No nos vimos hasta el día de la fiesta de Rubén. Yo acepté, así que a las ocho de la tarde su madre nos recogió y nos dejó en casa del cumpleañero.
-Me gusta mucho tu traje.- me dijo nada más llegar.
-Gracias, tú también vas muy guapo- respondí- Una cosa, si no me siento cómodo mi padre me recoge, ¿vale?El se paró en seco, y dijo con cara seria:
-¿Por qué te ibas a ir? Mis amigos son buena gente, créeme.
-Ya, pero no sé.
-Bueno, si te sientes mal me avisas y no vamos, ¿ok?Se fue acercando, yo me acerqué, nos íbamos a besar...
Pero se apartó.-Vayamos entrando- dije con la cara colorada.
La casa era grande, se notaba el dinero que manejaban los padres del cumpleañero. Me llamó la atención que solo fuese de una sola planta, aunque era cómodo para transportar cosas dentro de la casa, podía llegar a ser una molestia el estar tan cerca del jardín, sobre todo para dormir.
Me olvidé rápidamente de lo que había pasado, pues mi amigo empezó a saludar a mucha gente. Yo me mantenía a su lado, tímido, y él iba presentándome a la gente. Había mucha gente, y cuando digo mucha es muchísima más de la que me había imaginado, pero no había ningún adulto (eso sí me lo imaginaba).
Tras las presentaciones nos dirigimos a la piscina, donde estaba Rubén. La piscina no era muy pequeña, no era como una comunitario, tenía el tamaño justo y necesario. Tenía en el fondo una luz que iba cambiando de color continuamente, lo que iluminaba a las chicas en bikini que había en el agua. Se salió de la piscina para recibir el regalo y nos saludó.-Feliz cumpleaños, enano.- dijo mi amigo al ver a Rubén, y le dió el regalo.
-Muchas gracias por el regalo. ¿No os habéis traído bañador?- nos preguntó.
-Que va, si aún estamos a mayo.
-Bah, chorradas. ¿Habéis visto toda la peña que ha venido?
-Si, no esperaba que viniese tanta gente. ¿Qué has hecho con tus padres?
-Jajaja, verás, ahora mismo están en la otra punta del país. Eh, pero si rompéis algo lo pagáis.- me miró y dijo- ¿Estamos juntos en clase, verdad?
-Si.- dije.
-Me alegro de que hayas venido.- y me dio dos toquecitos en el hombro.- Poneos cómodos y disfrutar.
Se volvió a meter en la piscina, y nosotros fuimos otra vez con el grupito de Ángel. Estaban en una mesa, jugando a un juego de mesa todos en círculo. Reconocí a Rodrigo, que me saludó y nos invitó a unirnos a la partida, y antes de decir nada, Ángel nos inscribió a los dos cómo equipo.
Aunque no hablé mucho, me lo pasé muy bien, y sin darme cuenta se hizo de noche. Fue entonces cuando fueron repartiendo perritos calientes de cena. Sorprendente, estuvo muy bien organizado, y tras cenar recogimos todo.
Empezó lo que todos habían estado esperando: el alcohol. Sacaron botellas de vino y unas pocas de vodka. Ya sabemos a que íbamos a jugar: al Yo nunca, nunca.
Nos pusimos en círculo (yo con Ángel, obvio), éramos veinte personas más o menos (el resto estaban en la piscina). A esa hora estaba atardeciendo, pero en breve sería ya de noche. Empezaron con cosas inocentes: yo nunca he ido al extranjero, yo nunca he aprendido un idioma extranjero; pero una chica rubia dijo: yo nunca he estado en una fiesta de pijamas, por lo que la gente entendió eso como la señal perfecta para encender el ambiente.
Nos íbamos turnando para decir la oración (se iban, yo no me pronunciaba), así que después de la chica de la PIJAmada Ángel aprovechó para coger la botella y decir:-Yo nunca nunca he besado a nadie que esté aquí presente.
La gente río, los adolescentes no somos predecibles ni nada. Unos cuantos bebieron un trago de la botella, incluido Ángel y Rodrigo.
-Vale, siguiente- dijo un chico rubio que no conocía.
-One moment, ¿habéis bebido todos?Esa indirecta era claramente para mí. Sin pensar en nada cogí la botella de Ángel y le di un trago. No había probado nunca el vino, estaba frío y dulce, curiosa combinación.
Muchos se sorprendieron de lo que hice, otros rieron por lo bajito, pero pasaron al siguiente.Muchas rondas más tarde, en las que bebí dos o tres tragos más, terminó el juego. Estaba así hecho aposta, pues después se fueron a bailar, con el alcohol poniéndolos en las nubes.
Improvisaron una pista de baile en el césped, con su DJ y sus luces intermitentes, y la verdad que quedaba bastante bien. Los jóvenes se pusieron a bailar, aunque eso no era más que una excusa para ligar y luego follar.
Mi plan era simple: quedarme en una esquina viendo como el resto bailaba, esperando al final de la fiesta. Para amenizar la espera, cogí un vaso con Coca-Cola. Parecía aburrido, pero en algunos momentos fue muy gracioso presenciar los movimientos de apareamiento como si de aves se trataran.Cuando ya llevaba un rato planteándome que es lo que hacía allí, vino Ángel.
-Eyyy, ¿que pasa, no te animas?
-No, no es mi rollo bailar con tantos desconocidos.Al reír me di cuenta de lo borracho que él estaba.
-Venga, anímate.
-Que no, déjame.
-Joder, ¿necesitas un empujón?Se acercó a mí para bailar, y sin querer me tiro el vaso, con la mala suerte de que cayó toda la Coca-Cola en mi camiseta.
-Joder-dije.
-No te enfades, acompáñame.Discretamente fuimos al porche donde no había nadie. Yo le obedecí, y cuando llegamos me acerqué a su boca, pero él me hizo la cobra.
-¿Qué coño haces?- dijo, muy enfadado, y me empujó.
-Pensé que...
-¿Qué íbamos a follar? Dios, estás mal de la cabeza.
-Joder, sí que estás borracho.
-Borracho o no, es la realidad.
-Te recuerdo que él que empezó con el juego fuiste tú.
-Pues bien que te pusiste a cuatro bien rapidito. Como una puta barata.
-Y tú cómo un perro desesperado.
-Al menos yo tengo más chicas con las que follar, tú solo me tienes a mí. ¿Qué te creías, que no me había dado cuenta de que estás desesperado por follar conmigo?Joder, eso dolía. Me fui, entré en la casa, y me escondí en el baño. Rompí a llorar, me había tratado muy mal. Y encima había perdido el móvil, por lo que no podía llamar a mi padre. La noche no podía ir mejor.
-¿Quién está aquí?
Alcé la mirada y me encontré con la persona más inesperada.
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Ángel de mis pasiones homoeroticas
RomanceUn trabajo con Ángel hace que acabemos teniendo sexo, el principio de nuestra excitante y pasional relación.