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El Cielo volvió a dar la bienvenida a Sisi un mes más. Antes de marcharse a su apartamento, había vuelto a recordarle a Andrealphus que se quedaría hasta tarde y que podía descansar y abrir el portal cuando empezara el nuevo día. Además que sabía que siendo tan considerada con el demonio se suavizaría más con ella a la próxima. Tampoco quería arriesgar el delicado equilibrio que había entre ella y el noble ave. Sabía que Andrealphus apoyaba el contrabando no por dinero sino por mera diversión. A pesar de que siempre pedía su parte por sus servicios, Sisi sabía que solo apoyaba ese proyecto por la sensación de rebeldía de estar corrompiendo a los habitantes del paraíso. La nobleza es igual tanto en la Tierra como en el Infierno y se guiaban por la emoción que les daba el capricho. Por eso mismo también la mantenía en el puesto a pesar de sus constantes impertinencias. Andrealphus no era más que un snob que se creía por encima de los demás y que solo buscaba darle algo de sabor a su anodina vida.

Después de haber recogido el collar que la proporcionaba su apariencia angelical y avisar a Andrealphus para que activara el portal cuando amaneciera, se subió como siempre en el coche para que Jax la condujera a Ciudad Pentagrama.

Aquellos viajes eran lo peor de su trabajo y, por mucho que lo hubiera intentado, nunca conseguía librarse de ellos. El demonio se negaba a dejarle el collar más allá que el tiempo necesario que tenía que estar en el Cielo. Como sabía que molestaba a la contrabandista, el noble le hacía ir personalmente a recogerlo y pedirle que activara el portal que tenía en su apartamento donde esperaban ya los suministros para el Cielo. Y cuando acababa el trabajo la hacía volver de nuevo a su mansión para devolverle el collar y darle su parte de las ganancias. Llegando casi siempre con resaca...

Pero aquel viaje merecía la pena para Sisi por los buenos ratos que pasaba siempre en el Cielo. Los proveedores habían dejado todas las cajas en el salón de su apartamento y ya estaba todo listo para empezar el trabajo. Cuando se quedó sola, cambió la iluminación de la sala y bajó las cortinas y puso un poco de música celestial. Se puso el collar y activó su disfraz angelical. Bufó al notar el peso de las alas en la espalda. Odiaba esa sensación. Ya estaba todo listo así que activó el portal y llamó a los camareros del bar para que empezaran a descargar la mercancía.

En el Cielo Adam era el único que sabía que era un demonio para mantener su identidad en secreto, a la hora de hacer las entregas siempre se aseguraba de que su apartamento pareciera estar en el Cielo para no levantar sospechas en los ángeles que descargaban la mercancía cada mes.

Un mes más el ajetreo normal de un día de entrega de trabajadores de los negocios y civiles daba la bienvenida a Sisi que se puso en modo trabajo y empezó a repartir las diferentes cajas que había traído.

—¿Tienes lo mío, Sisi?

En el bar entró como un torbellino un pequeño querubín con forma de ciervo intentando esbozar su mejor sonrisa.

—Hola Deere. —Sisi esbozó la misma sonrisa falsa—. Déjame pensar, mmmm, sí, bueno, no. —Le contestó con el típico tono prepotente que solía utilizar el querubín—. Te dije que no iba a volver a traerte crack y no te lo voy a traer. Y si vuelves a exigirme algo, te volveré a morder el ala si es necesario.

De entre las cajas sacó una bolsita con algo verde dentro y se la ofreció ya cansada de las insistencias de la cervatilla.

—Toma esto y así te calmas. No tienes que pagarme nada, corre de mi cuenta. El mes que viene si estás más tranquila veremos qué alternativa podemos buscar.

La cervatilla gruñó, cogió la bolsa de mala gana y se marchó aleteando. Sisi bufó y se centró en el resto del reparto, no soportaba a ese bicho prepotente.

El resto del reparto continuó con normalidad pero Sisi no podía dejar de preguntarse por qué aún no había aparecido el primer hombre reclamando lo suyo. Esperaba que su ausencia se debiera a que se le había hecho tarde por enredarse en las sabanas con Lute.

Siete meses para enamorarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora