CAPÍTULO 5

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Espero que la biblioteca no haya cerrado aún.

Iba de salida, algo apurado por la hora que era ya que no quería llegar y encontrar cerrado el lugar. Esperaba que la biblioteca siguiera abierta para poder comprar ese libro de fantasía que tanto quiero. No era una biblioteca muy concurrida es por eso que siempre asisto a ese lugar, además de que tiene una cafetería.

Tengo mucho tiempo que no voy, para ser exactos desde que salí de la secundaria, así que posiblemente ya ni siquiera esté igual que antes. La razón es por que empecé a comprar en línea o mandaba a alguien por mi a que comprara los libros.

Estoy por abrir la puerta de la entrada cuando el ruido de unos tacones resuena detrás mío.

Por favor que no sea ella.

—¿Se puede saber a dónde vas?— el tono de voz en el que emplea la pregunta se escucha un poco hostil. Con eso me es suficiente para saber quien es.

Me giró, para encararla.

Sí, es ella.

—No es de tu interés— espeto con seriedad —, además te avise que saldría.

—¿Qué? ¿Cuándo?— pregunta confundida y una sonrisa sarcástica se forma en mi cara.

—Cierto, no recordaba que mi madre está demasiado ocupada con su trabajo como para prestar atención a su hijo, cuando le dice algo.— ruedo los ojos

No debí haber dicho eso.

Veo como su mandíbula se tensa y su mirada se vuelve más fría.

—Pues no irás.— su tono se vuelve molesto.

—No te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando.— hago énfasis en la última palabra.

—No saldrás y punto.— parece que va en serio por que su voz se vuelve más severa, sin embargo no me inmuto —. Tendremos visitas muy importantes, así que no te puedes ir, además tiene que arreglarte para la cena.

—No me importa.— al momento que digo eso me doy cuenta que ha sonado muy grosero —Seguro que mi presencia no será de mucha importancia.

Puedo ver como empieza a perder la paciencia y una sonrisa de triunfo amenaza por salir de mi rostro.

—Tks— lleva su mano derecha a su frente y luego me mira —Haz lo que quieras, solo no llegues después de las ocho.

Le doy una última mirada y puedo ver en sus ojos vacíos, por un momento tristeza. Pero no. Sin más salgo hasta donde está mi auto y entro en el. Creo que no lo he mencionado pero tengo dos autos uno deportivo y otro de la marca Mercedes-benz. Que por cierto hoy tome el segundo.

Minutos después ya estoy frente a mi destino. Pero sin embargo no bajó del auto, me quedo ahí sentado. Como si esperara que esos recuerdos no fueran a aparecer.

Miro por el espejo que me permite ver la parte de atrás del carro, hasta que mis ojos ven algo extraño, enfoco la vista y me doy cuenta que son aquellas gafas de sol que llevo buscando durante meses. Extiendo mi brazo derecho para alcanzarlas y una vez que las tengo en mis manos tomo una franela y las limpio del polvo que tienen.

Si tan solo hubiera buscado bien el carro y no fuera tan distraído, no habría tenido que ir a buscar con mi hermana unos iguales, todo un día, para al final no encontrar las que quería y terminar comprando otras.
Me coloco las gafas y miró por la ventana una vez más antes de bajarme.

Respira hondo Andrew, vamos, tú puedes. No dejes que esos recuerdos te invadan.

Sin embargo, me es imposible.

Una noche estrellada (Bl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora