Capítulo 2. Colonia Calvin Klein en su cuello.

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Durante el resto de la tarde estuve en mi casa. Me encerré en la habitación y quise ver una película. Abrí mi mochila para coger mi portátil pero no estaba. Me lo había dejado en casa de Ángel. Joder, con las prisas por irme me había dejado el ordenador en su casa.

Quería llorar, pero con eso no iba a solucionar nada, así que cogí mi móvil y busqué su número y le escribí en su chat:

yo: me he dejado el ordenador en tu casa. cuando puedo ir a recogerlo??

Me respondió al instante.

ángel clase: Ya.
ángel clase: Verás, ahora estoy ocupado
ángel clase: Ahora te digo

Mentira. No tenía nada que hacer, yo lo sabía.

yo: no tardo mucho en llegar
yo: voy????

Teníamos clase al siguiente día, pero no quería que se llevase mi ordenador al instituto, allí podían robarmelo.

Llamaron al timbre. Mis padres estaban en el salón, mi madre salió de él y abrió la puerta. Yo baje a ver quién era, y sí, era Ángel.

-¡Hola!- saludó a mis padres- He venido porque vuestro hijo se ha dejado su portátil en mi casa.

-Que atento, muchas gracias- le dijo mi madre.

Al verme bajando las escaleras me saludó.

-Aquí tienes tu ordenador- me lo ofreció en una funda- Por cierto, ya que estoy aquí podíamos discutir una cosa del trabajo.
-Bueno no nos corre prisa.- dije secamente.
-Creo que Ángel tiene razón.- me interrumpió mi madre. Desde luego la tenía en el bote.- Quitate los zapatos y subid los dos arriba.

Subimos en silencio y cerré la puerta de mi cuarto. Me senté en la cama, y el me imitó.

-Bueno, ¿qué querías?- empecé.
-¿Qué te pasa conmigo?
-¿A mí?- pregunté con toda mi entonación posible de incredulidad- Nada, ¿por qué?
-No sé, te has ido extraño, y ahora me has querido echar de tu casa.
-No me pasa nada.- repetí.
-Como vuelvas a decir eso, me voy.
-Tal vez es lo que deberías hacer.
-¿Ves? Te pasa algo.- dijo, gesticulando con la mano- ¿No te has sentido cómodo conmigo?
-No, no es eso.
-¿Entonces qué es?

Resoplé. Él merecía saber la verdad.

-Pensaba que solo me querías para un polvo y ya. Para desfogarte, o peor, para reirte de mí.

Sin darme cuenta ya estaba llorando. Me tapé con las manos, y me serené.

Él me agarró la mano.

-Joder, no, yo nunca me reiría de tí, y menos por tu sexualidad. Perdon si ha parecido eso.

Me abrazó. Agradecí su tacto caliente y su olor a colonia Calvin Klein.

-¿Puedes prometerlo? ¿Me prometes que no me has usado para descubrir tu sexualidad?
-¿Usarte para descubrir mi sexualidad?- rió- Creeme, yo ya he explorado por mi cuenta mi sexualidad. ¿A qué viene esa cara?
-Nada, solo me ha sorprendido.
-¿Si?-dejo de reir- Una pregunta, pero necesito que seas sincero conmigo, ¿vale?- al ver que asentí prosiguió- ¿Te han usado alguna vez?

Boom. Una patada en el estomago.

-No, ¿por qué?- intenté que no me temblase la voz. Sí, me habian usado y me habían roto el corazón de la forma más cruel posible, pero no se lo iba a contar.
-Entonces, ¿por qué has reaccionado tan malamente?- preguntó con una clara incredulidad.
-No sé, dejalo.
-Ocultando tus problemas no los vas a solucionar.

Silencio.

-Es una historia muy larga.- dije al fin.
-No te preocupes, tengo tiempo.
-En resumen, conocí a un chico en mi antiguo insti. Nos conocimos y empezamos a hablar. Nos hicimos muy amigos, hasta que me dijo que yo le gustaba. Me sorprendio, pues lucía muy hetero, no sé si me entiendes - "sí, me hago una idea", exclamó- Era mi único amigo, así que para no quedarme solo le dije que él también me gustaba. Nos vimos en plan novios un par de veces, y cuando me quise dar cuenta, ya estaba enamorado de él. Todo cambió cuando follamos por primera vez. Él se volvió muy ansioso con el sexo, solo quería eso. Hasta que me harté y le dije que cambiaba o me iria de su vida, y...

Rompí a llorar. Ángel me abrazó.

-No hace falta que me lo cuentes si no quieres.- dijo.

Yo le sonreí.

-Gracias. De verdad.
-No hay de que. Si alguna vez necesitas un hombro en el que llorar ya sabes donde estoy.

Cogí un pañuelo y me soné los mocos.

-Me voy a ir, que tengo que cenar.- Ángel se puso de pie.
-Vale. Te acompaño a la puerta.

Bajamos los dos.

-¿Puedo hacerte una última pregunta?- pregunté antes de que se fuera.
-Mientras no sea sobre mi sexualidad...
-No, no es sobre eso. ¿Cómo has sabido donde vivo?

-Ahhhhh.- dijo, y se fue.

Me quede observandolo, tenía muchas preguntas en mi mente, y en la que más pensaba era si él me consideraría su amigo. A ver, habíamos hecho muchas cosas que no eran precisamente de amigos, tú ya me entiendes...

-¿Ya se ha ido tu amigo?- dijo una voz por detrás que me sobresaltó.
-Joder mamá, me has asustado.
-No digas palabrotas. Ven a poner la mesa, que vamos a cenar.- olió el ambiente y dijo- ¿Desde cuando usas colonia Calvin Klein?

Ángel de mis pasiones homoeroticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora