Esa noche tuve un sueño. Estaba yo desnudo en un prado, corriendo entre la maleza. No iba solo, Ángel me acompañaba. La tenía empalmada, y con su mano él se la señalaba. Yo, goloso, me acerqué a él, ya sabía lo que tenía que hacer. Hice lo que me pedía, gritando me dijo que iba a correrse, y entonces...
Beep, beep, beep.
La alarma me despertó en el mejor momento, podría haberme corrido con el sueño de haber tenido un par de minutos más. Me desperté de mal humor.
El día empezó como otro cualquiera. Llegué a clase de matématicas y me senté en un pupitre solo, pero vino Ángel y me invitó a que me pusiera con él al final del aula, a lo que accedí.
-Muchas gracias, pero no hacía falta, si quieres ponerte con tus amigos en vez de conmigo lo entenderé.- dije.
-Si no me cayeras bien, ¿por qué crees sino que te hubiera invitado a ponerte conmigo?
-Haces que me sonroje.Él rió. Estuvimos hablando toda la hora, nunca una clase de matematicas se me había hecho tan corta. En un momento mi amigo me susurró al oído:
-Que sepas que ayer me quedé con las ganas de follarte.
-Yo también.
-¿Quieres repetir lo de ayer?Sonreí, pero rapidamente se me quitó la sonrisa.
-Esta tarde no puedo quedar, mi madre tiene que ir al hospital, y yo voy con ella.
-¿Quien ha dicho que tenga que ser esta tarde?- susurró con sonrisa pícara.
-A ver si lo he entendido bien: ¿quieres qué follemos en el instituto?
-Podríamos hacer un apaño, si.
-¿Te has vuelto loco?
-¿Tu quieres, sí o no?- ignoró mi pregunta.
-Me gustaría, pero en el instituto nos pueden pillar.
-No nos van a pillar. Escucha, en la siguiente hora, tú sigueme el rollo.
-A la siguiente hora tenemos Educación Física, ¿qué plan tienes?
-Espera y verás- concluyó la conversación.Sono la campana y nos fuimos al gimnasio para hacer la clase de Educación Física. Todo marchaba como antes, pero hacia la mitad de la clase, Ángel me tocó el hombro y me dijo en voz baja:
-Ven conmigo y recuerda lo que te he dicho: sígueme el rollo.
Fui con él hacía el profesor y le dijo:
-Entrenador, ¿podemos irnos mi compañero y yo ya de clase? Verás, tenemos que hacer una recuperación de inglés y la maestra nos ha pedido que vayamos antes.
El maestro, un hombretón de sesenta años ya calvo, arqueó una de sus pobladas y cejas y me preguntó:
-¿Es eso cierto, muchacho?
No seriamos los primeros en tratar de irnos de sus clases, desde luego.
-Si, claro.
Él resopló como diciendo "debería haberme enrolado al ejercito cuando tuve la oportunidad".
-Esta bien, podeís machar, pero ducharos antes de iros.
Ángel se lo agradeció y fuimos los dos con la velocidad del rayo a los vestuarios.
-Que bien que nos haya dejado.- dije al entar al vestuario- Los dos solos en el vestuario con treinta minutos para nosotros, que sexy todo.
-Y tú dudabas de mí- dijo con una sonrisa.
-Bueno, no me digas que no hay riesgo de que nos pillen.
-¿Y? ¿Acaso el riesgo no le añade más excitación?
-No sé, yo solo quiero que me beses.
-Haberlo pedido antes, muñeca.Me abalancé sobre él, y le comí el cuello. Fui subiendo y subiendo para encontarme con sus labios.
-Eh, eh, para, para.- me ordenó.
-¿Que ocurre? ¿Has escuchado a alguien?
-No- sacudió la cabeza- No es eso. Solo que no me gustan los besos en la boca, para que lo tengas en cuenta.
-Vale, vale. ¿Seguimos?No hizo falta respueta, Ángel ya se había quitado la camiseta. Empecé a chuparle las tetas. Él disfrutaba, aunque no gemía, yo lo sentía. Había cerrado los ojos cuando yo bajé a la zona abdominal. Me enamamoré perdidamente de su tableta. Aunque no la tenía tan marcada como un culturista, se notaba su ejercicios en el gym. Chupé, chupé y rechupé sus cuadritos. Mientras, le fui bajando lentamente los shorts. Su polla estaba más tiesa que un palo.
-Ba-baja o si no me correré en breve.- dijo, tratando de no gemir.
Le hice caso, así que fuí al grano. Terminé de lamer su barriga (una desgracia para mí, ya que podría haber estado allí durante horas) y bajé hasta sus calzoncillos. Los Calin Klein eran negros, pero ni la oscuridad de la prenda podía ocultar la envergadura de su órgano. Joder, si me metiera eso por el culo mi ano sufriría un montón.
-¿A qué esperas? Venga, empieza ya.- me dijo con tono autoritario.
-¿A que me voy y te dejo con las ganas?
-No podrías, estarías tan deseoso de polla que incluso te follarías al de Educación Física.Él me quitó la camiseta.
-¿A ese viejo? No estoy tan desesperado. Ummm.- reprimí un grito de placer cuando me empezó a pellizcar los pezones.
-¿Si? Entonces dime, perrita, ¿a quién te follarías de la clase?
-Uhhh, ¿para qué quieres saber tú eso?
-Quiero que me pongas celoso.- hizo una pausa y añadió- Na, es broma. Soy un 10 y lo sabes.
-Que presumido eres. ¿Sabes a quién me tiraría, tío? Al Rubén ese, dicen que los bajitos son los que más grande tienen la pistola, ¿y quién soy yo para decir que no?
-No, la polla no es todo en el sexo, ¿sabes? Estoy seguro de que él no podría hacerte esto- y cogió mis dos pezones y los retrorció.Gemí, muy fuerte. No fue de forma intencionada. Ángel me tapó la boca, pero ya había gritado.
-¿Qué haces? No vuelvas darme esos sustos.-resopló- Llega a estar la puerta abierta o entornada y no lo contamos.
-No puedes hacerme eso sin avisar. Dios, lo haces muy bien.Su rostro se iluminó con una divertida sonrisa.
-Jajajaja, ¿lo ves? Rubén no me llegaría ni al talón.
-Seamos realistas, tú tampoco lo sabes a ciencia cierta. Además, Rubén tiene cara de ser un buen pistolero.
-Bueno, si yo te contara...
-¿El qué?Me puse de pie y todo. Estaba bastante sorprendido.
-¿No te lo habrás follado, verdad?- pregunté.
-Bah, dejemos el tema. Arrodillaté y chupamela.Obedecí como buena perrita. Bajé los Calvin de un tirón y su miembro salió disparado. Tenía la punta fina y manchada de precum. Era bastante grande, mediría alrededor de 16 centimetros y estaba repleta de venas.
Empecé a chupar, primero la punta. Estaba salada, y sabía un poco a semen. Sin pedir permiso bajé por sus centimetros, y, aunque no me cabió todo, la verdad que no lo hice para nada mal. Parece que le gustó, pues empujaba su pelvis hacía a mí.
-Joder, a este paso me corro- dijo mientras aceleraba la intensidad- Déjame tomar el control.
Me la saqué de su boca y respondí:
-Tus deseos son ordenes para mí.
-Uy, uy, uy, que cachonda estás, putita.Cogió mi cuello mi me puso de rodillas. Primero me hizo olersela y recorrer mi lengua por su pubis, a lo que entre jadeos, obedecí. Luego me hizo chuparle y gruesa base de la polla.
Modestia aparte, lo hice bastante bien. Se notaba mucho, pues mi compañero se mordía continuamente el labio. Con sus manos regulaba la velocidad.
-Me-me voy a correr.
Con sus manos me la fue metiendo hasta el fondo, sin piedad, hasta que me la clavó en la garganta.
Él gimió fuertemente, parecía que se le había olvidado lo que me había dicho antes, y soltó cinco trallazos de lefa caliente en mi garganta y boca. Me la sacó lentamente, cuando ya se le había bajado la poderosa erección.
-Guau.- concluyó.-¿Quieres que te haga una paja?
-Na, no hace falta. Vete ya, pueden sospechar.Él me agarró de la nalga, y susurró:
-Vete preparando, que esto no ha hecho más que empezar.
Me soltó, y con un guiño, me dejó solo en los vestuarios.
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Ángel de mis pasiones homoeroticas
RomanceUn trabajo con Ángel hace que acabemos teniendo sexo, el principio de nuestra excitante y pasional relación.