Un escozor ácido en su garganta le alertaba de que tenía que intentar tragar saliva para romper el nudo que le impedía respirar, pero era tal la tensión de su cuerpo que no podía. Sus ojos acuosos observaban fijamente aquel examen en el que impotentemente no era capaz de responder una sola palabra.
Primera pregunta: Composición de la Glucosa.
Sus manos temblorosas golpeaban una y otra vez el bolígrafo contra la mesa, consciente de que había dos pares de ojos clavados en su espalda y en su papel tratando de buscar las respuestas invisibles en su papel. Sabía las represalias que habrían si no respondía algo, y que ese algo resultara estar mal de cara a las mediocres notas de la persona que tenía sentada a su lado izquierdo, o la que tenía justo detrás. Ninguno de los dos tenía piedad ni disimulo en ojear descaradamente su examen.
La maestra no se daba cuenta porque aprovechaban el momento en que ella recorría el aula con sus meditabundos pasos caminando pacientemente hacia el final, el repicar de sus tacones en el suelo era la evidencia que necesitaban para poder tirarse a su examen y exigirle la respuesta.
Tuvo que improvisar: C6;H12;O6
No estaba bien ni de broma. Rápidamente los ojos a su alrededor tomaron nota de aquellos números, calcando la respuesta desvergonzadamente. Por favor que estuviera bien.
Su mano temblorosa se movió hacia el siguiente ejercicio y sus ojos acuosos, forzado a hacer aquella tortura de la cual no había sido capaz de retener nada a pesar de todas las tardes de la semana en la biblioteca tratando de estudiar.
Segunda pregunta: Coloque los siguientes elementos en su respectiva casilla en la tabla periódica.
La impotencia disparaba la adrenalina en sus venas, incapaz de tragar saliva. Tembloroso procedió con el ejercicio, realmente sin saber lo que estaba haciendo, apenas reconociendo los símbolos que tenía delante. Números y mayúsculas que apenas era capaz de identificar y que lo volvían impotente. Tuvo que dejar el ejercicio a medias, temblando por la impotencia y la incapacidad de continuarlo. Leyó la tercera pregunta y pasó al cuarto ejercicio, imposibilitado en procesarlo, no con ese dolor de cabeza que tenía: era un problema matemático y tenía que hacer composiciones y no-se-qué con los elementos, prefirió ignorarlo.
Cuarta pregunta: Descomponga los siguientes elementos hasta los elementos básicos.
Pasó al quinto y último ejercicio, notando como las lágrimas caían en el papel, gotas circulares que salpicaban el papel y que lo hacían querer cubrirse la cabeza y salir corriendo de la clase. Los tacones de la profesora se detuvieron a su lado y el nudo en su garganta se cerró todavía más, siendo imposible el poder respirar.
- ¿Por qué lloras, Sebastián?
Mudo, apenas pudo balbucear y tratar de esconder con su pelo las lágrimas de impotencia por no saber responder nada en el examen. La profesora insistió con aquella mirada inquisitorial que juzgaba y señalaba frente a toda la clase que alguien estaba llorando, haciendo que toda la clase elevase la cabeza de su examen y pusiera sus ojos sobre él.
Su nuca fue quemada por las miradas y traicioneras risillas entre dientes, como si aquello fuera lo que la profesora buscaba como manera de adoctrinar a través de la humillación y la exposición de sus alumnos, empezaron a escucharse. Quedaron impunes debido al avance de la profesora ante el silencio de Sebastián, hasta que llegó a su escritorio y tomó nota de algo.
- Quédate después de clase.
Apretó los labios conteniendo el gimoteo y aspiró por la nariz cubriendo su cara. Sus gafas de pasta negra se llenaron de vaho y lágrimas. Se quitó las gafas y se frotó la cara con la manga izquierda, la misma que sujetaba sus gafas cuadradas, el suéter amarillo quedó impregnado por sus lágrimas y limpió las gafas con un paño antes de volver a colocarlas. Sus mechones revueltos cayeron sobre su frente una vez más.
Quinta pregunta: Indica cuál de los siguientes elementos son metales (M) y cuáles no (NM).
Los marcó aleatoriamente con temblorosas M y NM según la profesora se lo indicó en el enunciado. Impotentemente, tuvo que aguantar como los dos pares de ojos calcaban las respuestas sin ninguna clase de castigo, totalmente impunes, la profesora se había sentado en su escritorio y estaba mirando el ordenador, les daba la espalda.
El tiempo del examen se terminó con el tercer y cuarto ejercicios totalmente en blanco y únicamente impregnado por las lágrimas de la impotencia. Su garganta estaba cerrada, mientras todos los alumnos salían y lo miraban con desprecio, arrogancia y burla, sus ojos se quedaron atrapados en sus manos pintadas con bolígrafo azul por los movimientos nerviosos que había estado realizando durante el examen mientras intentaba pensar.
- Sebastián, ven aquí.- apretó los labios y se levantó lento y tembloroso, rígido y torpe.
Arrastró los pies, descorazonado, hasta ponerse delante del escritorio de la profesora, la cual lo miraba fijamente como si de un desafío se tratase y una burla descarada.
- ¿Qué es esto?- le enseñó su examen agarrándolo con los dedos índice y pulgar como si sintiera asco por tocarlo. Sebastián tragó saliva lentamente, sintiendo sus manos temblando aunque las escondiera dentro de los bolsillos de su pantalón negro tejano.
- Mi examen.
- Ya veo que es un examen, Sebas, no seas ridículo; me refiero a lo que está escrito en cada ejercicio, si es que acaso hay algo escrito...- bufó como si hubiera demasiada letra, aunque en realidad era más bien escueto de letra.- Y esas asquerosas y antihigiénicas lágrimas...- torció su expresión con asco arrojando el examen a la mesa, el cual se deslizó y cayó al suelo.- Menuda vergüenza presentar un examen en esas condiciones.- escupió con repulsión.- Repítelo ahora mismo, haz buena letra.- le dio otra copia del examen totalmente en blanco.
- Es mi letra...- trató de defenderse con una voz llena de impotencia.
- Pues hazla mejor.- exigió con un rechinar de sus dientes que fue como un siseo de serpiente.
Sebastián se agachó para agarrar del suelo su examen, mirándolo con humillación y sentándose en su silla en la primera fila una vez más. Sus manos temblorosas trataron de contenerse y volver a escribir todo el examen, conteniendo las lágrimas. Sacó un pañuelo para sonarse los mocos y aspiró, releyendo la tercera y la cuarta pregunta, sabiendo que no podía hacer eso, pero trató de responder los dos ejercicios faltantes con cualquier cosa. En vano.
Devolvió el examen a la profesora y ella despreciablemente rompió su primera versión en su cara hasta dejarlo hecho añicos y lo arrojó a la basura a su lado. Sebastián sintió su piel palidecer ante la mirada encarnizada de su maestra.
- Vete.- ordenó.
Obedeció.
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Bye~
By Silvia Line
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71.- En el baño (Bad Ending / Gay romance)
No FicciónSebastián Arcos Martínez vivía una vida llena de burlas, agresiones, mofas y sátiras. Siendo molestado diariamente por varios de sus compañeros de clase, teniendo un padre abusivo y relaciones cuestionables. Lo único que quiere es paz, tranquilidad...