Capítulo 8. La fiesta de Rubén II.

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Rubén entró al baño, y pareció enfadarse al ver lo mucho que tardaba.

-Joder, bro, para hacerte pajas vete a tu casa.

Me observó con más detenimiento, y se arrepintió.

-¿Te encuentras bien?- se agachó para verme mejor.

-Sí, perdón por molestar.

-De verdad que no es una molestia. Si necesitas un pañuelo o cualquier otra cosa me la puedes pedir sin problema.

Era una situación extraña, incluso podría decirse que vergonzosa, pero yo tampoco estaba en condiciones de pensar con claridad.

-¿Me puedes ayudar a levantarme?- dije casi en susurros.

-Si, claro.

Aunque era más bajito que yo (mediría una cabeza menos que yo) pudo con mi peso y gracias a él pude levantarme. Ya solo quedaba otra cosa.

-¿Me das un pañuelo?- pregunté.

-Voy a por uno, tú quédate aquí.

Salió de la habitación y fue a por un pañuelo. Cerré la puerta tras su ida, aunque en ese momento no había nadie en la casa, podría ser que de repente alguien entrara y verme con los ojos rojos sentado en la taza del inodoro no sería una escena muy bonita; por lo que por mi dignidad la cerré.

Rubén vino a los pocos minutos con una caja de pañuelos desechables, lo que le agradecí. Tras esto, me dijo muy amablemente:

-¿Quieres cambiarte la camiseta?

-No, si ya me iba.

-¿Y arriesgarte a pescar un resfriado? Anda, que no es molestia.

Él me hizo señas para que le acompañase, y me llevó a su habitación, que era blanca y muy grande. La ventana daba para el jardín, donde se escuchaba que seguía el jaleo. Miré el reloj de su habitación, aunque aún faltaban diez minutos para medianoche mi cuerpo parecía que había estado hasta las cuatro de la madrugada bailando en la pista de baile. "Todas las emociones de hoy han hecho que estés con ese ánimo", pensé.

-Aquí tienes.

Mientras yo estaba perdido en mis pensamientos, Rubén sacó una camiseta de su cajón y me la lanzó, era una del Barça, de un jugador que no estaba en mis registros mentales.

-Gracias.-dije.

Me desvestí rápido y doble la otra. Él me estuvo mirando durante eso, pero traté de ignorarlo.

-¿Me puedes ayudar con otra cosa?- dije al terminar- Verás, he perdido mi móvil...

-Vale, dime tu número y te llamo.

Se lo dije y busqué mi móvil por los sitios en los que había estado: el baño, el porche, el exterior de la casa...; pero no obtuve ningún resultado. Volví a la habitación de Rubén, donde él seguía estando allí sentado.

-¿Ha habido suerte?- alzó la cabeza al verme.

-No.- me senté.- No sé que hacer.

-Ya, es que ahora es muy difícil buscarlo. Hay demasiada gente.- se levantó- ¿Quieres que avise a tus padres de que te quedas a dormir?

-¿A dormir? No quiero molestar, además, puedo decirle a mi padre que me recoja...

-No, porque así mañana los dos buscamos el móvil. Cuando se vayan todos.

-Quieres algo conmigo, ¿verdad?

-¿Qué?

-Suéltalo, si no supieras que soy gay ni me habrías dirigido la palabra, te lo aseguro.

-¿Qué estás diciendo? Si ni sabía que fueras gay.

Lo miré, extrañado.

-¿De veras?

Resopló y me entregó su móvil.

-Llama a tu padre y cuando termines, si estás cansado, te echas a dormir en mi cama- señaló una cama grande que tenía sabanas blancas.

Salió de la habitación y yo llamé a mi padre. Afortunadamente, fue compresivo y me dejó quedarme a dormir (además, no le conté lo del móvil), pero, y fue muy tajante e esto, quería que estuviese en casa antes del mediodía. Tras zanjar el tema salí de la casa, en busca de Rubén. Mi búsqueda no necesitó mucho rato, nada más salir por la puerta trasera me lo encontré follandose a una tía detrás de unos árboles. No me vieron, pero yo sí a ellos, ya ves que los vi bien. Pero estaban bien escondidos, si no fuese por los gritos que la chica pegaba no me hubiera dado cuenta de donde estaban. Le estaba follando el culo, no, le estaba taladrando el culo.

"Bueno, ya ha sido suficiente." Me volví a la habitación y dejé su móvil en la mesilla de noche, al lado de mi camisa doblada. Al principio pensé que tardaría en dormirme, al estar en una casa desconocida me daría más reparo, pero nada más sentir la almohada caí en un profundo sueño.

***

Me desperté desorientado, sin saber donde estaba. Mis primeros pensamientos decían que yo estaba en casa de Ángel, pero no tardé en acordarme de la discusión que tuvimos. Tras ver la camiseta de futbol que llevaba puesta me acordé de donde estaba. Me levanté y miré el reloj del móvil de Rubén, eras las 10:03.

Amanecí con hambre, pero no me atrevía a comer nada de la cocina sin permiso (los modales por delante siempre), así que fui a buscar a Rubén. Primero comprobé que no estaba en la casa, y luego salí al exterior. En el porche no había nadie, pues él estaba en el patio, dormido en una hamaca blanca y totalmente desnudo, pero no me di cuenta de este pequeño detalle hasta que me acerqué a él, así que podéis adivinar la cara que puse al contemplar su polla.

Era bastante gruesa y muy blanquita. Mediría unos 10 centímetros y estaba puesta sobre su barriga. Tenía el torso muy marcado, y sus tetillas estaban muy duras. Al principio me incomodo, pero necesitaba encontrar el móvil e irme a casa cuanto antes. Mi padre me había dejado quedarme a dormir, pero si tardaba mucho en llegar ya empezaría a enfadarse, a él le daba mucha fatiga eso de quedarme tanto rato en una casa ajena.

Me senté en la hamaca y le sacudí el hombro abrió los ojos lentamente.

-Buenos días, dormilón.- dije al ver que abrió completamente los ojos.

Como respuesta, bostezó fuertemente y se estiró de forma que propinó un codazo.

-¿Por qué me despiertas?- dijo al fin.

-¿No me ibas a ayudar a buscar el móvil?

-Claro, eso.- dejó de tener las piernas extendidas- Pues venga, vamos a buscarlo y a limpiar este desastre.

-Esto..., ¿no crees que te falta algo?

-¿Qué me falta?

-Tal vez el bañador.

Bajo la mirada, observó su zona pélvica y dijo:

-Ah eso, nah, no me hace falta.

-¿Y los vecinos? ¿No te da vergüenza que te vean así?

-Bah, los vecinos me la suda.- contestó con desdén.

-Madre mía. Y supongo que no sabrás ni como acabaste así, ¿verdad?

Su única respuesta fue una sonrisa.

-Venga, empecemos, que se nos va la mañana.- y bajó de la hamaca.

Así fue como acabé limpiando la casa del amigo del chico que me había roto el corazón. Planes de domingo que nadie espera, pensé.

Ángel de mis pasiones homoeroticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora