"Incluso si la tierra se divide.
Incluso si alguien sacude este mundo.
Nunca sueltes mi mano."
- Euphoria, JungkookQuizás no sea una de las historias más hermosas, pero sí una de las más sinceras. El amor no necesariamente se trata de parejas y enamorados; quizá puede tomarse y ser correspondido a través de actos y amistades que irradian luz. Tal como el lirio blanco que crece en mi jardín, y sus suaves pétalos que son acariciados por la brisa, reflejando la pureza y la belleza de los pequeños gestos que construyen nuestras relaciones más sinceras.
Música, alegría y personas felices divagando mientras buscaban un sueño borrado como los arcoíris. Eso es lo que somos nosotros cuando descubrimos nuestro mayor placer, cuando estamos en aquel punto donde el optimismo está en su auge. Todo, gracias a ti.
—¿Escuchas el sonido del océano? —me pregunta inquieta—. ¿Podremos ver las ballenas saliendo del agua?
—No lo sé, pequeña... tendríamos que tomar un bote para verlas —la miré desde el retrovisor.
—¡Mamá! ¿Escuchaste eso? —la mira—. ¡Quiero subirme a un bote y ver ballenas! —decía emocionada mientras trataba de bailar sentada.
—Amor, tienes que ser paciente... Tu amigo te va a hacer el favor de llevarte al acuario por tu cumpleaños, pero... no puedes ser tan abusiva —lo último lo dijo en un susurro.
La niña inocente se puso de rodillas y se acercó a su oído.
—Será el regalo de cumpleaños que me hará más feliz...
—No se preocupe... no debe sentirse apenada por ella, disfruto mucho de su compañía —sonreí al verla desde el espejo del carro.
—¡Mamá, llegamos! ¡Llegamos! —se bajó rápido del auto para ir tras un señor con grandes globos de animales y emojis.
—¿Quieres un globo, peque? Hoy es tu día, tú decides todo lo que quieras hacer.
El horizonte parecía dibujarse con trazos suaves, como si la luz quisiera acariciar a los tres viajeros. La niña, con su mirada chispeante, alzó sus manos hacia el cielo, imaginando que atrapaba los rayos de sol que se filtraban entre las nubes. Sentía que algo mágico la rodeaba, algo que no entendía pero que la hacía sonreír de oreja a oreja. A su lado, su madre, siempre atenta, caminaba a un ritmo constante, mientras el chico, con una sonrisa cómplice, observaba cada pequeño gesto de la niña con ternura.
La pequeña giraba sobre sí misma, dejando que la brisa jugueteara con su cabello, sintiéndose ligera, como si volara. Sus pasos eran pequeños saltitos, casi como si su cuerpo estuviera lleno de burbujas que la impulsaban a saltar sin motivo. La inocencia se reflejaba en cada gesto, en cada risa despreocupada, como si el peso del mundo no existiera en su horizonte.
El chico observó a la niña, notando cómo sus manos se estiraban hacia el aire, buscando atrapar ese sentimiento indescriptible de alegría pura que solo los niños parecen comprender. Sonrió para sí mismo, sintiendo una chispa de esa misma inocencia brotar en su propio corazón. La madre, con una mirada que reflejaba todo el amor del mundo, acarició el cabello de la pequeña, asegurándose de que supiera que estaban allí, siempre juntos, acompañándola en ese camino.
El mar, suave y sereno, parecía reflejar el brillo en los ojos de la niña. Ella se detuvo un momento, mirando hacia el horizonte que se volvía más claro, más brillante. Algo en su interior le decía que este viaje no era solo hacia un lugar físico, sino hacia un rincón especial de su corazón. No pudo evitar sentir que, de alguna manera, era ella quien los guiaba, con su alegría y su luz.
—¿Mamá, crees que el océano me escucha cuando le hablo? —preguntó la niña, con la seriedad propia de quien cree en la magia de las pequeñas cosas.
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Galaxia
RandomLa escritura trasciende más allá de la simple plasmación de pensamientos; es la manifestación de vivencias que han dejado huella, un viaje a través de mundos entrelazados. Cada historia, poema, novela, microrrelato y demás obra literaria es como un...