Capítulo 4. 1+1=3

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No pudimos vernos hasta el viernes por la tarde, pues él me escribió para ver si quería ir de compras con él, pues tenía que comprar un regalo para el cumpleaños de su amigo Rubén. Yo accedí, encantado con la idea de pasar más tiempo junto a él.

Quedé con él en su casa, pues su madre nos iba a llevar al centro comercial. Allí me llevé una inoportuna sorpresa: no íbamos a ir los dos solos, también venía Rodrigo, un amigo de Ángel. Eso chafó mis esperanzas de follar, algo que llevaba esperando con ansía desde el martes (incluso había renunciado a hacerme una paja para que cuando llegase mi encuentro con él liberar todo el semen que había estado guardando).

Me presentaron a Rodrigo, aunque ya lo conocía de vista, nunca había llegado a hablar con él. Era un chaval alto y moreno, parecía universitario; y al hablar con él me dí cuenta de lo majo que era. Jugaba baloncesto, ahí es cuando Ángel y él se conocieron, aproximadamente cuando tenían siete años. Y, aunque mi amigo se desapuntara de las clases de este deporte, seguirían siendo amigos hasta hoy.

Llegamos, y fuimos a un par de tiendas para buscar el regalo, y lo encontramos: un poster con marco de la WWE.

Pensé que íbamos a irnos, pero ellos tenían otros planes. Fuimos a una tienda de deportes, donde buscaron algunas equipaciones de baloncesto.

-Ey, chicos, ¿qué os parece esta?- dijo Ángel señalando una equipación amarilla de Los Lakers.

-Me encanta, ¿te vas a pillar la de LeBron?- respondió Rodrigo mientras analizaba la camiseta.

-Si, voy a ir a probarmela.- se acercó a mí- Pero necesito alguien que me dé una segunda opinión, ¿te vienes?

-Vale.

-Ok, yo os espero aquí.- dijo Rodrigo.

Ángel cogió la misma camiseta en varias tallas y fuimos a la zona de probadores. Se suponía que tenía que haber algún encargado para revisar las prendas, pero no había nadie.

Entramos, los probadores eran muy bonitos, estaban hechos de madera y tenían puerta con pestillo, algo que le agregaba privacidad.

-Bueno, bueno, bueno, ¿qué tal la semana?- dijo nada más cerrar la puerta.

Me besó los labios.

-Bien. ¿Me has traído aquí para follar?

-Correcto.

Nos quitamos la ropa rápidamente, calzoncillos incluidos y empecé a mamar.

-Ah, no tenemos mucho tiempo.- dijo- Pasemos a la acción directamente.

Dejé de chupar y él cogió el pantalón y sacó un condón. Se sentó en el banco, frente al espejo, y me hizo señas para que hiciera lo mismo.

Yo me puse como gata en celo, a cuatro patas y con el culo abierto. Estuvo un rato lubricando mi ano con saliva.

Lancé un débil grito cuando me la metió.

-Shhh, no hagas ruido.- dijo- ¿Te duele?

Asentí, y él la sacó y fue metiéndola poquito a poquito. Ya no sentía casi dolor, sentía un placer inmenso. Sentía una gran tentación de gemir, pero obviamente no podía.

-Chicos, cuanto os que...- se abrió la puerta y Rodrigo entró.

La escena que se encontró era muy surreal: estaba yo a cuatro patas mientras su amigo me daba polla.

-¿Qué cojones? ¿Estabais follando?- preguntó al cerrar la puerta.

-Podemos explicarlo...-comencé a decir.

-Ya, no sé, perdón la interrupción, pero me resultaba extraño que tardaseis tanto.

-No te rayes, bro, vente y nos hacemos un trío como los que hacíamos con Mireya.

Él sonrió de forma pícara.

-¿Prometes no decir nada?- me dijo.

-Si, por supuesto.

-Buena chica, ¿quieres tu premio?

Me relamí como gesto afirmativo.

Él, ni cortó ni perezoso, lanzó el cinturón a un lado y se bajó los pantalones y calzoncillos. Me asombró su enorme tamaño, era team carne. Cogió mi boca y me metió la polla dentro. Estaba flácida, pero fue subiendo su tamaño hasta llegarme a la garganta.

Ángel reanudó su follada, pero estaba más centrado en la polla de su amigo. La chupé, chupé y rechupe, hasta que se corrió y lanzó toda su lefa en mi garganta.

-Guau. Pocas pibas me lo han hecho como tú. - dijo, entre jadeos, al sacar su polla aún algo tiesa- Ángel, probamos lo que le hicimos a Mireya en la playa.

-¿El qué me vais a hacer?

-Tranquilo, te va a encantar.- me dijo mi amigo, y se volvió a Rodrigo- Venga, yo estoy a punto de correrme.

Ángel se la sacó y me la metió otra vez de golpe. Se la sacó a los pocos instantes. Extrañado, le iba a preguntar que hacía, pero Rodrigo me la metió de golpe.

No voy a mentir: grité un poco; pero el dolor no duró demasiado, pues volvieron a hacer eso.

Al principio me molestaba, pero luego disfruté bastante. Los dos machos me dieron guerra, hasta que Ángel paró en su turno y dijo.

-Me corro. Rodri, ya sabes que hacer.

Él asintió y me puso de rodilla debajo de él, una posición sumisa. Tras esto, Ángel siguió dándome por detrás y aumentó la marcha. Se corrió dentro de mí y se la sacó con una mano. Con la otra empezó a hacerme una paja.

Rodrigo hizo lo mismo con la suya, y tras medio minuto me llenó la cara de su lefa. Yo al verme tan sumiso y vulnerable me corrí sin apenas tocarme.

Limpiamos como pudimos el probador y Rodrigo salió sin decir palabra. Ángel me miró.

-Que bien te has portado.- me besó.

Estuve un rato en su boca. Sabía a chicle, debía de haber tomado alguno antes. Se separó de mí pero yo me negué y nos besamos de nuevo, yo metiendo más lengua. Cualquiera diría que habíamos tenido sexo hace rato.

-Venga, salgamos, que no quiero que Rodrigo nos espere más.- me dijo cuando se separó de mi.

Salimos del probador. Por fortuna, seguía sin haber nadie supervisando. No nos llevamos nada de ropa.

Al cabo de un rato la madre de Ángel nos recogió, y al dejarme en la puerta de casa me acordé del beso de Ángel en mis labios.

Fue entonces, viendo el atardecer de mayo, cuando me dí cuenta de que Ángel me estaba empezando a gustar. Sonreí y entre a casa.

Ángel de mis pasiones homoeroticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora