V. Querido hermano....

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ɪꜱ ɪᴛ ʙᴇᴛᴛᴇʀ ᴛᴏ ꜱᴘᴇᴀᴋ ᴏʀ ᴛᴏ ᴅɪᴇ?

"ɴᴏ Qᴜɪᴇʀᴏ ꜱᴏÑᴀʀ ᴍɪʟ ᴠᴇᴄᴇꜱ ʟᴀꜱ ᴍɪꜱᴍᴀꜱ ᴄᴏꜱᴀꜱɴɪ ᴄᴏɴᴛᴇᴍᴘʟᴀʀʟᴀꜱ ꜱᴀʙɪᴀᴍᴇɴᴛᴇQᴜɪᴇʀᴏ Qᴜᴇ ᴍᴇ ᴛʀᴀᴛᴇꜱ ꜱᴜᴀᴠᴇᴍᴇɴᴛᴇ"

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"ɴᴏ Qᴜɪᴇʀᴏ ꜱᴏÑᴀʀ ᴍɪʟ ᴠᴇᴄᴇꜱ ʟᴀꜱ ᴍɪꜱᴍᴀꜱ ᴄᴏꜱᴀꜱ
ɴɪ ᴄᴏɴᴛᴇᴍᴘʟᴀʀʟᴀꜱ ꜱᴀʙɪᴀᴍᴇɴᴛᴇ
Qᴜɪᴇʀᴏ Qᴜᴇ ᴍᴇ ᴛʀᴀᴛᴇꜱ ꜱᴜᴀᴠᴇᴍᴇɴᴛᴇ"

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La situación se volvió de lo más tenso luego del sonido de ese disparo. Después de cargar a Arturo hasta el primer piso de la Fábrica y lograr estabilizarlo, armaron el plan perfecto para el momento en que se encontraban. Todo basado en las enseñanzas del profesor, que con cada segundo que pasaban allí se daba cuenta de la inteligencia superior que poseía el hombre.

Hablaron con la Inspectora Murillo y negociaron, dejaron que ingresaran tres cirujanos para curar al herido, pues no les quedaba opción, si no lo hacían Arturo moriría técnicamente por su culpa. Eran ellos quienes habían disparado.

La tensión en el aire se podía cortar con la punta de una uña filosa. Y el miedo de los doctores de ser descubiertos se olía a kilómetros. Tal como un día les dijo el profesor, infiltraron entre dos de los doctores a un oficial. Eso jugaba en su ventaja, lo hacía aún más que portara gafas, pues gracias a ellas podrían tener un ojo, bueno, más bien un oído, dentro de las carpas de los policías.

En las gafas del inspector colocaron un micrófono del cual el profesor podría escuchar absolutamente todo. Si antes ya solían estar dos pasos adelante de los policía, ahora siempre estarían seis pasos adelantes. Nada podría adelantarseles o tomarles por sorpresa, y eso lograba algo de tranquilidad en Sídney en todo ese revoltijo de emociones pesadas, aquellas con las que cargaba desde hacía días.

Luego de que los tres hombres salieran, prácticamente, cagándose los pantalones al saber que los dos de sus hombres que ingresaban por las tuberías serían asesinados al entrar, se sintió como si todos pudieran volver a respirar.

La situación se calmó después y Sídney se separó de todos para poder tomar aire fresco. Necesitaba pensar, tener un momento de silencio y paz. Se dirigió a una habitación vacía, que al parecer era una oficina, y que el grupo no estaba ocupando para el atraco. Al cerrar las puertas detrás de ella, se quedó con la espalda reposando en las mismas y el silencio esperado la envolvió.

Un suspiro salió de su boca y sus ojos se cerraron por un momento mientras su cabeza se dejaba caer hacia atrás contra la madera. Sus pensamientos eran una neblina turbia sin sentido, y sus emociones una bola de hilos cruzados y enredados. En la casa de Toledo había imaginado aquel momento muchas veces, el tiempo le sobraba como para no hacerlo, pero jamás imaginó que se sentiría de ese modo. Todas las cosas se le juntaban, le hacían querer gritar y disparar a la pared, pero su voluntad era más grande.

𝐒𝐩𝐞𝐚𝐤 𝐨𝐫 𝐝𝐢𝐞  | 𝑳𝒂 𝑪𝒂𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒑𝒆𝒍 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora