Nacho se había quedado muy extrañado después de la manera en que Sebastián le había respondido a través del teléfono y también que le hubiera dejado colgado tan de repente y que no le estuviera contestado las llamadas. Estaba acostado en su cama, pero no tardó mucho en saltar de la cama y ponerse una chaqueta por encima de la ropa de deporte. Se puso las bambas y salió de su casa con lo puesto.
Debería haber dado explicaciones, pero en aquellos momentos quería respuestas. Luego ya le explicaría a sus padres. Recorrió las calles con cierta velocidad, llegando hasta la casa de Sebastián en poco tiempo, la anciana del balcón de enfrente estaba tejiendo cómodamente, observando lo que sucedía, y lo vio picar a la puerta varias veces.
- Han salido.- informó la señora con naturalidad.
- ¿Sebastián también?
- No, él no.- negó.
Nacho prosiguió tocando el timbre, sin éxito. Se quedó bastante extraño, consciente de que Sebastián estaba en la casa, y cuando intentó llamarlo, no obtuvo respuestas. Se puso nervioso de llevar demasiado tiempo en la calle sin que le contestasen, no quería verse como un sospechoso tratando de forzar la cerradura, intentó picar dos veces más, sin éxito.
- ¿Quién eres?- Nacho casi sintió su corazón en la garganta cuando fue interrogado por un hombre mayor, se giró hacia él, era el vecino de al lado, con una bolsa de basura en el brazo derecho, llevaba un pijama azul a rayas azules más claras, lo cual provocó que Nacho tuviera que contener la carcajada con todas sus fuerzas.
- Un amigo.
- ¿De Sebas?- preguntó extrañado entrecerrando los ojos.- No sabía que Sebas tenía amigos además de ese ecuatoriano ruidoso, sus padres nunca han mencionado a nadie más cuando quedamos en los bares.- rodó los ojos como si no le importase en absoluto.- Tienen una llave debajo del felpudo. No hagas más ruido.
Nacho se quedó perplejo ante esto, pues el hombre continuó con su vida como si nada, yendo a los contenedores a tirar la basura.
Levantó el felpudo de inmediato, y entró en la casa dejando el resto tal y como se lo encontró. Antes de quedarse absorto con lo que veía a su alrededor, se fue directo a intentar encontrar la habitación de Sebastián. Se sentía raro estar allí, de hecho, se sentía casi ilegal, pero no iba a decir nada al respecto. Los padres de Sebastián no estaban en casa, lo cual lo aliviaba considerablemente. No quería tener que verle la cara al padre de Sebastián después de lo que pasó en el hospital.
- ¿Sebas?- preguntó al encontrar la habitación del chico.
Pero no encontró a nadie en el interior, así que se giró hacia las demás habitaciones, revisando todas las puertas, incluida la habitación personal de los padres del chico de ojos avellana, quedándole solo una por inspeccionar.
- ¿Sebas?- y era la puerta del baño. Picó con los nudillos, sin respuesta.- ¿Estás ahí?- intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada...
Estaba atrancada, el pomo no bajaba, no podía entrar. Nacho se puso nervioso y giró sus ojos a su alrededor.
¿Qué podía hacer? Ni siquiera lo pensó.
Únicamente se dejó llevar por el instinto, rogando internamente que Sebastián no estuviera cerca de la puerta del baño, o justo detrás de ella sin responderle.
Le dio un placaje como si de un jugador de fútbol americano se tratase, consiguiendo abrir el pomo y dándose cuenta de que la puerta atrancada en realidad tenía el pestillo puesto y que seguramente le iba a tener que pagar una morterada a Vicente, el padre de Sebastián, por romperle la puerta del baño, y por colarse en su casa para ir a ver a su hijo mientras él no estaba. Pero poco le importaba en aquellos momentos, todo por ver a Sebastián y comprobar que este estuviera bien.
- ¿Seb?- preguntó.
Quedándose blanco en el acto.
- ¿¡SEBAS!?
En el momento en que su mente procesó angustiado que lo que goteaba de la bañera era sangre y no simplemente agua, Nacho casi se desmayó, y su reacción fue correr al lado del pálido cuerpo del joven de cabellos albaricoque y tratar de despertarlo.
- ¡SEBAS!- gritó haciendo eco en todo el baño, y posiblemente en todo el edificio.- ¡Sebas despierta!- gritó de nuevo, produciéndose jaquecas a sí mismo.
Totalmente en pánico, sus manos temblorosas buscaron el número de emergencia y mientras los lentos tonos de aquella llamada se iniciaban, trató de sacarlo del agua ensangrentada y cubrir sus brazos con lo que fuera. Estaba tan tembloroso y aterrado con lo que estaba viendo que cuando contestaron la llamada, no podía dejar de balbucear y llorar y rogar; y apenas pudo dar la dirección sin que su voz no lo traicionase entre el sufrimiento y el esfuerzo que estaba haciendo.
Para el momento en el que Vicente y Esther, los padres de Sebastián, llegaron a la casa, había un enorme revuelo. Todo el vecindario se había llenado de luces, no solo de los vecinos por el escándalo que Nacho había montado con sus gritos, también de una ambulancia de emergencias que trataba de reanimar a alguien, pero que solo acabaron decantándose por llevar de emergencias al hospital a alguien justo en frente de su puerta. Vicente vio a Nacho entrar en la ambulancias totalmente agobiado y con la cara desencajada, pálido y sujetando la mano de alguien a quien no reconoció. Esther gritó, pálida, cuando reconoció a quién se estaban llevando al hospital.
Tal fue el escándalo que incluso vecinos de otras calles se asomaron a sus balcones y al barrio, movidos por los gritos y el llanto que estaba llegando hasta sus casas.
La desinformación alzó rumores y los rumores se expandieron tan rápido como la pólvora en llamas. Nacho llamó a su casa a las tantas de la noche, cuando llegaron al hospital y se llevaron a Sebastián a urgencias, llorando totalmente desconsolado y suplicándole a sus padres que fueran al hospital porque iban a matarlo. Ante aquellas palabras vacilantes, la voz de su hijo totalmente llorosa― cosa inédita, pues sus padres no lo habían escuchado llorar desde los diez años, probablemente― y las súplicas de que fueran a por él al hospital, provocó que estos se plantasen allí de inmediato para saber qué era lo que había pasado... Y qué era en lo que su hijo se había visto envuelto...
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[1061 Palabras]
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71.- En el baño (Bad Ending / Gay romance)
Non-FictionSebastián Arcos Martínez vivía una vida llena de burlas, agresiones, mofas y sátiras. Siendo molestado diariamente por varios de sus compañeros de clase, teniendo un padre abusivo y relaciones cuestionables. Lo único que quiere es paz, tranquilidad...