CAPITULO 4

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EL BAR.

Otra vez...

No otra vez...

¿Por qué todo lo malo me pasa a mi?

Estoy cansado... ya no quiero sentir este dolor en el pecho...

Es frustrante saber que todo tu esfuerzo para no recaer fue en vano.

Es frustrante darte cuenta que no estabas sanando si no reprimiendo tus emociones.

El frío del cristal de la puerta de mi balcón contra mi piel desnuda hace que me de un escalofrío al recargarme en él, y el helado aire que entra hace el ambiente mucho más frío de lo que ya está.

Odio la sensación de que todo está mal, odio sentirme una basura.

Entre más lo intento más retrocedo, nada de lo que hago funciona. Ese vacío siempre está ahí. Esos pensamientos siempre regresan, esa voz que me grita que no puedo, nunca se va.

¿Cuándo fue la última vez que reí?

¿La última vez que me sentí bien?

¿La última vez que logré no caer en ese hoyo del que tanto me costó salir?

¿Cuándo podré sentirme libre?

¿Por qué no puedo amar a una persona sin sentir miedo?

¿Por qué mamá me odia?

Tantas preguntas y ninguna respuesta.

Jamás pensé que mi mamá y yo acabaríamos de esta manera, sin poder siquiera mirarnos directamente a la cara y cruzar más de dos palabras.

Mi niño interior se sentía traicionado, humillado, triste...por parte de su mamá. Nunca hubiera pensado que ella tendría un cambio tan drástico y repentino de un día para otro. Todos los recuerdos de cuando reíamos juntos, bailábamos, jugábamos, veíamos el atardecer, todas las veces que fue mi cómplice de travesuras.

Se habían ido y jamás volverían. Por qué ya eran recuerdos del pasado y cuando has escuchado que el pasado regrese para quedarse.

Tal vez el pasado regrese y juegue contigo pero jamás se queda, nunca lo hace, por que es algo con lo que ya sabes lidiar y que no quieres en tu vida o que posiblemente si quieres, pero sabes que solo te hará daño.

Lágrimas caían por mis mejillas empapandolas en el proceso. No. No quiero llorar, no quiero volver a sentirme así.

Pero...¿qué más puedo hacer? Si todo está perdido.

No hay forma de acabar con el dolor o quizá sí.

Sabía que no era lo mejor, pero tenía que hacerlo. Si quería acabar con el dolor mental tan solo por un momento, debía hacerlo aunque eso implicará empezar un dolor físico.

Sangre escurría de mi muñeca izquierda, manchando el blanco piso bajo mi cuerpo.

Dos cortadas ardían en mi muñeca...el rojo escarlata de mi sangre manchaba mi pálida piel, haciéndola resaltar.

Me acosté en el suelo para sentir el frío pegarse a mi cuerpo, el cual se sintió bien al tacto. Sabía que no era la mejor forma de acabar con el dolor, pero sí la más efectiva. No me daba tiempo de pensar en mi mente por el dolor que sentía en mi muñeca y eso era algo bueno, porque por primera vez me olvidaba de mi mente.

Me concentraba tanto en el dolor físico que el mental ya no importaba.

(***)

Minutos después me encontraba en la ducha de mi cuarto con agua fría recorriendo mi cuerpo, y sangre saliendo de mi muñeca la cual se fusionó con el agua haciendo un charco en el piso, que después terminaba yéndose por el drenaje.

Una noche estrellada (Bl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora