eterno.

A pesar de haber hecho todo lo posible, nada pudo evitar que el sometimiento finalmente le arrebatara la vida en una escena bastante grotesca, bañada por el tinte escarlata de una sangre que reflejaba la palidez plateada de los rayos lunares.

Todo fue extinto.

El demonio, conocido por su gran renombre, sucumbió ante la inconmensurable voluntad de su adversaria, cuya fuerza se mostró totalmente arrolladora e imbatible.

Bajo un torbellino de fuertes sentimientos que la arrastraron hasta los confines más distantes de sus emociones, Aura transitó el tramo final de su existencia, sumida en un infierno del que incluso los demonios más sanguinarios clamaban por escapar.

No obstante, cuando el iris de sus ojos volvió a percibir la brillantez de los colores que adornaban la vida, tras desvanecerse la oscuridad como una débil tormenta en el mar de las incógnitas, una expresión notable de sorpresa se dibujó en cada rasgo de su rostro.

No podía asimilar lo que veía.

Un manto blanquecino de nieve cubría la tierra a su alrededor, extendiéndose hasta los inalcanzables horizontes grisáceos, mientras una infinidad de pequeños copos caían lentamente desde la cumbre de enormes plantas arbóreas que componían aquel pasaje invernal.

-¿Qué?... -fue la única exclamación que escapó de sus labios, confundida por lo impensable de estar aparentemente viva-. ¿Cómo es posible?... ¿No estoy muerta?

Sus pensamientos giraban sin cesar en los recovecos más profundos de su mente, formando un gigantesco remolino de interrogantes que capturaban por completo su atención.

"𝐕𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐎" ;; Sōsō no FrierenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora