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—Esto es la mierda mas grande que he visto en mi vida —escupió el ángel zorro mientras revisaba la libreta en busca de algo de utilidad.

Como cada vez que Sisi visitaba a Adam, ambos se reunían en el bar favorito del hombre. Aquella no fue la excepción. Ambos estaban sentados en la mesa de siempre. Los camareros no podían evitar mirar con curiosidad a aquel par de ángeles: Adam muy orgulloso con sus progresos y Sisi rebuscando desesperada un mínimo resquicio por el que pudieran empezar. Pero finalmente la chica parecía haberse dado por vencida.

—¿Aparecer desnudo de forma casual en los vestuarios? ¿De verdad? ¿Qué eres? ¿Un acosador?

—¿Cómo que una mierda? —El primer hombre golpeó la mesa molesto—. ¡Si son las putas mejores ideas del mundo!

—Para conquistar a una mujer, no —suspiró, parecía que una simple cerveza no iba a ser suficiente para soportar esa conversación—. ¿De verdad esto es lo que llevas usando para ligar desde el inicio de la creación?

Él asintió orgulloso de sus métodos de seducción.

—Con razón te dejaron tus dos esposas y el resto son polvos de una noche —murmuró.

—¿Qué has dicho? —preguntó Adam levantando una ceja.

—Nada nada. —La chica agitó las manos algo nerviosa antes de volver a encaminar la conversación—. Que si quieres que esto funcione, vas a tener que dejar de ser tan... —No sabía bien qué palabras utilizar para no herir sus sentimientos.

—¿Genial? ¿Maravilloso? ¿Putamente sexy? —Adam no dejaba de hinchar su pecho de orgullo.

—Imbécil. —Era mejor dejar de ser sutil.

—Oye, zorra. —La señaló con un dedo acusador—. Controla lo que le dices al primer hombre de todos. Si no fuera por mí...

—La humanidad no existiría y yo no tendría mi culo peludo en la tierra de Dios —completó la frase imitando el tono de voz de su compañero—. Que ya me sé el cuento Adam, pero no estás en posición de amenazarme.

Sisi estaba dispuesta a colaborar en la andanza sentimental de su amigo, pero no iba a dejar que el hinchado ego de Adam la intentara pisotear. Le daba igual que fuera el primer hombre o lo que fuera. Nadie iba a pasar por encima de ella y eso iba a dejárselo claro al otro ángel.

—No solo porque podría dejar de ayudarte con lo de Lute. —Sacó una libreta que siempre la acompañaba y amenazó con arrancar una de las hojas—. Sino que puedo hacer como que esta hoja no ha existido nunca y quizás me trates mejor el mes que viene

—Vale vale, está bien. —Adam se lanzó sobre su amiga para proteger aquella página que él sabía que era muy importante, especialmente para él—. No juegues con eso Sisi —rogó vencido.

—Así me gusta. —Asintió orgullosa—. Ahora vamos a centrarnos en lo importante. ¿Cómo puedo ayudarte si se supone que no debería estar aquí? Está claro que dejarte volar solo no ha sido una buena opción.

—Puedes quedarte en mi casa —dijo encogiendo los hombros. No veía ningún problema—. Solo unos días. Si nadie te ve, nadie va a sospechar.

Sisi suspiró con pesadez. No sabía la de consecuencias que podía tener quedarse o si siquiera eso era posible.

—Me estás metiendo en muchos problemas Adam. Espera que haga unas llamadas.

El ángel cogió su teléfono y se apartó un momento para tener una conversación. No tardó mucho en volver con una sonrisa victoriosa.

—Un par de días Adam. No puedo darte más. Espero que valores todo el esfuerzo que estoy haciendo por ti porque te aprecio.

—¡Qué cosas más bonitas me dices, Kiki! —El primer hombre se emocionó y se lanzó a abrazarla—. ¿Seguro que eres lesbiana? Porque teniendo una mujer que me quiere tanto podríamos intentarlo y así ya no tengo que seducir a nadie.

Siete meses para enamorarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora