🌹 Pesadillas, pendientes , consuelo y desgracia 🌹

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Advertencias: Mención de abuso pasado, toques no consensuales.

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Tenía que esconderse. El lobo feroz acechaba cerca; era imperativo hallar su refugio para sobrevivir. Con claridad, recordaba las palabras de su madre: "Alastor, cuando el lobo feroz se acerque, escóndete en nuestro refugio y, pase lo que pase, no salgas hasta que regrese por ti". Asintió confundido, luego corrió sin descanso hasta su habitación. Cerró la puerta tras de sí, subió a la cama y se envolvió en sus sábanas, creando un santuario improvisado. Con la convicción de que su madre vendría por él, se aferró a la esperanza. Estaría a salvo mientras esperaba, aunque un grito desgarrador resonó en la distancia.

"¡Maldita perra!, ¿Después de todo lo que te he dado, ¡¿así es como me pagas?!".

" Frederick! Por favor!"

Al escuchar los gritos, sus manos automáticamente cubrieron sus oídos y sus ojos se cerraron con fuerza. La respiración agitada y el temblor en sus manos eran evidencia del miedo que lo consumía, mientras su corazón latía desbocado, pareciendo resonar en sus oídos. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, preparado para el frenesí de la búsqueda desesperada de su madre. El jadeo escapaba de sus labios, acompasado con los crecientes gritos en el ambiente. "Feroz, feroz, feroz", resonaba la ominosa canción en su mente, alimentando su desesperación. Alastor comenzaba a odiar cada palabra de esa melodía que anunciaba el acecho del lobo feroz.

"Sonríe, sonríe, nunca estás completamente vestido sin una sonrisa", esas fueron las palabras que su madre le repetía constantemente, elogiendo su sonrisa como algo hermoso. Pero en ese momento, la sonrisa se desvaneció de su rostro. El terror se apoderó de él al escuchar los sonidos de cosas rompiéndose, mezclados con los aterradores gritos del lobo feroz y los de su amada madre. La idea de sonreír ahora parecía tan distante como un recuerdo de un pasado inocente.

"¡Déjalo en paz! ¡Es solo un niño!"

""¡Cierra la boca! ¡Tú no me dirás cómo criar al niño!"

Envuelto en su propio abrazo, se aferró a sus piernas mientras comenzaba a tararear en voz baja una canción familiar que su madre siempre solía cantarle cuando algo lo asustaba.

"Dans la forêt enchantée,
Les cerfs jouent sans s'arrêter,
Avec leurs amis les lapins,
Ils sautent jusqu'au matin"

(En el bosque encantado,
Los ciervos juegan sin parar,
Con sus amigos los conejos,
Saltan hasta la mañana.)

El silencio se apoderó del lugar, dejándolo paralizado mientras escuchaba los pasos aproximándose a su refugio. El terror lo invadió, y rápidamente llevó las manos a su boca para sofocar cualquier sonido que pudiera traicionar su posición. Eran pasos distintos, no los de su madre; eran más profundos, pesados, casi como si fueran enormes patas acercándose lentamente. El sonido de las garras resonaba con cada paso sobre el suelo.

"Click, click, click" resonaba en el aire, llenándolo de pavor.

"Alastor, ¿estás ahí?" La voz, aunque intentaba ser dulce, no lograba tranquilizarlo. Sabía que lo había encontrado; el lobo feroz estaba allí.

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