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Con la desaparición del último lucero del día, la noche reclamaba cada rincón de aquel extenso poblado, envolviéndolo en el manto de un silencio profundo. Solo se escuchaba el constante cántico de los grillos, mientras la vida silvestre se escondía, temerosa ante la llegada de la oscuridad nocturna.

Bajo el pálido haz plateado que irradiaba la luna, Enzel avistó a Fern y Stark en la lejanía, ilesos y sin indicio alguno de problemas. Un destello de alivio iluminó su semblante mientras se aproximaba a ellos, sintiendo el peso de la preocupación disolverse con cada paso hacia sus compañeros.

-¿Cómo están? -preguntó, escudriñando sus rostros en busca de cualquier indicio de daño.

-Estamos bien -respondió Fern, su tono firme y seguro, con una mirada tranquilizadora.

-Me alegra escuchar eso -dijo Enzel con sinceridad, mientras asentía con la cabeza.

-¿Pasa algo, Enzel? -Stark miró a su homólogo con una expresión de confusión que no pudo ocultar, ni siquiera en sus palabras.

Y antes de pronunciar palabra alguna, Enzel observó su entorno con una mirada furtiva, como si buscara asegurarse de que ninguna oreja indiscreta estuviera al acecho, capturando sus palabras en el aire.

-Ha habido una muerte cerca de aquí, por eso he venido a verlos -el azabache explicó con solemnidad, sin evitar cambiar su semblante por uno más serio.

Fern y Stark intercambiaron una mirada, un silencioso vistazo de comprensión, antes de dirigir su atención de nuevo hacia el azabache. Un instante de silencio pesado se extendió entre ellos antes de que la muchacha emitiera su voz.

-Sabemos lo que ha sucedido -Fern exclamó, envolviendo el interés del joven quien pegaba su mirada en sus atrapantes ojos violeta.

-Entonces, cuéntamelo -La intriga se apoderó de Enzel, su deseo de respuesta crecía con cada segundo-. No te guardes nada.

Sin embargo, en ese instante, sería el chico de cabellera rojiza quien tomaría la palabra, con tono sereno pero cargado de seriedad, a fin de explicarle a su semejante lo que sabían.

-Un demonio intentó acabar con Frieren mientras ella estaba encerrada en el calabozo -reveló Stark, dejando que las palabras fluyeran con calma pero con la urgencia de la verdad.

Un gesto de incertidumbre se dibujó en el rostro del azabache ante esa inesperada revelación, su mente empezaba a llenarse de preguntas que clamaban respuestas.

Y por fortuna, a pesar de las urgentes interrogantes que este poseía, Fern y Stark se dieron a la tarea de contarle todo con lujo de detalle, sabiendo que la claridad era crucial en medio de la complicada situación.

Así fue cómo el muchacho pudo formarse un panorama bastante amplio del complejo escenario en el que se encontraban tanto Frieren, presunta asesina de un guardia en los calabozos del pueblo, como sus dos compañeros que habían sido convencidos por aquella mujer de ir a enfrentarse directamente a los demonios.

Las cosas comenzaban a torcerse.

-Es un problema terrible -murmuró Enzel, desviando la mirada hacía el suelo con pesar.

-La regla es clara: si matas a un guardia, mereces la pena de muerte -explicó la joven de cabecera púrpura- Por eso, la señora Frieren tuvo que huir tan pronto como escapó de la cárcel.

-¿Y a dónde se fue? -preguntó el joven de orbes magenta, dubitativo por el paradero actual de la elfa.

-Simplemente dijo que se iba del pueblo, porque estaba a punto de ser destruido -replicó Stark, notándose algo de angustia en su rostro por la enorme responsabilidad que cargaba entre sus manos.

"𝐕𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐎" ;; Sōsō no FrierenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora