El espectro del pasado

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—Corvus creció sabiendo que sería el único candidato al trono —afirmó Asellus muy orgulloso de su casi hermano—. De modo que él no solo quiso ser el heredero, él en verdad deseaba ser un rey por pulso propio. Pudo haberse formado en las murallas seguras de este brillante castillo pero no, él le solicitó al viejo rey que lo dejara asistir al mismo terreno en el que sus tropas se preparaban. El rey Rigel temía que algo malo le pudiera pasar a su unigénito. Fue gracias a la intervención de la reina Seiph que Corvus pudo entrenar de la mano de los más crueles maestros, eso lo hizo un excelente guerrero. Ahí me conoció a mí, yo era hijo de una hada arquera, madre soltera. Tenía una posición inferior pero Corvus siempre me tuvo en gran estima de modo que cuando su padre lo llamó para comenzar a entrenar sus habilidades mágicas, me llevó con él como su chambelán.

"A nuestra llegada a la capital conocimos a una nueva maestra en el orfanatorio. Ella misma había sido una hacía tiempo, sus padres fueron víctimas de la peste. Así que cuando terminó sus estudios regresó al orfanato para dar clases a los niños con más bajo rendimiento. Era muy bella y tú ya la conoces... Polaris.

Corvus se enamoró al instante de ella, gustaba de llenarla de caros regalos todos los días. Mira, yo no soy quién para juzgarla, no sé qué tanto de verdad ella lo quiso. Tal vez ella lo amaba por los regalos que le daba pero quizá esa era la única muestra de amor que Polaris conocía.

Yo nunca me llevé bien con ella, Polaris es un tipo muy específico de persona, a ella le gusta gustar, no soporta no sentirse amada por cualquier persona, sobre todo los hombres. Obviamente nunca podría causarme el interés que ella necesitaba de modo que no nos podíamos ver ni en pintura pero yo no iba a intervenir en su relación con Corvus. Él era medianamente feliz con su novia y lo digo así porque uno de los deportes favoritos de Polaris era poner celoso a Corvus y no hablo de una juguetona broma. Te estoy diciendo de ligas mayores, esa zorra besaba a otros hombres en la boca justo en la cara de Corvus, pasaba sus melones por los cuerpos de los hombres y durante las cenas gustaba de frotar sus pies en las piernas de los invitados. Corvus vivía siempre al borde, se metía en muchas peleas por defender el honor de su amada porque estaba totalmente estúpido por ella.

Su padre solía decirle a Corvus que el matrimonio no era algo que un rey pudiera tomar a la ligera, tenía que pesar bien en quién sería su reina y yo te voy a decir que tal vez muy dentro suyo, Corvus sabía que Polaris no era una buena opción para gobernar por eso duró tanto en pensar para casarse con ella.

Pero obviamente el tiempo llegó, él había preparado un gran baile en su honor, compró para ella un anillo de oro con un diamante tan gigante que yo estaba seguro que le enchuercaría el dedo a la larga. Aunque se supone que todo sería una sorpresa, era obvio que ambos sabían que el otro ya sabía. La suripanta esa se presentó en el castillo vistiendo un gigante vestido que le había costado una pequeña fortuna al bolsillo de Corvus pero mi amigo no llegó ¿Sabes por qué no llegó?"

Negué con la cabeza sin siquiera tener una mínima sospecha.

—El rey Rigel había caído enfermo de Mors, sabes que cada persona presenta distintos fallos en su magia pero la del rey fue fatal. Él no pensaba asistir al baile en el que su hijo se echaría la soga al cuello así que había salido a cazar cometas, fue ahí cuando su magia celestial falló provocándole una asfixia en el espacio de la que ya no pudo escapar, todo se manejó con mucho hermetismo y sólo cuando recuperaron el cuerpo yo me enteré junto con todos en el baile.

"Corvus estaba deshecho. Su padre era su guía pero no tuvo la oportunidades de llorarlo. Esa noche mientras el Reino Cielo apagaba la estrella que apareció en el cielo con el nacimiento del rey, Polaris entró bañada en lágrimas, enfrente de todos los dolientes, abofeteó a Corvus diciéndole que le había causado la mayor humillación de su vida, que pasarían eones antes de que ella lo perdonara por la manera tan cruel en la que la había olvidado. Corvus sintió que el vaso de su paciencia al fin se había colmado. Le dijo que su compromiso nunca pasaría, que él ahora tendría que pensar como un rey y que ella nunca podría darle el poder que su reino necesitaba. Él como rey necesitaba alguien de noble cuna para traerle honor a su trono. Pero esa es una mentira cochina, él sólo quería pegarle dónde más le dolía y lo hizo. Desde ahí, Polaris se entregó a una vida llena de arribismo usando su belleza a cambio. De nuevo, no la juzgo, solo quisiera que dejara en paz a Corvus".

La Dimensión de DanuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora