54-Un dia especial

43 3 0
                                    

Un día especial.

Elena Richards.

Después de un velada exquisita en la cama, seguimos hablando hasta que nos tomó la madrugada, o mejor dicho yo sola seguí hablando hasta ver cómo se cerraban sus ojitos quedando completamente dormido.

Hoy tengo el mismo horario de ayer, por lo que me levanto muy temprano en la mañana como casi siempre, y me pongo a preparar el desayuno, y como no tengo nada de ropa aquí me coloco una de sus camisas para estar más cómoda.

—¡Que lindas vistas! —Volteo al escucharlo detrás de mí.

Va con un elegante traje color negro, lo que me dice que tiene que ir a trabajar, así que de inmediato le sirvo de lo que he preparado y me sonríe sentándose en la isla de la cocina.

—Buen día amor —Le doy un pequeño beso en los labios y pongo frente a él el plato.

—¿Que es? —Pregunta al verlo.

—Hice arepas venezolanas —Le sonrío ampliamente —. No sé cómo conseguí todos los ingredientes aquí pero lo he hecho y me he emocionado —Lo veo reír de mis expresiones y sigo —. Hice arepas con mantequilla y queso, jugo de naranja y también te piqué un poco de fruta por si no te gusta —Suelta una carcajada.

—Aveces me pregunto, como viviendo casi la mitad de tu vida aquí, aún conservas la escencia de tu país y recuerdas tantas cosas —Lo veo beber del jugo y me quedo viéndolo maravillada hasta que pruebe la arepa.

—Recuerdo todo muy bien y no es fácil cambiar tu verdadero ser y yo soy venezolana al cien por cien —Apoyo mis codos en la isla y espero a que coma —. Además mamá jamás dejó que olvidara absolutamente nada. ¡Anda! Pruébala —Lo insto a hacerlo y eso hace.

—¡Oye! Sabe muy bien —Muestro una amplia sonrisa y rodeo la isla para darle un beso.

—Come, yo iré a cambiarme para irme contigo, así puedes dejarme en casa antes de irte —Me toma la mano antes de que me vaya.

—¿Tu no desayunas? —Pregunta curioso.

—Ya es tarde, estás listo para ir al trabajo, comeré algo en casa —Intento irme pero lo vuelve a impedir.

—Come conmigo, yo esperaré —Insiste.

—Llegarás tarde —Le digo no queriendo ocasionar inconvenientes.

—¿Olvidas que soy el jefe? —Indaga y ruedo los ojos ante eso.

—Y como tal deberías dar el ejemplo —Lo regaño.

—Anda, come conmigo y ya luego me regañas —Me río y le hago caso.

—De acuerdo —Me sirvo lo que había preparado para mí y él mira mi plato sorprendido.

—¿Y eso que es? —Me da mucha risa su expresión.

—Arepa pero la hice con perico —Me mira extrañado.

—¿Que? —Suelto una carcajada.

—Son huevos revueltos con una cuantas hortalizas. Le puse tomate, pimentón, cebolla y un poco de salchicha —Abre los ojos sin creer lo que le digo.

—¡Vaya! —Exclama con sorpresa.

—Sí, mi apetito es un poco... ¿Grande? —Él por fin suelta una enorme carcajada.

—Eres demasiado peculiar —Ahora quien se ríe soy yo.

—Especial mi amor, especial —Procedemos a comer sin dejar de charlar y es que yo nunca paro, parezco un radio loco.

—Me gusta esto ¿Sabes? —Me dice acabando por completo el desayuno.

—¿Que? —Le pregunto aún sin terminar, como mucho pero un poco lento.

—Dormir contigo, despertar contigo, desayunar contigo, todo ésto —Mira al rededor y lo comprendo a la perfección.

—Sí, es perfecto —Lo apoyo.

—Esto nos lo daría nuestro matrimonio —Me toma por sorpresa sus palabras.

—¿Que quieres decir? —Lo miro confundida.

—Que deberíamos casarnos para así tener ésto que tanto deseamos —Frunzo el ceño.

—No te entiendo.

—Quiero vivir contigo y solo podremos hacerlo si nos casamos —Abro los ojos al entender lo que dice.

—¿Quieres que viva contigo? —Eso me ha tomado con la guardia baja.

—Quiro que te cases conmigo —Sacudo la cabeza al escucharlo.

—¿Otra vez? —Le pregunto sin creer lo que dice —. ¿Ya no lo hablamos?.

—Sí, pero Elena... —Lo corto.

—Pero nada ¿Acaso no soy suficiente? ¿Debe haber un papel de por medio? —Me pongo de pie —. No sé que debo hacer para que entiendas mis razones.

—No es eso —Se pone de pie también y la cabeza me da vueltas. No podemos estar bien ni veinticuatro horas.

—¿Entonces que es? Explícamelo porque no logro entenderte —Comienzo a caminar hacia las escaleras.

—¿A donde vas? —Indaga siguiéndome.

—A cambiarme, es mejor que vayas a trabajar y pienses en lo que estás diciendo —A paso firme llego a la habitación para buscar mi ropa y poder vestirme.

—Ven conmigo al trabajo —Suspiro al escucharlo.

—Ve a trabajar Damiano, no me necesitas las veinticuatro horas, ten tu vida y yo la mia, danos tiempo de extrañarnos —Busco mi ropa y no la encuentro.

—Pero...

—Pero nada —Lo interrumpo —. Debes pensar en las cosas que dices ¡Ya basta! ¿Dónde está mi ropa? —Pregunto sulfurada.

—En el closet hay un vestido, es para ti —Estando molesta no pienso en nada más y solo busco el vestido para ponermelo.

No sé que es lo que le pasa a Damiano, me estoy empezando a preocupar por las cosas que hace y dice, no quiero que vuelva nuestro amor algo enfermizo, le sucede algo, insisto en que algo se guarda, lo había dejado estar y había decidido confiar en él, pero su insistencia y pocesividad me está dando mucho de que pensar.

En cuanto me pongo el vestido y salgo él está en el mismo lugar, así que suspiro y tomo mi bolso para poder salir, así que paso por su lado para salir pero me toma del brazo para evitar que salga.

—Damiano —Le digo cerrando los ojos tratando de calmarme.

—Lo siento, no quiero que te enfades conmigo —Me mira a los ojos y suspiro.

—No me enfado amor, solo que no logro entenderte, o bueno si, pero quién no me entiende a mí eres tú —Tomo su mano y acaricio su brazo —. Damiano ¿Hay algo que me estés ocultando? —Le pregunto.

Su cuerpo se tensa y al mío lo recorre un escalofríos inmenso al ver su reacción.

¡Dios! Iluminame ¿Que sucede?

Celeste [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora