Lavó sus manos en la pica del baño público después de terminar de comer su almuerzo sentado sobre la tapa cerrada de uno de los cubículos. Incapaz de ir a sentarse al lado de su mejor amigo, prefirió tomarse un castigo propio encerrándose allí por haber hecho un examen tan deprimente.
La puerta del baño se abrió, inconscientemente se tensó, y sus ojos color almendra se retrajeron cuando frente al espejo que tenía delante dos sombras aparecieron como si de un fantasma se tratase. Su reflejo se distorsionó en horror cuando agarraron su cabeza por el pelo, cerrando el puño violentamente y lo estamparon de cara contra la puerta cerrada de madera pintada que había a su espalda, separando los cubículos de los urinarios.
- ¿No te da vergüenza el examen de mierda que nos has hecho hacer, puta basura de mierda?- tragó saliva y su labio se doblegó con horror.
Gimoteó. Su melena rizada color albaricoque fue agarrada con violencia una vez más y la puerta del cubículo fue abierta, arrastrado por los suelos, tratando de defenderse con movimientos erráticos y convulsiones de su cuerpo, mirando con horror aquellos ojos azules cristal frente a él que, indiferentemente mantenía la puerta del baño masculino de la primera planta cerrada, apoyando su espalda y recargándose indiferentemente en ella, con un batido de chocolate con una pajita entre sus labios, mirando como un voyeur pervertido la situación.
Un rubio agarraba su pelo arrastrándolo hasta la cerámica blanca del retrete. Un moreno empujaba su cuerpo inerte que apenas podía defenderse hasta arrojarlo al lado de aquella putrefacta olor. Sus brazos trataban de contenerse con las paredes y contra la sucia cerámica, sus gafas llegaron a ser lanzadas por los aires en algún punto del proceso en que el moreno le dio un puñetazo cuando intentó darle una patada para alejarlo de su cuerpo.
No podía defenderse o sería peor. Su nuca fue forzada contra el agua y las lágrimas hicieron que sus ojos escocieran dolorosamente. Su cabeza fue estampada contra la cerámica, partiéndose el labio y la sangre se mezcló con el agua.
Y siguió llorando.
- La próxima vez que nos hagas hacer un examen de mierda, terminarás en el compactador de basura, ¿Me oyes?
- Ismael.- el indiferente ojiazul en la puerta intervino como un ángel de la guarda- Óscar viene.
Pero solo estaba defendiendo a sus amigos.
Le estamparon la cabeza contra la cerámica blanca del cuarto de baño, dejándolo caer con sorna y sin piedad, y los tres chicos salieron del baño masculino rápidamente, abandonándolo allí.
Siguió llorando, haciéndose bolita y abrazándose a sí mismo mientras sus piernas se cerraban contra su pecho y su labio partido se sentía como si ácido ardiente cayera contra su boca ensangrentada. Lloró amargamente los cinco minutos restantes que quedaban hasta que la campana del final del patio terminara.
El eco de sus lagrimeos mantuvo a todo el mundo lejos de aquel lavabo. Lloriqueó, sintiéndose mancillado y abandonado, roto y humillado. Se arrastró por el cuarto de baño para limpiarse, cuando las fuerzas volvieron a él, pero no para continuar con vida, sino porque más le valía moverse. La campana ya había sonado. Su lengua sangraba, sus ojos rojos y aguados, sus gafas...
¿Dónde estaban sus gafas? Ojeó a su alrededor, un borrón negro en constraste con el suelo crema le permitió identificarlo. Las agarró del suelo. El cristal agrietado y la pasta torcida, las habían pisado al salir con la poca decencia de tener una sonrisa en sus labios cuando se marcharon. Se limpió la cara y volvió a limpiar los cristales. Una marca extraña torcía y distorsionaba la visión mientras trataba de caminar. Sus pasos temblorosos llegaron a duras penas a clase y se dejó caer en su asiento, mirando sus pies, sus zapatos mojados y su pelo parcialmente húmedo.
El profesor de historia entró en la clase. Su bigote prominente y su pelo canoso, sus ojos oscuros y la mirada imponente. Se sentó en el escritorio y abrió el libro con decisión, sin perder tiempo. Nadie se atrevió a abrir la boca, sabían las consecuencias.
- Página 32.- como si fuera una orden del jefe a sus empleados, apenas vacilaron lo más mínimo en reprocharle nada o responder.
Sebastián pasó las páginas silenciosamente y apretó los labios. Bufidos antes de que la clase empezara anunciaban una agobiante jornada de ser irremediablemente molestado por sus compañeros. Sus labios temblorosos fueron apretados, sintiendo un punzante dolor, no solo en el labio, también en la cabeza. Había llorado tanto en menos de una hora y media que apenas era capaz de mantenerse en pie. Sentía fatiga y sueño.
Quería dormir, la voz embaucadora y adormecida del profesor, la monotonía de la clase, su mano deslizándose lentamente con un fluorescente amarillo por la línea de las palabras del profesor, calcando lo que este había leído para subrayar lo más importante y estudiar de ello irremediableemnte para un examen sofocante y pesado de más de cuatro páginas de preguntas de teoría. Tragó saliva lentamente y movió sus ojos sofocado y abrumado por la situación. Un par de bolas de papel alcanzaron su cabeza y risillas resonaron, silenciando al profesor, que movió sus ojos del libro y prosiguió con su lectura en voz alta.
Además de su monótona voz, lo único que se escuchaba eran los subrayadores de todos los alumnos irremediablemente siguiendo las palabras que el maestro anunciaba y resonaba en la clase. Muchos de los alumnos que se estaban riendo ni siquiera tenían libro, lo habían perdido, se lo habían dejado o ni siquiera se habían dignado a sacarlo y dejarlo sobre su mesa.
Sebastián sintió sus ojos aguados por la impotencia de recordar el examen de física y química; y la escena del baño masculino de la primera planta. La impotencia hizo que sus manos temblaran y su aliento se perdió, fundido en un repentino ahogamiento, como si de un ataque asmático se tratase, pero él ni siquiera era asmático.
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Aquí las opiniones ------------>
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Silvia Line
[1020 Palabras]
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71.- En el baño (Bad Ending / Gay romance)
No FicciónSebastián Arcos Martínez vivía una vida llena de burlas, agresiones, mofas y sátiras. Siendo molestado diariamente por varios de sus compañeros de clase, teniendo un padre abusivo y relaciones cuestionables. Lo único que quiere es paz, tranquilidad...