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Los días que volvía al Infierno eran raros y extremadamente agotadores para Sisi. Por muy pocas horas que pasara en el paraíso, volver al infierno suponía tener que acostumbrarse de nuevo al olor a azufre y al constante tinte rojo de la Ciudad Pentagrama. Eso sí, no todo era malo, su espalda agradecía no tener que soportar más el peso de las alas. No sabía cómo los ángeles podían vivir todo el día con esa carga en la espalda. Ella solo estaba unas pocas horas al mes y le parecía agotador. A pesar de haber trabajado muchos años ya como contrabandista, nunca había probado a volar con sus alas mientras están en el cielo. La verdad es que no confiaba mucho en la calidad de su disfraz angelical. No quería arriesgarse a ser descubierta por el simple hecho de probar lo que era volar.

Pero no era momento de quejarse. Da igual lo cansada que estuviera, aunque hubiera acabado su parte del trabajo en el Cielo y notaba los estragos de aquella noche de fiesta desenfrenada con Adam, aún le quedaba mucho trabajo pendiente. Trabajaba solo un día al mes, la carga de trabajo era suficiente como para hacer que se pasara el resto del mes intentando recobrar las energías. Era duro pero le gustaba su trabajo, se sentía el Papá Noel del vicio.

Como cada mes, la primera parada era la torre de los Vees para hacer balance con sus proveedores. Los tres overlord no es que fueran de su agrado. Le parecían unos prepotentes que se creían más de lo que eran.

-Bienvenida, zorrita. Menudas ojeras.

La voz melosa de Valentino irrumpió en la sala de juntas en la que siempre se reunían.

El demonio polilla era el que más ingresos ganaba con el contrabando en el Cielo y es por eso por lo que solía ser el primero en llegar siempre a las reuniones, ávido por conseguir sus ingresos.

-Algún día me tienes que contar cómo se montan las fiestas en el Cielo -dijo cuando se sentó en un gran butacón-. No me imagino a esos santurrones desmadrados.

-Te sorprenderían, Valentino. Pero no es lo mismo que las fiestas de aquí abajo.

Y Sisi tenía razón. Estaba claro que las fiestas del Cielo eran mucho más calmadas que los desmadres que se podían llegar a formar con las almas descarriadas en el Infierno. Sisi sabía que, si no fuera por Adam, ni se dignaría a salir de fiesta en el Cielo por considerarlo aburrido.

-Aquí tienes lo tuyo. -La demonio le acercó un sobre de dinero y una hoja de su inseparable libreta.

Valentino agudizó la vista para analizar la lista de todos los productos que necesitaba Sisi para el mes siguiente.

-Algún día tienes que contarme quién es el fan de mi Angel Cakes. Nunca se pierde uno de sus estrenos.

-Deja de interrogarla, Val. Nunca te va a decir nada.

Había aparecido la segunda mayor beneficiaria de las actividades de Sisi: Velvette. La muñeca tenía en sus manos los mejores tratos con los vendedores de alcohol así que hacía meramente de intermediaria y se llevaba un gran beneficio por ello.

-Siempre llegando a la hora, Velvette. Te lo agradezco. -Al igual que con Valentino, Sisi le dio a la muñeca su parte y los pedidos.

-No querría quitarte el descanso con la resaca que parece que tengas.

-Qué considerada. Ojalá todos fueran como tú -bufó la demonio.

No tardaron mucho en escuchar que la puerta de la sala se abría para dejar pasar a un imp con sombrero.

-Dichosos los ojos Wallye, ya pensaba que no vendrías.

-No haga chistes con eso, señorita Sisi. Si no vengo, Asmodeus me podría matar. Me ha pillado un atasco.

Siete meses para enamorarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora