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Habían pasado 30 días y la relación entre Adam y Lute no había avanzado en absoluto.

El primer hombre había hecho todo lo posible para seguir las indicaciones de Sisi, pero era casi imposible reprimir sus instintos y en ese momento es cuando empezaba a cagarla.

Una mañana, como le había dicho su amiga, le había comprado un café (había descubierto que le gustaba solo y bien cargado), pero cuando llegó a dejarlo en su mesa, se tropezó y el líquido cayó en el informe en el que Lute había estado trabajando durante una semana.

Un día se armó de valor para ofrecerse a ayudarla a recoger el equipamiento después del entrenamiento, pero cuando agarró un potro de salto para guardarlo en el almacén, lo lanzó con tanta fuerza que tiró todas las estanterías con armas que había en el almacén. Y se pasaron dos horas ordenando aquel desastre en el silencio de Adam con los bufidos controlados de la exorcista.

Cuando se ofreció para acompañarla a casa estaba tan nervioso que empezó a alardear de sus ligues pensando que era una forma de demostrar que era un buen partido. Pero solo hizo que Lute se molestara y se marchara antes a casa.

La lugarteniente no entendía el extraño comportamiento de su jefe. Siempre había sido un desastre, pero un desastre que podía controlar. Sin embargo esas semanas estaban siendo insoportables y todos los desastres que causaba su patoso jefe solo le estaban dando más carga de trabajo de la que ya tenía normalmente.

Por si fuera poco, un día a final de mes notó que su jefe estaba más nervioso de lo normal. Hizo lo que pudo para acabar su trabajo rápido y se fue corriendo como un niño impaciente.

—¿A dónde va, señor? —Aquella actitud despertaba su curiosidad.

—Eh.... bueno... —Adam se veía acorralado y la mirada inquisidora de su lugarteniente lo ponía de los nervios—. Hoy viene Kiki y tengo ganas de verla —fue lo único que dijo antes de echar a correr.

Lute bufó fastidiada. Al menos sabía que durante un día Adam estaría bajo el control de otra persona y ella podría al fin descansar. Pero a ella no le hacía mucha gracia que el hombre estuviera con aquel ángel.

—¿Cómo ha ido? —preguntó Sisi ilusionada cuando Adam llegó al bar en el que siempre quedaban.

—Tus consejos no han servido de nada —gruñó el primer hombre.

—¿Cómo que no? —preguntó Sisi ofendida.

—que todo sigue igual...

Adam empezó a contarle a Sisi cómo había sido ese mes y su amiga no podía quitarse la mano de la cara completamente decepcionada.

—¿Pero por qué estás tan nervioso?

—No estoy nervioso —se defendió el hombre.

—Claro que lo estás y por eso la cagas —atacó Sisi—. Relájate. Tienes que dejar que las cosas fluyan, como ha sido hasta que te diste cuenta de que te gustaba Lute.

—Lo dices como si fuera tan fácil —contraatacó con un puchero.

—Porque es fácil —sentenció ella—. Mira Adam, no puedo estar detrás tuya pendiente de cómo lo haces porque si no la voy a conquistar yo no tu.

—¿No te vas a quedar? —preguntó el hombre alarmado. Esperaba que su amiga volviera a ayudarlo a dar el siguiente paso.

—Sabes que no puedo quedarme y lo del mes pasado fue una excepción que me costó mucho conseguir. No puedo arriesgarme a estar mucho tiempo por aquí. Por eso hoy tengo que recoger los pedidos rápido.

La chica sacó su fiel libreta.

—Yo quiero lo de siempre —bufó Adam completamente vencido.

—Vale, te lo apunto. —Cuando acabó de anotar lo que siempre le pedía Adam una idea le vino a la mente—. Por cierto han estado anunciando una película nueva de la saga de las MILFS por si quieres que te la reserve que sé que la última te gustó mucho.

Siete meses para enamorarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora